La conservación: tarea de todos

Escribe: Andrea Tello / coordinadora regional de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) Loreto

Del 14 al 17 de octubre Lima acogió, en el III Congreso de Áreas Naturales Protegidas de Latinoamérica y el Caribe (CAPLAC), unas 3000 personas, entre tomadores de decisión, organizaciones indígenas, academia y científicos. El objetivo del Congreso fue, entre otros, promover la mejor gestión de las áreas protegidas en beneficio de la sociedad y evaluar su gestión frente a las necesidades actuales y futuras.
Este espacio de intercambio dio como resultado la Declaración de Lima (DECLARACIÓN DEL III CAPLAC DE LA INSPIRACIÓN A LA ACCIÓN), la cual resume los principales acuerdos, preocupaciones y retos de distintos públicos frente al presente y futuro de las áreas protegidas. Y en Loreto ¿cómo vamos? Lo sucedido en Lima plantea una oportunidad para una reflexión regional e integral sobre las áreas protegidas en esta región. Uno de los aspectos por donde propongo empiece esta reflexión es pensar en ¿cómo es que los loretanos nos estamos involucrando con estas áreas?
¿Qué tanto conocemos en Loreto sobre nuestras áreas protegidas? En la actualidad, Loreto alberga diez áreas naturales protegidas administradas por el Gobierno Nacional a través del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) y cuatro áreas de conservación regional, administradas por el Gobierno Regional de Loreto (Gore Loreto). Estas áreas de conservación regional – o ACR como suelen ser llamadas – conservan más de dos millones de bosques.
Las ACR protegen espacios identificados como prioritarios para la conservación dados los importantes servicios ecosistémicos que brindan, por la biodiversidad, valores de interés para la investigación científica y culturas que albergan.
Por ejemplo, el ACR Alto Nanay Pintuyacu – Chambira contribuye a conservar la cuenca del Nanay, que como se sabe, es la principal fuente de agua potable de Iquitos. Asimismo, el ACR Comunal Tamshiyacu Tahuayo viene siendo objeto de investigación científica hace más de 10 años, sobre esta área los estudios afirman que sus bosques de altura cuentan con características particulares que le permiten ser hogar para diferentes especies como sachavacas, el huapo colorado y el manatí. El ACR Ampiyacu Apayacu que alberga alrededor de 1500 especies de plantas, por lo que es una de las áreas con mayor diversidad de plantas en el mundo.
Y el ACR Maijuna Kichwa que fue la última en establecerse en Loreto, el 2015. Su historia es particular, pues la iniciativa de proteger esta zona vino de las poblaciones indígenas – quienes pidieron la conservación del área – con el fin de conservar su biodiversidad, garantizar a las comunidades los recursos para su subsistencia y recuperar su cultura ancestral.
Como ya mencionamos, las ACR están a cargo del Gobierno Regional de Loreto, a través de la Autoridad Regional Ambiental (ARA). Sin embargo, en su gestión se involucra activamente a las 92 comunidades nativas y campesinas asentadas en sus alrededores. De esta manera, la población participa y promueve, junto con el gobierno regional, acciones vinculadas a la revalorización cultural, desarrollo productivo y económico, vigilancia y control, entre otros.
Sin embargo, la gestión de las ACR debería ser algo que nos preocupe a todos y no solo a las comunidades que se encuentran cerca. Así como nos interesamos por la calidad de servicios públicos como la salud o las vías de comunicación, debemos también interesarnos por cómo se están administrando estas áreas que brindan servicios importantes como los que hemos mencionado. Por ello, propongo tres aspectos puntuales en los que los loretanos debemos enfocarnos.
Uno de los principales retos para asegurar la sostenibilidad de estas áreas es que el Gobierno Regional cuente con los recursos financieros para ello. No solo en términos de su vigilancia y control, sino también para impulsar planes de desarrollo productivo y económico enfocados en el aprovechamiento de los recursos naturales y del recurso natural paisaje con el fin de contribuir a la reducción de la pobreza de las comunidades aledañas. Así, Loreto viene construyendo una estrategia enfocada en canalizar fondos públicos y desarrollar proyectos de inversión, pero ello debe aún viabilizarse. Y la ciudadanía debe estar atenta a que se siga trabajando en ello, no solo en la actual gestión, sino en las que vengan a futuro. Del mismo modo, se debe evaluar la cantidad de los recursos humanos destinados a la gestión y cuidado de estas áreas.
Un segundo aspecto es monitorear que los proyectos productivos propuestos aseguren la sostenibilidad del área, sin poner en riesgo recursos naturales o las culturas ancestrales de la población, y que permitan velar por la seguridad alimentaria y por la conservación de servicios ecosistémicos, como el recurso hídrico.
Un tercer aspecto – que considero que la ciudadanía debería vigilar de manera prioritaria – es la forma en la que se vienen protegiendo estas áreas de actividades ilegales. En casos como el ACR Ampiyacu Apayacu, se han conformado organizaciones locales de vigilancia comunal, con el claro mensaje de hacerle frente a la tala ilegal. Sin embargo, actualmente el gobierno regional no cuenta con un mecanismo exclusivo para sancionar las actividades ilícitas que se puedan dar al interior de las ACR y sus zonas de influencia. Desde la sociedad civil, en coordinación con el gobierno regional, se viene impulsando un mecanismo de este tipo para reforzar el control y vigilancia de las ACR.
La gestión de las ACR es un tema complejo y amplio. Pero no por ello, los loretanos debemos sentirnos ajenos o alejados del tema. Las ACR son una razón más para sentirnos orgullosas y orgullosos de nuestra maravillosa región. Conozcamos más sobre ellas, involucrémonos en su cuidado y apoyemos y vigilemos el trabajo de nuestras autoridades.