La autoestima

– ¿Valor o precio de nuestras vidas?

Pedro Nicanor Azabache de la Cruz

Recibí un escrito que decía, «Oye… cuánto vales? me preguntaron por ti, y yo tuve que decirles que vales nada… Imagínate ¡En estos tiempos en que existe tanta delincuencia, decirles que «Vales ORO».

Un comerciante de la localidad, en una ocasión en que debería realizarse un trámite sumamente importante para la empresa y cuyo resultado final debería ser positivo a «cualquier precio», antes de iniciar la travesía puntualizó: «Y recuerde, que toda persona, «tiene un precio».

En ambos casos, se podría decir que se habla de «valores», la diferencia está en que en el primer caso, está referido a la primacía del valor moral y ético y en el segundo lugar, a la pérdida de los mismos valores.

Y, qué es lo que determina la solidez o debilidad de estos «valores» para ser ubicados en alguna de las dos escalas?

Sin lugar a dudas y sin temor a equivocarme una de ellas es la AUTOESTIMA.

Borja VILASECA, escribe «desde un punto de vista emocional, todo lo que una persona no se da a sí misma, lo busca en su relación con los demás; como por ejemplo, afecto, confianza, reconocimiento. La independencia pasa por aprender a autoabastecerse».

Es hora de reconocerlo, dice: Por lo general somos una sociedad de «eruditos racionales» y «analfabetos emocionales». No nos han enseñado a expresar con palabras el torbellino de emociones, sentimientos y estados de ánimo que deambulan por nuestro interior, y esta ignorancia nos lleva a marginar lo que nos ocurre por dentro, sufriendo sus consecuencias.

Jorge Bucay, dice: «Priorizamos el «cómo nos ven» al «como nos sentimos».

Charlie Kaufman, escribe: A veces nos mostramos arrogantes y prepotentes al interactuar con otras personas, creyendo que esta actitud es un síntoma de seguridad en nosotros mismos. En cambio, cuando nos infravaloramos o nos despreciamos, pensamos justamente lo contrario. Sin embargo, estas dos conductas opuestas representan las dos caras de una misma moneda, falta de autoestima. Es nuestra carencia común, y a pesar de ser devastadora es prácticamente invisible.

De estos conceptos podemos deducir que el fortalecimiento de las personas no solo depende de uno mismo, sino que para ello, es indispensable la relación interpersonal, el cultivo de las buenas y sanas relaciones humanas.

Para afiatar esta apreciación, veamos lo que dice Gordon Sccott: En aquellas ocasiones en que ninguno de nosotros pueda modificar su comportamiento para satisfacer las necesidades del otro, y nos demos cuenta que tenemos un conflicto en nuestra relación, comprometámonos a resolver cada uno de nuestros conflictos sin tener  que recurrir al uso de mi fuerza o de la  tuya, para no triunfar a expensas de la derrota del otro. Respeto tus necesidades, pero también debo respectar las mías. En consecuencia, luchemos siempre por encontrar soluciones a nuestros conflictos inevitables, soluciones que sean aceptables para ambos. «De esta manera nadie perderá, ambos ganaremos».

La autoestima como vemos, está íntimamente ligada con el estado emocional de la asertividad, y al respecto veamos lo que escribe Alan Watts: La madurez, no es un premio que se gana con el paso del tiempo, sino que es una consecuencia de responsabilizarnos de la calidad de nuestra propia vida emocional. Gozar de autoestima es  posible. Tan solo hay que observar con más detenimiento a las personas que se abastecen de sí mismas; son asertivas (dicen lo que sienten y piensan de forma serena y pacífica, sin agredir nunca a nadie), tienen confianza en sí mismas (no necesitan aferrarse a ninguna persona, creencia o institución para liberarse de la inseguridad y el miedo) y son autenticas (viven de acuerdo con sus valores esenciales y son honestas consigo mismas y con los demás.).

Ante todo lo expuesto, hemos hecho cuando menos, un pequeño análisis de nuestro actuar en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en nuestra sociedad, y nos hemos preguntado, cuánto valemos, o qué precio tenemos? y sobre todo en algún momento, nos hemos sentado a pensar y hemos priorizado el «cómo nos ven» al «como nos sentimos? Considero que valdría la pena saber también que para tener dinero no necesariamente se debería pensar en el «qué precio tenemos» y si no recordemos la sabias y exitosas frases de Henry FORD. «Estamos tan ocupados, pero tan ocupados, que no tenemos tiempo para hacer dinero»

Quiero terminar este pequeño escrito, haciéndoles extensivo un comentario de una persona muy humilde que conducía un moto taxi, pero que tenía una riqueza espiritual inmensa y lo manifestaba diciendo lo siguiente: El cambio en el mundo señor, lo lograremos, solo cuando pongamos en práctica dos de los principios que pregonaba Dios. «Amar a Dios sobre todas las cosas»  (La fe, expresada en la existencia de un ser supremo) y «Amar al prójimo, como a ti mismo» (aprender a convivir, respeto mutuo, despojándose de odios, intrigas, celos infundados).

No creen que vale la pena ponerlo en práctica?