Investigaciones biomédicas

Allá por los ya lejanos años de 1,960 del siglo pasado, los moneros, eran esos señores que se encargaban de exportar diversas especies de primates amazónicos. Los más conocidos fueron «el negro» Vidal y Leo Baumer, quienes enviaron a los Estados Unidos miles de monos, lo que les significó miles de dólares de ganancia. En esa misma época los pishiñeros, exportadores de peces ornamentales, se erigían como los nuevos ricos de Iquitos.

 

Esta nota se inspira luego de haber sido publicado un informe del periodista Rodrigo Rodrich en el diario El Comercio, sobre el magnífico trabajo que realiza el Proyecto Peruano de Primatología, que ha visto nacer en cautiverio al ejemplar número tres mil. En el mundo, los monos no son los únicos destinados a investigaciones científicas en laboratorios que se dedican a experimentar medicamentos contra enfermedades consideradas flagelos de la humanidad como el sida, la malaria, la hepatitis, la esclerosis múltiple, etc., los que posteriormente serán usados en seres humanos.

 

Lo que come el mono, puede comer el hombre, es un dicho que se respeta en la selva. Si el mono no come un fruto, es porque es dañino o venenoso. Por eso, teniendo el hombre en el mono a su más cercano parentesco, es el que mejores resultados puede dar en las investigaciones biomédicas.

 

Viviendo en otra época, sin los moneros ni los pishiñeros que llenaban aviones especialmente fletados para transportar a Miami valiosas especies, es satisfactorio hacer un reconocimiento a entidades preocupadas en la conservación de los animales selváticos, como el IIAP, la OMS y el IVITA de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

 

Superados aquellos años cuando los médicos de Estados Unidos y de Europa utilizaban a personas para hacer experimentos, hoy, los monos juegan un rol principal en la vida del hombre, porque gracias a ellos, los científicos pueden descubrir las vacunas o los remedios para enfermedades propias de los humanos.

 

El tráfico de primates aún no ha terminado, continúa en gran escala en países como Perú, Colombia y Brasil. Ahora la exportación de estas especies ya no se da a los Estados Unidos como en lo años 60. Los monos van a parar en laboratorios colombianos. Criarlos, como se hace en Iquitos, es contribuir a la no extinción de esos pequeños animales, que de gran manera tienen que ver con la vida del hombre.