Incremento de horas en la jornada laboral de los maestros… ¿por qué?… ¿para qué?

Escribe: Luis Alfonso Pinedo Piña
(luisalfonsopinedo1962@gmail.com)

 

 

Antes de escribir este artículo, me puse a reflexionar críticamente sobre lo que debo decir, para no aparecer como un analista parametrado con una posición antisistema, o un consolador de maestros «quejosos», «perezosos», «haraganes» y otros epítetos que suelen dar los críticos extremistas de la labor de nuestros docentes. Sin duda alguna, mi contacto permanente con mis colegas tanto en la zona rural como urbana, me permite recoger sus lamentos, comentarios y posiciones.

En estos días, entre gallos y medianoche, el Ministerio de Educación ha publicado el Decreto Supremo N° 005 – 2017 – MINEDU, a través del cual modifica diversos artículos del Reglamento de la Ley N° 29944, Ley de Reforma Magisterial. En efecto, se han modificado un total de 42 artículos y una Disposición Complementaria Final. El Artículo 139, fue uno de los modificados que ahora establece en lo que se refiere a la Educación Básica Regular, que los docentes del nivel inicial deben trabajar semanalmente 35 horas, los de primaria 35 y los de secundaria 33. No precisa de qué manera se cumplirá esta disposición, teniendo en cuenta que en la mayoría de IE urbanas, las clases son en doble horario ¿Debo suponer que las clases irán hasta los sábados?

Es que el problema de la crisis del sector educación no es cuestión de horas menos ni horas más en las aulas; tiene varias aristas y va más allá de las simples posiciones antojadizas de algunos funcionarios del MINEDU que cumplen al pie de la letra, lo que le dictan los organismos acreedores, so pretexto de mejorar la calidad. La educación debe ser vista en su verdadera dimensión y en su integralidad. Necesitamos formar personas, no máquinas al servicio de este sistema inhumano, injusto, voraz y explotador.

Valgan verdades, nuestros maestros ya no dan para más, sobre todo los que ya sobrepasan los 50 años (la edad de oro). Muchos de ellos con más de 25 y 30 años de servicio, están al límite de su rendimiento. Razones no les falta. Es que el trabajo del maestro va más allá del aula. Al inicio del año, debe elaborar su programación Anual y reformular el Plan Anual de Trabajo de la institución donde labora. Mensualmente, debe elaborar Unidades Didácticas para desarrollarlas durante el mes. Diariamente, debe elaborar entre dos a tres sesiones de aprendizaje, preparar materiales para ejecutar las mismas, formular instrumentos para evaluar la clase, elaborar registros de evaluación, corregir cantidad de pruebas y lidiar con una cantidad considerable de niños y niñas que a veces sobrepasa los 40.

Muchos de los colegas maestros a consecuencia de trabajar tantas horas parados y caminando, hablar en voz alta por tantas horas, respirar polvo de tiza u otros olores tóxicos de los marcadores sintéticos; de investigar por horas los temas para preparar sus clases, leyendo textos y el internet, a veces con una iluminación deficiente, soportar el comportamiento agresivo de algunos padres, etc. tienen la salud física deteriorada. Pienso que, el maltrato del Estado y la incomprensión de la sociedad también han causado estragos en la salud mental de los mismos.
Trabajar seis horas parado no es fácil, despertar interés en todos los estudiantes es todo un reto, crear un clima favorable para los aprendizajes es un desafío, regular su comportamiento es a veces una frustración, involucrar a todos es casi una tragedia, dado que, cada uno de ellos tiene sus propios intereses. Se trata, de formar personas que no sean un problema para el Estado, sino ciudadanos aportantes a la construcción de una sociedad teñida de valores que ponga en práctica una cultura de paz que contribuya a la construcción de una convivencia armoniosa y digna.

Mónica Verguer, una experta en temas de enfermedades relacionadas con el estrés laboral, ante este problema evidente, formula la posibilidad de plantearse metas que el trabajador las sienta. Según ella, el trabajador debe darse mensajes positivos a su inconsciente. No debe relacionarse con personas tóxicas (personas igual de estresadas). Hay que equilibrar los lados racional (izquierdo) y emocional (derecho) de nuestro cerebro, etc. Asimismo, sugiere que, durante el trabajo, se apliquen algunas técnicas de relajamiento: respirar fuerte, darse una vueltita, dibujar, estirar las piernas y conversar con alguien. Pregunto, podrá el maestro aplicar estas sugerencias?

Formar personas es bien complejo y el maestro asume ese reto con valor y por lo tanto el Estado debe darle las condiciones para hacerlo. Ello implica, planificar a largo plazo políticas claras y nuestras (no las que nos imponen los acreedores); definir el tipo de ciudadano que queremos formar; incrementar el presupuesto del sector; retomar los procesos formativos de nuestros maestros en inicio de manera más selectiva, teniendo en cuenta lo vocacional y axiológico; concientizar a los padres, erradicar la violencia social, la discriminación y la corrupción en la sociedad y en las instituciones del Estado para dar buenos ejemplos a las futuras generaciones.

La educación es tarea de todos. Los estudiantes, no solo aprenden en la escuela. Las familias bien conformadas también educan. El Estado y la sociedad también deberían hacerlo ¿Cómo educar en un contexto en donde nuestras autoridades del más alto nivel están algunos presos y otros investigados? ¿Qué ejemplos nos pueden dar nuestros políticos y futuras autoridades, si ellos también están salpicados de corrupción? Ni qué decir de las instituciones que fiscalizan, investigan y sancionan. Es en este contexto donde se dan los procesos formativos de nuestros estudiantes.

Antes todas estas adversidades, la preocupación del Estado y del Ministerio de Educación debería centrarse no en incrementar la jornada laboral de los maestros, sino en mejorar las condiciones en las que trabajan y se desenvuelven, dejando de lado las amenazas de despido masivo, mejorando sus remuneraciones y fortaleciendo sus capacidades. Asimismo, si hay un gran sector de maestros que están cansados y desean irse a casa, es importante que el Estado los tome en cuenta, les dé un incentivo y rebaje la edad jubilatoria de los mismos; no queda otro camino.