Huelgas y paros

A comienzo de año, en una nota editorial, señalamos que éste iba a ser un año igual al anterior y al anterior, donde las huelgas y paros volverán a ser titulares de los periódicos y noticiarios de radio y televisión.

Los sectores públicos siempre tienen qué reclamarle a los gobiernos de turno, porque éstos no cumplen con sus promesas de campaña que alegremente anuncian en las plazas para ganarse el voto.

En su desesperación por llevarse el voto de los educadores, de los médicos, las enfermeras, los administrativos de todos ellos, los trabajadores del Poder Judicial, y de los mismos trabajadores del sector privado, los candidatos empeñan su palabra como si ésta tuviera garantía de cumplimiento.

Nada más falso que una promesa electoral, salvo que quien la hace sea una persona honesta, algo bien difícil de encontrar en estos tiempos. Y nada más cierto eso de «a río revuelto, ganancia de pescadores», cuando los dirigentes sindicales salen a exhibirse gritonamente exigiendo y dando plazos.

En estos días, la ciudad va a estar convulsionada, porque varios sectores estarán en las calles con sus arengas y amenazas, en inevitables enfrentamientos con la policía nacional que tendrá que hacer uso de la fuerza y de los gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes de un pretendido ataque a locales de instituciones públicas. Todo será con el mismo actuar de las anteriores huelgas, una reposición de la obra, con los mismos actores.

Si estas medidas tomadas a nivel nacional, no logran arrancarle una migaja al gobierno, la cosa se pondrá más seria y fuerte aún. Después vendrán manifestaciones callejeras con más violencia, con el consiguiente perjuicio que se le pueda ocasionar al ciudadano común y corriente, que no podrá ganarse el pan del día cuando en el extremo de la intransigencia los  sindicatos vayan a los paros forzosos.

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