“Hambre de pan: ¡No!”

  • La Jornada Mundial de los Pobres, convocada por el papa Francisco:

Por: Adolfo Ramírez del Aguila
Docente de Educación Secundaria

 

Ante tantas situaciones de pobreza que abruma al mundo entero, como producto de un sistema económico planetario que idolatra las riquezas a cualquier costo, el papa Francisco convocó a la I Jornada Mundial de los Pobres, como una manera de sensibilizar a los cristianos en particular y a los hombres y mujeres de buena voluntad en general, para hacer algo concreto por los pobres, sin muchos lindos discursos.
Efectivamente, ayer domingo 19 de noviembre, en todas las parroquias, vicariatos diócesis y arquidiócesis del mundo, se celebró esta jornada para visibilizar la terrible situación de hambre y miseria que está matando a muchos seres humanos, un crimen de lesa humanidad que clama justicia al cielo y a la tierra.
En el propio Vaticano, el papa presidió una ceremonia especial con tal motivo, y de la misa, se pasó a la mesa bien servida con los pobres de la ciudad de Roma. Contradictoriamente, en los países europeos, como Italia, la pobreza ronda como en los países del Tercer Mundo. Normalmente, los países como el Perú, soñamos con ser un país avanzado como Estados Unidos, Alemania o Francia; sin embargo, en esos países hay también mucha pobreza y miseria.
Claro, en los países latinoamericanos, como Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela, la pobreza adquiere niveles de pobreza extrema y el grito de los pobres con los estómagos vacíos, heridas ulceradas y sus cuerpos con andrajos, nos miran interpelantes ante nuestra actitud francamente de indiferencia absoluta y cruel. Y es que los pobres son más pobres porque hay ricos que se hace más ricos. La comida falta en muchas mesas porque en otras se desperdicia y se echa para los perros.
El papa en una entrevista a un periodista dijo algo estremecedor e interpelante: “Está probado, que con la comida que sobra se podría alimentar a la gente que se muere de hambre…estamos en un sistema mundial económico que no es bueno, al centro de todo sistema económico tiene que estar el hombre, pero aquí el centro está el dios dinero y hemos caído en un pecado de idolatría del dinero”.
Y continúa reflexionando Francisco: “Y por ese afán de tener más, toda la economía se mueve descartando… ahora está de moda descartar a los jóvenes, con la desocupación, descartando toda una generación, por mantener a un sistema insostenible… una globalización mal entendida… un sistema económico malo, idolátrico, porque sacrifica el hombre al ídolo dinero”.
La pobreza entonces, es una cara de una misma moneda. En este lado hay el 95% de pobres que se disputan el 5% de las riquezas, y al otro lado de la moneda, están el 5% de ricos que están acaparando el 95% de las riquezas. Ya lo dijo el Santo Juan Pablo II: “Los ricos son cada vez más ricos a costa de los pobres cada vez más pobres”.
El papa, en una homilía con motivo de esta I Jornada mundial, hizo un llamado de manera especial a los cristianos: “Estamos llamados a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma”
Y la palabra de Dios desde hace más de dos mil años, sigue gritando hasta el cansancio: «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40) y con una exégesis básica, los hermanos más pequeños son el hambriento, el enfermo, el forastero y el encarcelado, el pobre y el abandonado, el que sufre sin ayuda y el necesitado descartado.
Como un testimonio personal para no divagar en lindas reflexiones, este fin de semana estuve con mis alumnos del colegio “República de Venezuela” de Iquitos (terceros y cuartos de secundaria), en una jornada de los pobres convocada por la parroquia Santo Cristo de Bagazán, para dar de comer a los jóvenes adictos a las drogas que deambulan como cadáveres andantes en la zona roja de Bagazán (Belén).
El cura párroco, el padre Walker, desde hace un año organizó a unos jóvenes que habían recibido el sacramento de la Confirmación para atender a estos pobres dándoles algo de comer; primero los buscaban en los lugares más inhumanos de esta “isla bonita” llevándoles bolsas de comida caliente, y luego, después de un año, los drogadictos se acercan a la casa parroquial para recibir su rancho, casi pasando un día.
Y este acto de misericordia con estos descartados, no solo consiste en dar mecánicamente los alimentos como creíamos al principio, sino, que primero nos evangelizan para que nuestro acto no caiga en el terrible pecado del asistencialismo. Después de una jornada de casi dos horas, con videos, charlas y testimonios impactantes, llega el momento central de la acción: servir a cada uno de esos seres en donde el rostro de Dios se hace borroso; en sus pálidos rostros consumidos por las drogas, aún no se ha perdido su ser persona.
Este proyecto de ayuda que no se reduce a un día y luego te vas, se sostiene gracias a las donaciones. Si usted amable lector está interesado en estar de lado de los pobres, casi todos los días lleve su donativo y dese un tiempo para amar a los pobres y abandonados, asistiendo todos los sábados a las 10 de la mañana, al salón de la parroquia Bagazán (Frente al Hospital Iquitos) y dé su tiempo para amar de verdad. Amén.