Fiscalía por la Mujer

La violencia hacia las niñas, adolescentes y mujeres adultas ha llegado a cifras altísimas. No es la novela del día, es la vida real que refleja los 3,600 casos reportados durante un año. Estamos hablando de los que se denunciaron, nada más.
Se estima que los casos son muchísimos más. Y así de enorme es la impotencia de sentir que las soluciones van de forma lenta, muy lenta. Partiendo de la misma víctima que al sentirse afectada denuncia, pero por diversos factores no se mantiene en el mismo y en el caso de parejas se produce una reconciliación que en muchos casos dura poco y vuelve la violencia, hasta con más dureza.
“El fenómeno de la violencia contra la mujer es una realidad” ha dicho esta semana la presidenta de la Junta de Fiscales de Loreto Elma Vergara Cabrera. “Esto no es de ayer, sino desde siempre, sino que hoy se ha visibilizado más”, también ha comentado la magistrada.
Esto lo podemos corroborar cada una de las mujeres que al leer esta sección del diario, pueden recordar alguna forma de violencia que sufrieron y que por miedo, vergüenza, de que no las crean, por baja autoestima, por falta de economía, por amenazas, por desconocimiento; no dieron el paso de denunciar.
Con la creación de la Fiscalía Especializada que verá casos de violencia contra la Mujer, se ha dado un paso importante porque la mayoría son casos complejos y requiere de una especial atención. A esto se tiene que complementar con las casas refugio, recuperación y otras garantías que necesita la víctima.
Un aspecto que tiene que atender el Estado peruano a través del Ministerio de la Mujer de forma urgente y paralela, es el trabajo con los hombres que implica terapias y sensibilización de lo que implica seguir en esta situación de violencia que afecta y pueda dañar de por vida psicológicamente a los hijos e hijas.
Esta atención a los hombres en paralelo con las terapias de pareja, y hasta se puede decir que se requiere una atención a toda la familia. Y de modo preventivo, no esperar que suceda el acto violento con la denuncia respectiva para recién intervenir. Necesitamos planes con el suficiente presupuesto para reconstruir y sanar el capital humano, cuya salud emocional se deteriora peligrosamente. El aporte debe partir de todos y todas.