Final de invasiones

Es una frase que podría sonar a utopía si hacemos un recuento de las muchas invasiones que se dieron en nuestra ciudad de Iquitos desde la década del 70, cuando se registraron los desalojos más sangrientos con muertes cuyos nombres se perennizaron en pueblos como de Manuel Cardoso y Anita Cabrera.
Entonces Iquitos empezó a crecer a golpe de invasiones y con la desesperación de gente dedicada realmente al agro que veía desaparecer en cuestión de minutos lo trabajado durante muchos años. Y el argumento de los invasores era que no tenían dónde vivir y que los terrenos estaban abandonados, por lo que era un derecho del pueblo aspirar a la casa propia o al lote de terreno propio.
El derecho les asiste, es cierto, nos asiste a todos el derecho a que el Estado nos garantice un lugar dónde construir nuestras viviendas. Esto lo ordena la Constitución y de ahí la costumbre de los invasores de terrenos de usar la bandera peruana durante sus incursiones a los espacios que consideran deben ser destinados a la habilitación urbana.
Sin embargo, la Constitución Política del Estado peruano también garantiza el respeto a la propiedad privada sea del mismo Estado o de privados. Es un tema que no lo asimilamos bien todavía porque las leyes siempre han estado vigentes, sino que los responsables de hacerla cumplir con firmeza han sido flexibles y la costumbre se hizo ley.
Una costumbre que parece va tomando otro giro en la idea que se respete la propiedad privada le pertenezca al ciudadano o a una institución equis. Y es que tiene que ser así, si queremos que el estado de Derecho sea una norma que además nos garantice una vida pacífica, ordenada y disciplinada dentro de la normatividad vigente.
Todo este desorden y alteración a la legalidad, también es dable recordar que lo propician las mismas autoridades de turno directa o indirectamente, uno porque hay voces que dicen que las alientan y otra que por un tema electorero no actúan con el rigor de la normatividad. Por querer quedar como los buenos de la película nos han hecho un grave daño como sociedad, porque en vez de ser cada vez más ordenados hemos construido un desorden tal que casi se vuelve incontrolable. Pero, las cosas tienen que cambiar.
Y en ese proceso de cambio también está el hecho que las autoridades deben asumir la otra parte de su responsabilidad que es trabajar en la proyección urbana ordenada de la ciudad, con planes de expansión de corto, mediano y largo plazo como la que está impulsando la comuna de Maynas hacia la zona norte (Mazán e Indiana) y lo que se pueda hacer hacia la zona sur (San Juan hacia Nauta). Esperamos que las autoridades se pongan a la altura de sus responsabilidades y se den oportunidades de lotes al alcance de las mayorías. Así veremos el final de las invasiones y los traficantes de terrenos.