Familiares asistieron a dejar flores a sus difuntos

-Cementerio de Punchana se vio repleto de personas, alimentos y vehículos

– Padre celebró Santa Misa en la humilde maloca del Campo Santo.

Un panorama similar y a la vez tan diferente a otros Campos Santos, fue lo que se observó el día de ayer en el Cementerio de Punchana, donde muchos ciudadanos humildes llegan con el corazón lleno de recuerdos pero con el bolsillo a las justas para comprar un ramo de flores silvestres para sus seres queridos ya ausentes.

Si en otros cementerios se pueden conseguir flores baratas y caras, en Punchana solo se pueden comprar ramos de a 50 céntimos o un sol, el resto suena a escándalo para las personas que en vida ese sol les alcanza para movilizarse o para tomar su desayuno. Con todo ayer hicieron un esfuerzo y llegaron hasta Punchana a buscar entre las miles de cruces, aquella que aún conserve el nombre de sus parientes  muertos.

 

Y aunque suene a mentira en Punchana, son afortunados los que enterraron hace años a sus parientes y ahora aún  encuentren la cruz que los identifique. En la mayoría de casos las cruces pasan a mejor vida, dejando el espacio casi intacto para recibir a un nuevo muerto, a una nueva cruz que de seguro también será devorada con los años.

 

Ayer las cruces de madera eran ofertadas a 5-10 y 15 nuevos soles, el trabajo de limpieza de la tumba 5 y 6 soles, el pintado de la cruz a 4 soles. Al fondo  del cementerio se podía apreciar a los familiares caminar entre las tumbas, como si todos habrían asistido a una gran minga en un campo abierto. Nadie llevaba comida a los parientes muertos, se la comían ellos de manera apresurada, el estómago humilde no espera horario para poder saborear algún potaje. Ahí no funciona, de ninguna manera la costumbre de la sierra, aquella donde llevan grandes viandas de comidas para los parientes ausentes.

 

Toda una fiesta popular con mucha pena en el corazón se registró el día de ayer en diversos cementerios. En Punchana si bien es cierto se ha mejorado el Campo Santo, aún falta mucho por hacer. El padre de la Parroquia Inmaculada, llegó hasta el cementerio para dar la Santa Misa la que todos escuchaban con mucha devoción, mientras en el suelo un ataúd con el cuerpito de un recién nacido, hacía cola para ser enterrado minutos más tarde con la Bendición del padre presente.

 

Fue el Día de los Santos Difuntos.