EXTRACIÓN DE ORO Y PETRÓLEO, PRODUCCIÓN DE COCAINA, QUEMA DE LLANTAS Y OTROS… ¡POBRE NATURALEZA!…O… ¿POBRE NOSOTROS?

Por: Luís Roldán Ríos Córdova       rioscordova2010@hotmail.com

   

Hay tantas maneras de destruir la naturaleza, tenemos la extracción de petróleo, que conlleva de por sí la posibilidad de derrames contaminantes por encima de lo que se pueda prevenir. Todo por dinero.

Tenemos el lavado del oro que usa mercurio, cianuro, dióxido de azufre que van a parar a los ríos y quebradas contaminando las aguas del subsuelo, la flora y la fauna, al igual que la extracción de otros minerales. También destruimos la naturaleza con la  producción de pasta básica de cocaína, cuyos relaves altamente contaminantes contiene kerosene, ácido sulfúrico, benceno, sulfato de sodio, lejía, acetona, entre otros muchos químicos de alta contaminación que también van a parar a nuestros ríos y quebradas. La pesca, utiliza tóxicos que terminan con toda forma de vida que encuentra. Destruimos naturaleza también con la extracción de madera que depreda los bosques alterando el ecosistema y quitando oxígeno a la atmósfera. Destruimos el mundo terrenal con experimentos nucleares, quemando llantas, con la eterna emisión de humo de las industrias, fumando, usando aerosoles, contaminamos con ganaderías que emanan abundante metanol,  los desperdicios humanos, en fin… ¡Pobre naturaleza! O ¿Pobre nosotros? Todo por dinero. Desde que el hombre aprende a usar el dinero, de alguna manera aunque algunas veces queremos negarlo, nada se  hace que no sea por él. No sé qué día, la madre naturaleza nos va a dar tremenda lección que ni el dinero por el que tantas perversidades muchas veces se cometen nos va a servir para nada.

Nada señor, seguimos “inteligentemente” poniendo nuestra cuota de depredación a nuestro medio ambiente, cuna y hogar de todos, bióticos y abióticos, animales pensantes y no pensantes. A veces creo que Dios no es tan perfecto como lo pintan, sobre todo viendo la conducta del hombre formado como su  máxima creación. El hombre sabe que no tiene otro sitio donde vivir, pero igual destruye su mundo, sin importarle el futuro. “Que cada quien se preocupe por lo que le toca a su generación” ¿Ese será el pensamiento escondido?

Tal vez no siendo la intención, en todos los casos, la destrucción poco o nada importa, salvo a los que no tienen intereses de manera directa en ese acto. Las justificaciones dicen que lo hacemos para  satisfacer necesidades que son ineludibles, aún así, finalmente todo se circunscribe a la única y exclusiva tarea de conseguir dinero a como dé  lugar, desde una persona en particular hasta un país como un todo imperial. Hasta aquí, bien. Lo  peor viene de las ansias de riqueza más allá de lo que pueda uno necesitar para vivir, más allá de lo justo y necesario generalmente en manos de grandes intereses económicos de dimensiones mundiales que ya no pueden dar marcha atrás, porque ya se ha organizado una maquinaria social que no puede dejar de funcionar, que no puede parar, ni siquiera detenerse, por cuanto ha hecho el hábitat económico de millones de personas en todo el mundo que por costumbre o por acomodo nos hemos convertido en dependientes de eso. Todos somos pieza de una misma maquinaria de servicio y destrucción.

Todo esto tiene su origen en concepciones equivocadas respecto a las intenciones de la creación divina y de lo que significa la vida en relación a la naturaleza, las cuales a su vez- no se puede negar- vienen asociadas al egoísmo y al sentimiento de finitud del ser humano, hecho que inevitablemente nos está conduciendo al abismo existencial sin que nadie quiera hacer nada para evitarlo.

El problema serio está en el hecho de que lentamente hemos entrado en esa vorágine que el nivel de destrucción cometido ya no nos da tiempo para salirnos fácilmente, violentamente no podemos hacerlo, siempre, por encima de la razón y del sentido común van a estar los intereses particulares de egoísmos desenfrenados que el sistema educativo y las religiones a través de las iglesias no han sabido contener, con más responsabilidad de las iglesias, cuyo trabajo de preservar la moral también ha sucumbido en la tentación de la búsqueda de riquezas materiales dejando lo espiritual sólo para los  creyentes más humildes.

¿Ya no hay nada que hacer? Veamos. En un artículo anterior “EL CAPITALISMO HA REBASADO SU PROPIA IDEOLOGÍA.  EMBRIAGADO POR EL DINERO SE REVUELCA EN SU MIASMA” Dije que el hombre ha inventado el dinero que fue solución y perdición simultáneamente por cuanto su timonel natural es el egoísmo que a su vez funge -sin culpa- como indestructible agente depredador del mismo hombre, por lo que lo único que nos queda es aprender a transformar ese egoísmo que nace con nosotros, que es inherente a la vida y que tiene características como la materia, es decir, el egoísmo no se crea ni se destruye, sólo se transforma por lo que sólo nos queda  trabajarlo si queremos dar sano uso al dinero sin destruir la naturaleza que de alguna forma o de muchas maneras lo hacemos en busca de dinero bajo el pretexto exclusivo de satisfacer necesidades para mejorar la calidad de vida que de todas maneras es acercarse a la tan buscada felicidad, camino por donde todos andamos, pues aunque se diga que el dinero no da felicidad, éste produce una sensación tan parecida que necesitamos a alguien extremadamente calificado para que nos haga ver la diferencia… Mientras ocurra eso, reflexionemos ya, porque aún sin nosotros el mundo seguirá existiendo.