Encuentro de mundos

Con toda la tecnología, con los avances científicos, académicos, espirituales y de formas de organización, entre otros aspectos de la convivencia humana, seguimos preguntándonos si merecemos el presente que vivimos y el futuro cercano que nos deparará.
Es que esta semana se recuerda el momento cuando Cristóbal Colón logró pisar “tierra”, luego de varios meses de navegación en el mar. Llegaron a lo que él creía que era la India y por eso nos llamaron indios, pero como ya sabemos por la historia, se equivocaron.
Muchas historias referentes se han contado por miles, sobre los pormenores de la llegada de Colón y sus acompañantes y su pésima relación con los incas cuando llegaron, y cómo se fueron limando asperezas bajo amenazas, mentiras y otras malas artes.
A este contacto lo reconocen como “el encuentro de dos mundos”: Europa (viejo mundo) y América (nuevo mundo). Aunque también se le denomina como “el descubrimiento de América”, que tampoco es exacto porque surge la interrogante ¿Quién descubre a quién?. Se asemeja más a una invasión con saqueo y muertes, y lo peor en nombre de Dios. Qué blasfemia.
Así, como diríamos aquel choque de dos mundos, de culturas, costumbres y una serie de conocimientos, la dominación obliga a heredar una serie de actos negativos, que es lo que muchos critican a la hora de hablar de herencias de los colonizadores españoles, que solo les interesaba el dominio por el oro y la plata, así como otras riquezas del incanato.
Las políticas de formas de gobierno que se implantaron destruyeron todo lo que cultural, organizacional y políticamente hasta entonces habían construido los gobernantes incaicos. Y esa herencia negativa es lo que domina en nuestras estructuras y deben ser cambiadas. La reforma de la Constitución puede ser una partida a cambios profundos para la región y el país. Las actuales autoridades pueden hacerlo realidad si así lo desearan.