El tránsito urbano y la autoridad

Por: César Sánchez Arce

Los problemas de circulación vial urbana  y sus consecuencias no son problemas  únicamente de la gran urbe, Lima, como se pudiera creer al ver diariamente en los noticieros nacionales los múltiples accidentes que ocasionan las unidades de  servicio público y conductores con decenas de papeletas y miles de soles de multa que no se pagan. Es un problema que nos afecta también a las provincias en la medida en que el parque automotor crece y las vías son las  mismas.
En esta problemática concurren diversos factores que requieren la atención – y la acción – de las autoridades responsables del sector, sean nacionales, regionales o locales. Factores como la idoneidad de las  unidades que prestan el servicio, sea  por antigüedad, fragilidad, falta de los elementos de seguridad como luces, señalizadores, etc. También están las vías, que como sabemos no crecen con la dinámica del parque automotor y que en muchos casos lucen cada día más deterioradas,  pero que además carecen de la debida señalización, porque no hay una política de repintado permanente, de tal manera que conductores y peatones no pueden determinar fácilmente las  líneas que señalan dónde deben parar los vehículos ante los semáforos y las cebras para el paso peatonal. Otro factor es el humano, es decir conductores, usuarios del servicio  y peatones, porque cada uno en lo que le concierne actúa, por decir lo menos, irresponsablemente; de ahí lo que decíamos en artículo anterior sobre la  necesidad de mejorar la educación.
Pero hay un factor adicional sobre el que queremos incidir, y es la autoridad. Hace pocos días se ha publicado algunas normas, por el Ministerio de Transportes, que complementan el Reglamento Nacional de Tránsito, lo cual supone darle más énfasis a las sanciones ya establecidas y que responden más a la presión mediática que a una iniciativa propia de las autoridades, insensibles durante mucho tiempo a tantas muertes ocasionadas  por vehículos propiedad de pseudo empresas de transportes y conductores para quienes la vida humana parece no valer nada.
Lo que no se puede entender es la pasividad de quienes tienen el deber de hacer que se cumplan las normas. Una de estas autoridades es la Policía Nacional. Estamos convencidos, sin ninguna duda, que el policía merece una remuneración justa, que no la tiene, y que debe ser policía las 24 horas del día, con el adecuado régimen de trabajo y descanso; y no ser policía un día  y otro día vigilante de empresas. Dicho esto, tenemos que señalar que no podemos aceptar lo que vemos a diario: policías desganados, indiferentes, sin autoridad, conversando o hablando por celular, mientras a su alrededor camioneros, microbuseros y mototaxistas hacen de las suyas, sin que apliquen el reglamento existente, tantas veces como  se cometan infracciones. Quien quiera que transite  o conduzca por los alrededores del mercado de Belén, calles Arica, 9 de Diciembre, Abtao, Alfonso Ugarte, Próspero y otras calles de la ciudad, puede ver que los microbuses se estacionan en fila y  en las esquinas, y cuando el semáforo cambia a verde continúan estacionados haciendo tiempo para recoger pasajeros, congestionando el tráfico que ya de por sí es denso  a cualquier hora del día, y los policías, que siempre hay en esa zona, pareciera que están en otro mundo; como si estas unidades tuvieran  patente de Corso  para hacer lo que les viene en gana. Y cuando están apurados corren como endemoniados sin importarles que el semáforo esté cambiando a rojo, para alcanzar y adelantar a la unidad que es su competidora, sobrepasando   autos, motos, mototaxis o lo que fuere. Es curioso, pero hay microbuses que transitan  inclinados hacia un lado que parecen a punto de caerse de costado.  Claro, hacen lo que quieren porque se sienten dueños de las calles ya que no hay quien los sancione. Otro tanto ocurre con los mototaxis, para quienes no existe derecho peatonal alguno. Cuando van a voltear lo hacen con tal prepotencia que el peatón que está en su derecho de cruzar la vía, porque tiene la luz verde a su favor,  tiene que hacerlo corriendo si no quiere ser atropellado impunemente. Y los policías que están supuestamente de servicio en esa esquina, ni  se dan por enterados, ajenos a todo.  Camiones que circulan a cualquier hora por el centro de la ciudad, contaminando, obstruyendo el tráfico y  sin luces posteriores  que han sido causa de accidentes mortales cuando  se desplazan o se estacionan de noche. Cómo es posible que transiten motos y mototaxis sin placas de rodaje, si sabemos que algunas de estas unidades son utilizadas por delincuentes para robar y asaltar.
No sé si  habrá suficientes  policías de tránsito, pero los que hay están en la obligación de cumplir con su deber. Por otra parte, se nota que hay policías en la ciudad  que  rondan durante el día, en pareja, pero indiferentes a todo,  muchas veces en amena conversación;  me pregunto si están impedidos de actuar cuando, por ejemplo, en su camino se encuentran con vehículos estacionados en las veredas, haciendo doble fila en la calzada, cometiendo infracciones flagrantes, etc. en todo caso deberían estar autorizados a tomar acción para corregir los excesos de malos conductores. Necesitamos autoridades proactivas, con ganas de hacer las cosas, vigilantes, sancionadoras, merecedoras del reconocimiento público como era la policía antes, cuya sola presencia imponía respeto, respeto que se lo ganaba haciendo su trabajo, nada más.