El Sínodo Panamazónico

Por: P. Agustín Raygada Flores, OSA

Este mes es especial para el pueblo peruano, celebramos al Señor de los Milagros, capaz de congregar a cientos de personas en sus procesiones, despertar el espíritu cristiano que se resiste a quedar enclaustrado en una sacristía de parroquia y que quiere seguir apostando por la construcción del Reino de Dios. El amor al Cristo Morado nos llega a unir como un solo pueblo que hace mucho rompió las fronteras de nuestro país y nos hermana con otras nacionalidades. Sin embargo, este mes morado también es especial para toda la Iglesia Universal por un acontecimiento único en su naturaleza, pionero en su orientación y, esperamos, pionero también en sus acciones, me refiero al Sínodo Panamazónico. Pero ¿qué sabemos de él? ¿por qué tendríamos que fijarnos en él? ¿en qué nos afecta?
Un Sínodo (syn= con; hodos= camino, con un solo camino) es la reunión de obispos para tratar una temática específica donde, bajo un mismo espíritu disciernen, analizan y buscan nuevas formas de hacer actual el evangelio de Cristo. Además de los obispos, también son invitadas otras personas que por su conocimiento y experiencia sobre el tema pueden ayudar a su desarrollo. Un sínodo lo convoca el Papa y solo él; por ello, el papa Francisco en su visita a Madre de Dios-Perú, llama a todos los obispos de la Amazonía a reunirse en Roma el mes de octubre del 2019, para tratar el “desarrollo de una ecología integral y nuevos caminos para la evangelización en la Amazonía”. Existen sínodos a los que el Papa llama anualmente, así por ejemplo el de los jóvenes y el de la familia, a estos se los conoce como “Sínodos Ordinarios”. También existen los llamados “Sínodos Extraordinarios”, que son convocados cuando, por su importancia, un tema necesita ser tratado lo más pronto posible.
El Sínodo Panamazónico es especial porque ni es Ordinario y, en el sentido estricto de la definición, no versa sobre un tema en específico, ya que es Territorial, es decir, el Papa convocó a todos los obispos que pertenecen al bloque amazónico para conversar sobre las distintas problemáticas que atraviesa la Iglesia en la Amazonía, desde la conservación de la naturaleza hasta el planteamiento de nuevos ministerios que puedan responder a las necesidades eclesiales en esta parte del mundo.
El Sínodo Panamazónico tiene lugar en Roma, ahí los distintos representantes junto al Papa tienen sesiones de diálogo y trabajo, donde seguramente están elaborando textos que serán puestos a votación entre todos los obispos, para posteriormente formar parte de un único texto que será presentado al Papa, quien elaborará un documento final recogiendo las aportaciones y sugerencias de los obispos para luego ofrecerlo al mundo entero. Nuestro representante es Mons. Miguel Olaortúa Laspra, OSA, como obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos. Él lleva nuestro pensar y anhelo, recoge nuestras voces y exigencias y las expone ante la asamblea sinodal como padre y pastor de la iglesia en la Amazonía del Perú.
La Amazonía desde ya hace algunas décadas se encuentra en la mirada de todo el mundo. La consciencia del abuso a la naturaleza, la búsqueda de soluciones a los actuales problemas socio-ecológicos, la conservación planetaria y el descubrimiento de la sabiduría indígena suscitan ríos de tinta, opiniones y acciones diversas en favor de la “Casa Común”. La Amazonía en definitiva se volvió motivo de interés y estudio Podría caerse en la tentación de pensar que la Iglesia se suma, como una de las tantas instituciones, a este movimiento ecologista; sin embargo, su interés va más allá. El enfoque de la Iglesia se centra en la Amazonía como don de Dios y en el hombre como guardián de la misma. La Iglesia defiende una ecología que engloba todas las dimensiones del hombre, que no se detiene solo en el bienestar material, sino espiritual de la persona, a esto llama “ecología integral”. Por eso, el Sínodo Panamazónico quiere recordarle al hombre que “el someter a la tierra” (Gn 1, 28) no es una carta libre para hacer de ella lo que quiera, al punto de exterminarla; sino que se trata de una tarea encomendada por Dios mismo, en donde el hombre busca su desarrollo material transformando con su trabajo la materia prima que encuentra en la naturaleza, pero también debería desarrollar su espíritu al descubrir en ella las huellas que Dios dejó en su creación. Este enfoque permite que se vea a la Amazonía como un lugar teológico con carácter sagrado y que, por ende, merezca respeto y cuidado, pues el hombre se jugaría en ello su propia salvación.
El Sínodo también considera la sabiduría ancestral que se guarda en la memoria de todos los amazónicos, su forma peculiar de relacionarse con la naturaleza y con sus pares, la vasta cosmovisión que se refleja en las estructuras sociales amazónicas, en el arte, mitos y cuentos; en definitiva, la forma en la que el hombre amazónico se sitúa frente a la naturaleza. El Sínodo intuye, muy acertadamente, que esta inmensa riqueza tiene mucho que aportar a la Iglesia Universal, es decir, puede que la convocatoria sea territorial: la Amazonía; pero los beneficios de lo tratado ahí servirán para toda la iglesia universal.
Los padres sinodales descubren en los retos de la evangelización amazónica signos de los tiempos actuales que exigen a la Iglesia nuevos caminos para llevar la Buena Nueva de Dios. Contemplando las exigencias y nuevas necesidades que van surgiendo en las comunidades cristianas de la Amazonía, la Asamblea Sinodal se plantea la creación de nuevos ministerios que respondan a esas nuevas situaciones. Este punto tal vez sea el más interesante, pues deja una ventana abierta a retomar temas aparentemente superados, tales como de la ordenación sacerdotal de la mujer y de hombres casados o la eliminación del celibato sacerdotal; sin embargo, independientemente de la naturaleza de los nuevos ministerios, estos deberán dar respuesta honesta y comprometida al pueblo de Dios sin cerrarse a romper esquemas que vienen de siglos.
Todo esto sucede ahora mismo, mientras lees este pequeño artículo. Tal vez en este momento se estén debatiendo temas que cambiarán para siempre a la Iglesia como hasta ahora la conocemos, sin que ello signifique traición al Evangelio, o tal vez se esté discutiendo nuevas formas litúrgicas que pretenden actualizar el siempre y único sacrifico eucarístico, tal vez la reflexión sobre el cuidado de la Amazonía nos ponga en la vanguardia de una ecología integral que arrastre a su vez a países enteros y que generen acciones que permiten de una vez por todas detener la degradación ambiental. ¿Crees entonces que no vale la pena prestar atención a lo que sucede en el Sínodo de la Amazonía? ¿crees que no te incumbe a ti, hombre y mujer amazónico? Yo creo que sí.