El Paiche, los productores y consumidores y los avances en tecnología.

POR: JUAN SOREGUI VARGAS.

Cuando inicié mis primeras prácticas pre profesionales,  fuimos como practicantes a pescar con ingenieros del sector pesquero de Loreto y experimentados fisgas a la Reserva  Pacaya. Cada grupo de alumnos iba con un grupo de pescadores y en algunas oportunidades atravesábamos gigantescas barreras de tamalones, haciendo trochas en el agua para llegar a la cocha central. Escogíamos una restinga y después de un pango de carne de paiche con una entrada de relleno de carne de gamitana en su vejiga y unos anticuchos preparados de la tripa de este gigante pez del Amazonas y del mundo de aguas continentales, colgábamos las redes y cada dos horas cosechábamos los paiches que caían en las trampas  y, al amanecer,  tomábamos fotos y nos poníamos a describir al paiche, especialmente en sus colores.  Hicimos miles de disecciones y nos equivocamos en todas en cuanto al color rojo del rabo y la forma delgada del cuerpo. El de color rojo salía macho y el delgado hembra. Bioestadísticamente la tesis demostraba que no había caracteres morfológicos externos que podrían demostrar esta relación.  Lo que si encontrábamos es que eran heterosexuales, es decir hembra y macho y no como un tal Alves llegó a afirmar en la televisión nacional.  La televisión nacional no se rectificó, pero en este diario se hizo un amplio y calificado informe con datos de los investigadores del IIAP, de PRODUCE, de criadores de paiches y desmentimos a los «sabios limeños» de la televisión nacional.

Durante muchos años se continuaron con los estudios externos e internos de este precioso pez amazónico, en todas las áreas, hasta que en los 80 Alcántara y F y Guerra, H, descubrieron por esas cosas del azar, varios paiches pequeños en una poza donde habían sembrado paiches grandes y dedujeron que eran crías que habían nacido en algún nido hecho en una parte del terreno de la piscigranja, es decir en cautiverio.

Esta noticia científica no tuvo la relevancia de publicidad como tienen siempre las cosas de la farándula o del escándalo, pero permitió comprobar que sí se podía producir en cautividad paiches y reproducirlas con el mejor cuidado del mundo.

Ya se había conseguido en Iquitos, algo que iba y sirve hasta ahora como fuente de producción de beneficios económicos y de ingresos de divisas al Estado exportando legalmente un producto conseguido con manejo adecuado.

Pero, ya se tenía conocimientos de que el manejo del paiche especialmente de los alevinos era algo que se había realizado en los años 60. Don José Ortiz  nos informó que cuando integró un equipo de trabajo en la cocha zapote en la época del señor Arturo Miyake, ya recolectaban los alevinos. Observaban cómo se enamoraban los paiches, cómo hacían su nido y cómo y dónde se reproducían en la cocha. Esperaban la época de desove, observaban cómo andaban en cardúmenes y los juntaban para llevarlos a unas piscinas construidas en la base de Yarina, donde los criaban y  alimentaban con carne de arahuana y limpiaban todos los días (sifoneando con mangueras de plástico los restos de comida) A los dos meses o tres los sacaban y los resembraban en algunos lagos y muchos de estos paiches fueron sembrados en la cocha de Quistococha y algunas a Cuba, en el marco de un convenio internacional. En la actualidad ya consumen los paiches alimento artificial estrujado que podría generar empresas de fábricas de alimentos.

Los experimentos continuaron. En 1996, cuando laborábamos en el Centro de investigación de Jenaro Herrera, en la margen derecha del río Ucayali, presentamos al Ingeniero Vidaurre y al doctor Montreuil, un perfil de trabajo semejante a lo realizado por el señor Miyake y equipo, con la finalidad de generar bienestar y recursos económicos en la población cercana a Requena y a otros lugares del Ucayali y Marañón e incluíamos un manejo de reproductores en estanques previamente construidos.

Presentamos en varias oportunidades a la WWF, cuando estaba mi querido maestro el doctor López Parodi, quien lo pasaba a un señor  que fungía de mensajero, y me decía: el doctor dice que este proyecto es una locura. Cuando murió el maestro Parodí, el tal señor tomo las riendas del programa y luego supe que el manejo de estos paiches en forma comunal era una de sus propuestas y que lo puso en marcha en la reserva natural. Además se proponía que una parte de las ganancias se dejaba en la población para educación, salud y transporte comunal.

El asunto es que todo el mundo ya quería manejar el paiche, en su forma de alevino que costaba en la época de los 90 entre 20 y 30 dólares, algunos produciéndolos en estanques y otros trayendo de la reserva contrabandeando el producto, pero nadie distinguía cuál era el macho ni cuál la hembra.

Hasta que en esta última década llegó un chiniito loretano, una doctora loretana, unos franceses del IRD, y después de dos meses de haberlos conocido y cuando buscaba información  me dieron la noticia que ya tenían el método para reconocer el paiche hembra y el paiche macho, mediante la aplicación del plasma combinado con una enzima.

Para nosotros fue una de las mejores noticias del presente siglo,  le dimos en este diario la cobertura necesaria, y a estos señores les debieron dar un premio no sólo regional, sino internacional por el descubrimiento que está cambiando las condiciones de trabajo de los piscicultores de la zona. Sin embargo, ni se les mencionó salvo en el extranjero, como sucede con el que no es profeta en su tierra. Gracias a estos investigadores franceses, al chinito loretano, Fred Chu,  al director del programa AQUAREC DEL IIAP que los promueve en sus investigaciones, es que se ha obtenido este excelente resultado y que muchos lo están empleando para sus cultivos.

Por otra parte, existen algunos fanáticos de no exportar este producto, aduciendo que si se envía se van nuestros recursos genéticos y, esto no es verdad. El paiche está saliendo de aquí en forma de alevino antes que yo nazca y, si los chinos y otros no lo han llegado a producir en cantidad es porque les resulta caro hacerlo,  reproducirlos, y, es más, los productores brasileros venden el 50 por ciento, los colombianos el 20 por ciento, los de Surinam el 10 por  ciento y nosotros por estos discursos fanáticos y posiblemente por otros intereses, el 8 por ciento. Además mediante convenios con  los productores de la zona podemos invadir nuestras cochas con paiches manejados al estilo de Miyake, construir infraestructura para procesar filetes y otros productos en forma competitiva y buscar intermediarios para vender a los petroleros, a los mineros, no sólo la carne, sino los productos gastronómicos loretanos de buena calidad y generar fábricas de alimento de peces.

¿Por qué hacer este recuento y esta propuesta? Porque para incrementar nuestros conocimientos sobre el pez y sus productos derivados, invitamos a todo el público a asistir al curso taller sobre capacitación en manejo y producción de alevinos de paiche (Arapaima gigas) en el Centro de Investigaciones de Quistococha, el martes 17 de agosto de 2010, pasado mañana, ubicado en el kilómetro 4.5 de la carretera Iquitos-Nauta.