El matriarcado en los sagrados textos: Mujeres en la Biblia

Por: Adolfo Ramírez del Aguila
arda1982@yahoo.com

Debora

Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer. Que los hombres escribamos sobre las mujeres, espero que no sea visto como un atrevimiento machista, sino como un homenaje merecido. Hoy como nunca, los peruanos nos abrimos a la gran posibilidad de tener ya una primera presidenta en nuestra era republicana, y felizmente tenemos dos candidatas que nos abren a esa probabilidad impensable hace 50 años. Hacemos bromas de cómo se llamaría el esposo de la presidenta: ¿Primer caballero del Perú? ¿Primer Damo?
En este contexto de reivindicación de género, permítanme compartir unas reflexiones que lo tenía guardados en el baúl de mis reflexiones atrevidas, sobre el papel de la mujer en la Iglesia. Es evidente que en la práctica (en el discurso teórico quizá se diga lo contrario) que nuestra santa madre Iglesia, es la institución con mayor incidencia machista fundamentada nada menos que por las sagradas escrituras. Suena a chiste, pero ¿Dónde están las mujeres en la última cena de Jesús?  En la cocina, seguramente preparando la comida.
El arte sacro como es el caso del hermoso cuadro de Leonardo da Vinci: «La Última Cena» (siglo XV), refleja naturalmente la idiosincrasia de la época, tiempos en que se creía que el rol de la mujer no debería de transgredir el ámbito público, reservándolas un rol meramente doméstico, invisible, como lo pinta el cuadro. Claro, nos escandalizamos y ponemos el grito en el cielo, cuando un tal Dan Brown recrea una novela Código Da Vinci y nos plantea una teoría de la conspiración sacra: En el pintura de la «Última Cena», hay un código ultra-secreto que desentrañar: el que está a la derecha de Jesús, el apóstol Juan, es en realidad una mujer, María Magdalena, formando una «V» con respecto a la posición del Mesías, que simbolizaría el Santo Grial, el útero en donde se gesta un descendiente de Jesús.
Recuerdo que cuando esta novela escrita, Código Da Vinci, fue llevada al cine, nuestros obispos del Perú lo prohibieron para todos los católicos, porque Dan Brown se atrevía a plantear dos insultantes propuestas: que una mujer estuviera en la última cena de Jesús (las sagradas escrituras aseguran que solo estuvieron puro varones) y que se insinuara que Jesús haya tenido relaciones sexuales con María Magdalena y oh terrible resultado: tuvieron una hija;  entonces el verdadero cáliz de la sangre del Jesús, es una descendiente. Felizmente para nuestros propósitos machistas, el guion novelesco del escritor Brown solo fue eso, una novela, no una historia del así fue.
En una de mis clases de religión, cuando se daba la elección del sucesor de Benedicto XVI (2013) una alumna me preguntó: ¿Profe, algún día las mujeres podremos ser Papas? Y medio bromeando le contesté: creo que nunca, porque en todo caso no podrían ser Papas sino Papisas. Le expliqué que para que una mujer llegue a ese alto cargo de servicio en la Iglesia Católica, primero se tendría que aprobar que sean ordenadas sacerdotisas (ese sacramento es actualmente vetado para ellas) para que luego puedan ser Obispas, Cardenalas y finalmente Papisas. Felizmente mi alumna no insistió en el tema porque normalmente suena a muy machista esta fundamentación. Como que las mujeres asumen que así debe ser la naturaleza jerárquica en la Iglesia y asientan con un amén.
Este debate sobre el rol de la mujer en el ser y quehacer de la fe, lo encontramos también en la larga tradición bíblica. Desde Eva en el paraíso hasta María de Nazaret, la madre de Jesús, hay una rica teología femenina, muy de boga hoy en día. Permítanme el atrevimiento de recapitular esta tradición, muy sucintamente, a manera de homenaje a las mujeres en su día.
Si nos fijamos en Eva, no es una mujer sumisa, toma sus propias iniciativas, capaz de coger el fruto prohibido sin consultar a su marido (Génesis 3) ¿Pecado original o creación de la conciencia? Otra gran mujer Sara (Génesis 11), esposa de Abraham, bellísima copatriarca de la formación del pueblo elegido, que luchó hasta el final para darle un descendiente a su esposo a pesar de su esterilidad ¿Cuántas mujeres de hoy, luchan para mostrar con orgullo su maternidad? La gran guerrera Débora (Jueces 4) que tomó las armas en nombre de Dios para vencer a los enemigos de Israel ¿Cuántas mujeres de hoy, luchan en el día día para llevar un pan a sus hijos y así derrotar al flagelo del hambre que oprime?
Otra gran mujer, Ester, prima de Mardoqueo, que logró utilizar su hermosura para conquistar al Rey babilónico Asuero e impedir la aniquilación del pueblo judío ¿Cuántas mujeres de hoy recrean estrategias para salvar al pueblo de la explotación de los imperios globalizados? Otra gran mujer, la viuda y bella Judit (Judit 1-16), mujer de una impresionante sabiduría que hizo contrainteligencia en los campamentos Asirios y logró la victoria de su pueblo ¿Cuántas mujeres de hoy, luchan por mejores condiciones de vida para el pueblo engañado en tantas elecciones? Otra descendiente de Eva,  la mujer sin nombre, madre de los siete hijos mártires que se inmoló también junto a ellos para no humillarse ante los enemigos (2 Macabeos 7) ¿Cuántas mujeres anónimas inmolan sus vidas para derrotar al sistema injusto que empobrece al pueblo?
Y terminamos con María, la madre de Jesús. Una gran mujer que no utilizó su privilegio de ser la madre del Mesías para tener un sitio preferencial en las primeras comunidades cristianas, sino que fue la primera discípula de su hijo, denunciando la soberbia de los poderosos y ensalzando a los humildes y pobres (Lucas 1,47) mostrando su amor máximo al pie de la cruz, mientras los demás discípulos se escondieron como gallinas por miedo a la persecución del imperio (Juan 19,25) ¿Cuántas mujeres valientes luchan todos los días para continuar con el proyecto liberador de Jesús a favor de los pobres del planeta, denunciando la inaplicabilidad de este sistema capitalista extractivo y materialista?
Que en este gran día, las mujeres del Perú y de esta floresta amazónica, sean agasajadas por su gran capacidad de cambiar este mundo y no solo por su función reproductora y afectiva. Dios bendiga a todas las mujeres. Amén.