«El instinto de honestidad en la mujer debe llevar a que participe en la ética pública»

-Congresista Rosa Mavila afirma en foro: «Rol de la Mujer en la Lucha contra la corrupción»

-La transparencia significa que se rinda cuentas y «hacer las cosas claras»

-La inseguridad ciudadana es otro de los mayores problemas de la sociedad peruana

En los últimos tres años, el Perú ocupa el puesto 78 entre otros 178 países en los que la corrupción sigue siendo uno de los mayores problemas existentes en la sociedad, según Transparencia Internacional. Un dato proporcionado por el Barómetro para América Latina señala que la percepción entre la ciudadanía -que se tuvo en el año 2012- fue que nuestro país ocupa «menos de la mitad» de los países donde existe corrupción.Mujeres juegan un rol fundamental en las comunidades amazónicas.

Datos como estos, más la necesidad de que no solo el sector público, sino el mundo empresarial y la ciudadanía participen activamente para erradicar este flagelo, fue materia de un foro organizado por la Mesa de Mujeres Parlamentarias, la semana pasada.

El «Rol de la mujer en la lucha contra la corrupción» reunió a directivos de instituciones que tienen que ver directamente con esa problemática. Las cifras citadas fueron dadas a conocer por Susana Silva, coordinadora general de la Comisión de Alto Nivel contra la Corrupción, una de las participantes en el evento.

En las palabras de bienvenida a las asistentes, la congresista Rosa Mavila León – AP-FA, presidenta de la Mesa de Mujeres Parlamentarias, expresó su deseo que se mejore el aporte de la mujer a la gobernabilidad del país.

«Somos vulnerables a la corrupción, por eso el instinto de honestidad que tiene la mujer y la práctica del sentido común, deben llevar a que participe en mejorar la ética pública», afirmó.

Dijo que es importante centrarse en cómo se construye una ética pública duradera. Es necesario, agregó la congresista, tener claro políticas centrales de lucha contra la corrupción. La rendición de cuentas es la bisagra fundamental en la lucha contra la corrupción, pero es perjudicial cuando se recurre al populismo o beneficiarse de un derecho.

Rosa Mavila señaló que la transparencia significa que se rinda cuentas, hacer las cosas claras, y en este aspecto el rol de las mujeres en la lucha contra la corrupción es fundamental. Es importante, dijo, que avancemos en ese tema no importa si el espacio de lucha sea pequeño, pero es necesario tener las cosas claras sobre gobernabilidad y transparencia.

Por su parte, Susana Silva, citando fuentes de ProÉtica e Ipsos Apoyo, expresó que el índice de percepción de la ciudadanía sobre la corrupción es bastante alto. En el 2010 fue el problema más grave que percibió la ciudadanía. Dos años después fue el segundo problema (luego de la seguridad ciudadana), «pero no es motivo para alegrarse», remarcó.

En los años 2012-13, la corrupción sigue afectando el desarrollo del país, el comercio y las inversiones. A ella se le une la ineficiencia burocrática. Un 51% de la población del país considera que la corrupción es el principal obstáculo para el desarrollo del país.

Otras encuestas señalan que un 10% de la población admite que la corrupción es «algo necesario», pero el 30% la rechaza. Sin embargo, un 60% muestra cierta tolerancia a la corrupción y tiene aún en mente el dicho: «No importa que robe, pero que haga obra», o es «Una forma de vivir» de algunas personas.

«Hay que trabajar sobre ello. El sector público no lo puede derrotar. Se necesita de todos los sectores y ello empieza denunciando los casos de corrupción». Por ello, dijo Susana Silva, se está trabajando en dos líneas de trabajo: En la prevención y en la corrección, y ello es importante que se reconozca a los ciudadanos que se animan a denunciar los hechos de corrupción.

Otra participante en este foro fue Cecilia Blondet, presidenta ejecutiva de ProÉtica, quien señaló que lo que más preocupa al país en estos momentos es la inseguridad ciudadana y la corrupción, que aparece como un problema público. «Cuando en las últimas décadas los organismos internacionales y la banca internacional invertían en países en desarrollo (entre ellos el Perú) se daban con una realidad: Que la pobreza de sus habitantes no mejoraba». Algo que aparecía como contradictorio y digno de un mayor análisis. (DL)