Educación y visión tradicional de la Amazonía

Por: Gabel Daniel Sotil García
Docente principal de la Universidad
Nacional de la Amazonía Peruana

Que nuestra Amazonía es víctima de prejuicios incubados desde hace casi medio milenio, se nos hace cada vez más evidente. Desde el inicio de la Colonia (siglo XVI) para nuestro país la Amazonía no tuvo mayor importancia en lo relativo con la presencia de pueblos con culturas propias. Bien sabemos que solo la tuvo como posibilidad de presencia de metales preciosos (oro), cuya búsqueda se intensificó una vez acabados el oro y la plata de los Andes.
El conquistador nos visualizó solo como emporio de riqueza material. Llegado el convencimiento de la total ausencia de oro, los pueblos indígenas pasaron a ser objetos de conquista cultural, lingüística y religiosa. Ignorados en su propio valor, fueron obligados a abjurar de su esencia psicocultural. Muy diversos mecanismos fueron activados para lograr este propósito; entre ellos, la educación formalizada o institucionalizada a través de la escuela.
Considerado ignorante, incivilizado, primitivo en su actuación social, atrasado en sus mecanismos de interacción con la cultura dominante, el indígena amazónico se transformó en objeto de decisiones, en destino de programas y acciones de desarrollo elaborados para hacerlo cambiar de formas de vida sin ninguna participación de su parte, dadas su ignorancia, su atraso, sus limitaciones  para comprender la cultura mestiza, a la que debería pasar abandonando sus tradicionales formas de ser y hacer; según se pensaba en esos momentos.
Expandida la cultura mestiza; adueñada de los mecanismos del poder político y económico, quienes la representaban, heredaron, vía influencias socioculturales, esta manera de ver e interpretar la presencia de la diversidad cultural amazónica. El gobernante colonial continuó, en esencia, en el gobernante republicano. Hasta hoy, persiste en el equipamiento psicológico de quienes toman decisiones en nuestro país, este universo de prejuicios que se patenta en cuanta decisión se tome respecto de nuestra región: somos objeto, destino de las mismas; nunca autores y protagonistas, a no ser solo como cumplidores de las mismas.
Prejuicios que ahora se aplican no solo al mundo indígena, sino, también al mestizo amazónico. Es decir que, vivir en la selva significa, para la clase con el poder político central, vivir en una realidad minusvalorada, conformada por gente con limitaciones cognitivas, discapacitada para tomar decisiones, prisionera de esquemas mentales que no se condicen con los avances científicos y tecnológicos para llevar una vida moderna.
En consecuencia, tiene que ser objeto de decisiones.
Vistos así, la educación que se imparte del poder central es portadora de todo este espectro de condicionantes psicoculturales, que hace que a los amazónicos se nos vea como gente que solo merece dar cumplimiento a lo que acerca de ella se decida. Disposiciones sobre la salud, la economía, el medio ambiente, sus riquezas, sus idiomas, su educación, etc., expresan esta percepción: somos aún, objetos de conquista y de imposición.
Infelizmente, las instituciones que deberían formar el potencial humano con un equipamiento psicológico y sociocultural en el marco de esta realidad de minusvaloración de nuestra región, hasta hoy no la toman en cuenta para que sea asumida como un referente formativo para revertirla a través de los profesionales con que abastecen a la dinámica sociocultural.
Es el caso de nuestra educación, en la cual se sigue ejerciendo el más absoluto dominio por parte del Ministerio de Educación, desde donde emanan todas las disposiciones aplicables a la dinámica educacional regional. En artículo anterior hemos mencionado la diversidad de programas de obligatorio cumplimiento por parte de las autoridades y magisterio regional, sin haber participado, en lo más mínimo, en su diseño: Plan Selva, PELA, SISEVE, Soporte Pedagógico, Día del Logro, etc.
Todos ellos administrados desde la sede central; lo que ocasiona la continua presencia de funcionarios que vienen a verificar los avances que ellos han previsto, sin importarles si dichos programas responden a nuestras prioridades regionales; funcionarios que solo llegan hasta Iquitos o las grandes ciudades y regresan sin conocer la realidad rural de nuestra región (95%).
A ello se debe agregar el dominio que se ejerce desde un Diseño Curricular Nacional sin ninguna o muy deficiente presencia de contenidos referidos a la realidad histórica, social, cultural, geográfica, ecológica, biológica, económica, psicológica de nuestra Amazonía. Currículo dentro del cual adquiere vigencia un material didáctico (libros, textos, etc.) elaborado con una visión tergiversada sobre nuestra realidad selvática, por funcionarios o técnicos pagados por el Ministerio de Educación, sin ninguna participación del magisterio regional. La explicación: los presupuestos no pueden descentralizarse.
Es decir, la selva sigue siendo, hoy como ayer, objeto de imposición política, económico-administrativa, didáctica, etc. Imposición que es el principal obstáculo a vencer para lograr nuestro desarrollo.