¿Dónde estás identidad?

Con mucho amor a la tierra que nos vio nacer, sobre todo relacionado a nuestro entorno familiar, porque el tema de la identidad nacional está en proceso, lo seguimos construyendo desde el inicio de la vida como república del Perú, tras la liberación administrativa y económica de España.
De lo que no hemos sido liberados por completo es de ese complejo de que todo lo externo es mejor que lo que tenemos, empezando del tema racial que es lo más doloroso para millones de peruanos a los que se les hace sentir que provendrían o provendríamos de una raza inferior.
Los más afectados somos los originarios de la sierra y la selva peruana entre mestizos e indígenas, pero lo peor que nos ha podido pasar es que ese trato despectivo se da entre nosotros mismos con una fuerza que le hace muchísimo daño a la consolidación de la identidad nacional, a la peruanidad.
Estamos una vez más en la semana de aniversario de nuestra amada patria, que se percibe casi unida solo cuando se presentan competencias deportivas internacionales, especialmente de fútbol y de vóley, donde sin distinciones gritamos Arriba Perú, pasada la euforia, nos volvemos a mirar como extraños.
Nuestra libertad en realidad nos ha llegado friccionada porque antes de la proclamación como república, ya se vivía la discriminación entre los peruanos que nacían de padres africanos que llegaron como esclavos, de las mezclas de indígenas y españoles, y entre costeños, serranos y amazónicos, además de otros inmigrantes procedentes de países europeos y asiáticos.
Acá en Iquitos hay gente que sigue soñando y se alucina que Iquitos es mejor porque tiene casonas antiguas del viejo continente, que de hecho tiene su valor histórico, pero la negación casi inconsciente que lo mejor que tenemos somos nosotros los oriundos con nuestros matices de procedencia indígena y mestiza, además de nuestra riqueza natural, es una constante, sino partimos de esa valoración nuestra identidad seguirá siendo débil y la base del desarrollo también.
Se trata también de adaptar el concepto de belleza a nuestras naturales formas. Nos han hecho creer que si no tienes determinadas características físicas como cabello rubio, ojos no negros, entre otros aspectos, lo demás no es bello o por lo menos no tan bello. Nada más falso. Lo que nos falta es redescubrirnos en cuerpo físico y alma, dándole el inmenso valor que posee.
Entonces tenemos que liberarnos del desprecio a nuestra realidad peruana que tiene diversas razas y revalorar todas las costumbres, usos, vestuario, música, danzas, comidas, así como los principios milenarios incaicos y amazónicos para gobernar, un sistema solidario que hoy se complementaría perfectamente en la lucha contra el Covid-19. Estamos a tiempo por nuestras actuales y nuevas generaciones.