Docentes indecentes

Cada cierto tiempo, cuando después de muchos días de viaje por el río, alguien con los pantalones bien puestos llega hasta Iquitos para denunciar un falta grave cometida por un maestro contra una alumna, sabemos que en las escuelas de las riberas hay profesores abusivos, que escudándose en su cargo somete a las niñas a sus bajos instintos.

 

En el pasado, los mismos padres de las menores afectadas tapaban el hecho por temor a las represalias que podría tomar el maestro contra ellos, porque lo veían como un ser superior, a quien se le debía toda consideración y respeto. Los maestros recibían muy buenos regalos a fin de tenerlos como amigos.

 

Posteriormente, al fin del año escolar esos presentes aparecían en Iquitos como fruto del trabajo del docente. Chanchos, gallinas, huevos, pescado salado, racimos de plátano como para alimentar a un batallón, venían con el maestro de la chacra.

 

Los hijos que había engendrado durante su permanencia quedaban con sus madres, abandonados muchas veces por siempre, porque el mal maestro y mal padre había pedido su traslado a la ciudad y no volvía a la escuelita de la chacra como se las decía a las ubicadas en las comunidades campesinas y caseríos ribereños.

 

Hoy la cosa ha cambiado. Quién sabe conocedores de esas faenas pasadas, muchos equivocados creen que aún pueden burlarse de sus alumnas. Pero ya no es así. Ahora las poblaciones han despertado, ya conocen sus derechos, saben que una falta así debe ser denunciada y sancionada por la autoridad.

 

Necesitamos seguir abriendo la conciencia de nuestros hermanos que viven lejos de las grandes ciudades, enseñándoles lo que es honor y dignidad, lo que no debe ser mancillado.

 

Finalmente, penalizar estos abusos será la mejor manera de frenar esos ataques de personas que teniendo la misión de formar a nuestros niños y jóvenes, los llevan por el despeñadero, abusando de ellos.