Destino turístico

Quince turistas fueron asaltados por unos facinerosos armados con armas de fuego y camuflados con pasamontañas, a plena luz del día, en las aguas del río Nanay, frente al centro poblado Manacamiri, lugar donde iban a permanecer durante una semana, claro está en un albergue.
Un poco más y los dejan en cueros. Se llevaron todas las pertenencias de quienes soñaron, alguna vez, visitar una parte de la selva amazónica peruana. Alemanes, americanos, australianos, canadienses, franceses, argentinos, malteses, ingleses, entre estos últimos, un periodista de la rubia Albión.
Este es un episodio vergonzoso ocurrido en las inmediaciones de una ciudad llamada Iquitos, que va a dar la vuelta al mundo y no precisamente de una buena manera.
Vamos a ser blanco, nuevamente, de un desprestigio que va a conocerse así no sea de nuestro agrado, que ha vuelto a darse ante la pasividad de una policía de turismo que no tiene presencia alguna en la protección del visitante, a quien se le debería cuidar para que su estancia sea grata y cuando vuelva a su país, lo haga agradecido de las atenciones recibidas.
Pero luego de haber sido despojado de todas sus cosas y dejado en la calle, ¿qué más podemos esperar sino una queja, una protesta y un jamás vuelvo?
He ahí las consecuencias de ver al turismo como una actividad más y no como una de las más importantes fuentes de ingresos de la economía local.  No hay que olvidar  que el turismo sostenible mantiene el equilibrio entre los intereses sociales, económicos y ecológicos.  Y si chocamos contra los intereses económicos de quienes nos visitan estamos perdidos.
El mundo, con esta desagradable experiencia de las víctimas, va a saber cuán descuidados somos, cuán desprotegida está la ciudad, y cuánto nos falta para ser un destino turístico seguro y digno de visitar.