De vuelta al colegio

Por: César Sánchez Arce

Se ha iniciado el año escolar, y como miles de niños y adolescentes, has vuelto al colegio. Se terminaron las vacaciones que no fueron un descanso ciertamente, pues tu tremenda vitalidad de niña ha hecho que termines los días agotada, para empezar un nuevo trajín al día siguiente durante esos dos meses y medio sin ir al colegio. Vas a tener mucho que contar a tus amiguitas, pero por favor no lo hagas durante las clases. Te conozco, y sé que te encanta conversar. Como sé también que te gustan los animales, los juegos mecánicos, el cine, los helados, la lectura y por supuesto jugar, esa actividad tan seria e  importante que merece nuestra mayor consideración y respeto.  Quisiera que todos los niños de nuestro país tuvieran vacaciones de verdad y regresen al colegio llenos de experiencias y anécdotas que contar. Quisiera que ningún niño tenga que trabajar. Quisiera que ningún niño sea abusado o humillado por sus capacidades, procedencia, condición física o social.  Quisiera que todos los niños vuelvan al colegio con sus mochilas cargadas de libros, cuadernos y alegrías,   como tú.

Como sé que me entiendes, te voy a contar que no todos los niños  tienen vacaciones, porque algunos ni siquiera van al colegio; que hay niños que deben trabajar para subsistir porque sus padres no tienen un trabajo adecuado, o sencillamente se desatendieron de ellos; que en nuestros países tercermundistas la educación no es sincera prioridad para los gobernantes.  Fíjate que al iniciarse el año escolar, nos enteramos que en Lima, la capital del país, donde están las más altas autoridades, hay muchos colegios que no han iniciado los arreglos de aulas, cercos, baños, mobiliario, etc. Y no me vas creer, pero es verdad, hay algunos que no están en condiciones de empezar las  clases en la fecha señalada.

Si esto sucede en la mismísima capital, te puedes imaginar  lo que ocurre en las zonas urbano marginales, la región andina, las zonas fronterizas y la ribera amazónica?  Me dirás, no son capaces las personas mayores de cumplir con sus responsabilidades; de diagnosticar y planificar con la debida anticipación, digamos desde el mes de julio, las necesidades de cada centro educativo y priorizar la ejecución de los arreglos apenas culmina el año escolar? Parece lógico, pero las autoridades tienen mil recursos para justificar su ineptitud y así ocurre todos los años. Y solamente hemos hablado de infraestructura. No te agobies por lo que te digo, tenemos que decir lo que vemos y sentimos; debemos aprender a  cuestionar y rebelarnos ante lo que nos parece injusto;  pero también debemos luchar porque las cosas cambien y no perder jamás la fe y la esperanza.

La lectura que a tu corta edad disfrutas, es  una costumbre que debiera incentivarse, tanto en la escuela como en la casa. No te rías, pero hay un señor dueño de una universidad que se jacta de no haber leído un libro en su vida. Da pena verdad?  O vergüenza ajena. Pero bueno, te decía que leer es muy importante, porque es la manera en que se adquiere el conocimiento. Ojalá algún día los maestros lleguen a alcanzar el nivel económico que les permita actualizarse permanentemente y estar realmente en condiciones de entregarnos alumnos convenientemente preparados para enfrentar los retos de un mundo global cada día más competitivo.

Tú, como todos los niños, respetan a sus profesores, pero sería mejor que los admiren y se sientan orgullosos de ser sus alumnos; para eso, quienes ejercen esta noble profesión,  se merecen las mejores condiciones para desarrollar su trabajo, pero deben también entender y asumir la responsabilidad que tienen de estar formando al futuro de  nuestro país; que su manera de actuar se va a replicar en quienes están a su cargo durante los mejores años de su formación como personas y ciudadanos; que no encuentren motivos para dejar de asistir a dictar clases, ya sea por paros, cumpleaños, celebraciones intrascendentes, o lo que fuere, especialmente los que trabajan  en lugares lejanos donde la deficiente supervisión permite que el número  de días de clase sean recortados sin pensar en las consecuencias negativas que eso acarrea.

«El lugar más bonito del mundo» es el título del cuento que tú misma buscaste y compramos en la librería, y  leímos juntos. Y que nos enseñó que ese lugar no es uno solo, que así como San Pablo, el pueblito del protagonista, el lugar más bonito del mundo puede ser aquel donde podamos caminar con la frente en alto y donde están quienes nos quieren y queremos. El colegio  es uno de ellos.