Bendita normalidad

Inevitablemente que nos tenemos que poner en modo trabajo con las mayores medidas de prevención posible por la pandemia del Covid-19 que nos sigue golpeando en lo que más apreciamos: la vida de nuestros seres queridos, amigos, conocidos y desconocidos, todas las perdidas duelen en mayor o menor grado.

El tema es la forma como se van, sin poder despedirlos de la forma como lo hacíamos antes, y que para nosotros era la mejor manera de hacerlo de acuerdo a nuestras costumbres sociales y culturales. Ya no podemos velar en la sala por largas horas recordando al difunto o difunta, claro que por supuesto rememorando lo maravilloso o maravillosa que era.

No hay muerto malo ni mala, dicen muchas personas muy adultas, quizás fruto de la experiencia de vida, y bueno ven la cosa con más reflexión y más realismo, y algo de humor. Bueno, lo cierto es que esta bendita nueva normalidad nos empuja a despedirnos sin despedirnos. Apenas un “elévate lo más que puedas”.

Esta frase a muchos nos suena raro y nuevo, “elévate”, cuando en el fondo cuánto quisiéramos que se queden nuestros hermanos espirituales que nos han tomado y nos siguen tomando la delantera en el encuentro con el Señor.

Cuánto haríamos porque no sigan esa ruta al infinito, y peor aun sin despedirles con esos velorios que duraban horas de horas con los “timberos”, los “chistositos”, y cuanta ocurrencia vaya llegando justo momentos previos a que se sirvan el caldo de pollo. Y por supuesto que están por ahí los “chuchurrineros” (traguerillos) que buscaban velorios, bueno, no hay ahora de la forma como estábamos acostumbrados, la mayoría.

La normalidad es otra, incluyendo la elección de proteger nuestra salud o no, solo con la enorme diferencia de que, si no te cuidas, no me cuidas y así con esa actitud de todos el resultado es que no nos cuidamos y por tanto terminaremos infectados o reinfectados.

Qué democrático sería que, si alguien no se cuida, sería de su propia responsabilidad contagiarse, pero sin la posibilidad de contagiar a otra persona o de regar el virus a su paso. Pero, la figura no es esa, sino se cuida la persona, perjudica a todos. Es por ello que insistimos en adaptarnos lo más rápido a la nueva normalidad: uso de mascarillas, lavado de manos constante, uso de alcohol y conservar la distancia de 2 metros.

Ese es el protocolo de salubridad que nos debe acompañar en nuestro recorrido diario o pasando un día, para cumplir nuestros compromisos laborales, que ahora va combinado entre lo presencial y remoto. Así la vida continúa hasta la llegada de la vacuna parcial y más adelante la total con 100% de efectividad.