AUTOPSIA SOCIAL: LA SOCIEDAD POR DENTRO

Por: Ing. César Calderón Vela

Reg. CIP. N° 32486

 

Al terminar el siglo XVI alrededor del año 1,500, se conocía de numerosas poblaciones indígenas en los vastos territorios de los ríos Napo, Putumayo y Caquetá, son los exploradores que ingresan a la Amazonía en busca del país de «la canela». Dos viajes son importantes, el primero realizado por Gonzalo Pizarro en el año 1541, quien parte del Cuzco con una expedición, y al llegar a Quito se junta con Francisco de Orellana, continúan el viaje, ingresan a la Selva bajando por el río «Coca», llegan a su desembocadura en el río Napo, para luego encontrarse con el monarca de los ríos, es decir el río Amazonas. El otro viaje lo realiza Hernán Pérez de Quesada entre los años 1,541 – 1,546, sale desde la Audiencia de Nueva Granada (Colombia) ingresa a la selva al este de Bogotá,  y explora los valles del «Guaviare», el «Caquetá» y el «Putumayo». En el siglo XVII, las primeras noticias que se tienen del río Putumayo, es versión del capitán español Juan de Sosa, quien en el año 1,609 navega por el río Putumayo desde Pasto, dando a conocer las costumbres de estas poblaciones, como por ejemplo que «usan hachas de piedra para cultivar sus chacras, y la población anda desnuda, todos hablan una misma lengua nativa» (Maroni 1988:123). En un mundo de hoy, que cambia a un ritmo vertiginoso es imprescindible dar a conocer experiencias y opiniones de nuestras comunidades indígenas, que sufren asimismo los aspectos más descarnados del cambio: la pobreza, la injusticia social, la discriminación, y la marginación por su propio Estado, sus autoridades comunales piden al gobierno actual su «inclusión social», es decir se les considere dentro de las economías de gobierno, respetando su idiosincrasia, su cultura, sus costumbres, y más que todo su forma de vivir, han estado limitados por su magra economía familiar, la hegemonía económica de los años anteriores fue el «caucho», donde fueron explotados discriminadamente a principios del siglo XX (1,900), para luego pasar a la explotación de nuestros recursos forestales como la madera. Ahora constituye tentación de nuestro país vecino Colombia que cada vez sacan madera del territorio peruano, utilizan argucias legales. El peso colombiano mueve la economía de los hogares peruanos en la frontera con Colombia, poblaciones totalmente pobres, tienen una agricultura de subsistencia con cultivos de pan llevar; yuca, plátano, también dedican sus esfuerzos a actividades extractivas como peces ornamentales, alevinos de «arahuana» y otros productos del bosque y ríos en época de producción. Este artículo se centra al desarrollo de los pueblos fronterizos con Colombia.

Todo empieza con la siguiente historia, Santa Mercedes centro poblado rural ubicado en la margen derecha del río Putumayo, está inscrita en los Registros Públicos como comunidad nativa «Santa Mercedes», narran las personas del lugar, este pueblo se constituyó sobre lo que se le conocía antes como centro poblado rural «saladito», consistía tan sólo de tres familias de la etnia secoya, estos vieron un lugar apropiado para desarrollarse en 1962 con abundante recursos de flora y fauna, así llegaron Don Esteban Coquinche Peleleu, Alonso Coquinche Peleleu, y Constatino Coquinche Peleleu,  llegaron del río Curaray Grande (Río Napo), ya en el año 1975 su población había aumentado proveniente de Puerto Arturo y Campuya, se decidió en reunión de toda la población, cambiar su denominación de «saladito» al de «Santa Mercedes» en conmemoración al día de las Mercedes, y todos los 23 de Setiembre festejan su aniversario.  El territorio de esta comunidad comprende grandes áreas de bosques, donde según inventario a través de los «materos» (personajes peculiares para identificar los arboles comerciales) se tiene grandes cantidades de madera, es necesario mencionar el esfuerzo que viene desarrollando los profesionales Forestales por intermedio del Proyecto Especial Binacional de Desarrollo Integral de la Cuenca del río Putumayo – PEDICP, de la dirección de Recursos Naturales y Medio Ambiente, a través de un convenio con la comunidad nativa de Santa Mercedes. Hace 11 años se viene ejecutando en forma sostenible un Plan de Manejo Forestal Sostenible en los bosques de dicha comunidad; cuyo compromiso es alcanzar la producción sostenida del recurso forestal, en un ejercicio de interacción con la comunidad en los procesos de toma de decisiones y planificación del uso del territorio.

Esta área comprendida posee especies de madera muy cotizadas para el país de Colombia como; «azúcar huayo» conocido por ellos como «polvillo» Hymenaea palustris Ducke; «moena» Ocotea sp; «requia» Guarea grandifolia DC; «marupá» Simarouba amara Aublet; «añuje rumo» Anaueria brasilensis Kost; «cumala» Virola sp.

Al interior del Río Campuya, se constató que no existe control por parte de las autoridades peruanas y los madereros colombianos ingresan como «Pedro en su casa», hacen el trato con autoridades de Santa Mercedes, que por «error» estos no hacen conocer al pueblo, por todo esto explotan nuestros recursos forestales más de lo tratado, sacan la madera lo que alcanza su ambición, a vista de estas familias que están muy mortificados porque no se benefician de sus propios recursos, muy bien podría utilizar para arreglar sus propias viviendas, un extranjero israelí tradujo porque el habitante del lugar, no tienen una buena vivienda con madera extraída de sus propios bosques, se limitan a agradecer a estos señores colombianos que les proporciona petróleo y aceite,  y hacer funcionar su grupo electrógeno, para tener alumbrado eléctrico en las noches, la población no aporta para la compra de petróleo, y las autoridades hacen estos arreglos con desniveles desproporcionados económicamente, pues el balance no es equitativo si es que sacamos costos por el petróleo cedido, pues estas personas de nacionalidad colombiana, son muy temperamentales y amenazantes, llegando inclusive a amenazar de muerte si se cruzan con sus pretensiones, o desconocer el trato, su conducta va más allá del juicio del ser humano, ingresan al área, y extraen nuestros recursos de la zona conocida como «CAMPUYA», utilizando modernas motosierras, método del «chullachaqui» que tiene dos motosierras para tablear en «cuartones» de 11 X 6 Pulgadas X 2.90 metros de largo, considerado por los colombianos como «piezas», es decir el «cuartón» se considera igual a  una «pieza», esto sobrepasa la unidad de medida comercial de «pies tablares» en el argot comercial de los madereros peruanos, no existe en el contrato «adenda» de incumplimiento de contrato o de desacuerdo comercial, por el «error» de interpretación y las autoridades no pueden hacer marcha atrás, para desconocer el contrato al comprobarse que no era la unidad de medida de «pies tablares» sino de «piezas».

Juzgamos hechos de abuso que se diferencian, por tan sólo la pobreza de estos lugares y la hegemonía de la moneda colombiana, donde cualquier transacción económica  se hace con el «peso colombiano»

La zona de la cuenca del Putumayo carece de transporte fluvial, no existe embarcaciones peruanas con rutas que partan desde Puerto de Iquitos – Estrecho y Soplín Vargas y viceversa la nula participación de empresas privadas en el transporte fluvial, solamente existen líneas de Bote/Deslizadores colombianos cuyo costo está en $250,000 pesos es decir algo de S/400.00 nuevos soles, en la ruta El Estrecho – Soplín Vargas, comentan muchos maestros que se encuentran laborando en zona de frontera, que la vida es muy cara, no hay movilidad a cada instante, es muy costosa la movilidad colombiana, para el sueldo que reciben los maestros de zona de frontera, no ganan por derecho de frontera y mucho menos no se les paga por zona rural, en las capitales de distrito como Soplín Vargas (Dist. Teniente Manuel Clavero), El Estrecho (Dist. Putumayo), y Cabo Pantoja (Dist. Torres Causana). Es necesario definir una nueva agenda regional en favor del desarrollo sostenible de estas comunidades.