¡Animalitos del Señor!

Fernando Herman Moberg Tobies
http://riendasciegas.wordpress.com
hmoberg@hotmail.com
@FernandoMobergT

 

 

Nunca decimos todo lo que aparece en nuestros pensamientos, incluso a las personas que juramos demostrar que nos conocen a la perfección.  Siempre hay palabras que nunca serán mencionadas aunque el brillo de la mirada nos delate, esas ideas jamás serán pronunciadas ya que podrían poner en duda nuestra “integridad social”.

Nos hemos acostumbrado a demostrar lo positivo y a esconder lo negativo que nadie se atrevería a presentarse en una reunión contando sus defectos y manías, pero sí se la pasaría alardeando sus cualidades y éxitos conseguidos, menospreciando a los que aún no venden su alma para conseguir las máscaras que dominan el poder que a todos atrae.

Desde el principio de la sociabilización no se ha logrado resultados de gran trascendencia para las masas que se descontrola emocionalmente porque no entiende cómo funciona como especie, los poderosos esconden el conocimiento, la verdad. El pueblo no hace nada para lograr obtener mayor información que reciben de la realidad que les pintan.

En los mandamientos del catolicismo se refleja la teoría científica que aún somos una especie en proceso de evolución, una especie inmadura animal con funciones superiores que a pesar de tanto intento aún no nos desligamos de la parte animal/natural de la que provenimos, y lo podemos observar en cómo actúa el ser humano que ni siquiera cumple lo básico de lo que profana creer: “amarás a Dios sobre todas las cosas, no tomarás el nombre de Dios en vano, santificarás las fiestas, honrarás a tu padre y a tu madre, no matarás, no cometerás actos impuros, no robarás, no dirás falso testimonio ni mentirás, no consentirás pensamientos ni deseos impuros, no codiciarás los bienes ajenos”.

Los altos índices de infidelidad evidencian que el matrimonio heterosexual no está funcionando como se jactan los más estrictos críticos eclesiásticos y que sólo se estaría manteniendo la imagen de familia como “patrimonio social” pero nada esencial, se acuestan con personas por aburrimiento, por venganza, por placer o lo que sea pero rompen sus promesas y consideran que es parte del instinto, de la raza, de lo animal.

La violencia, el maltrato, los homicidios, parricidios, feminicidios, abortos, crímenes de odio, los ajustes de cuenta, asaltos, extorsión, son una realidad evidente en casi todos los hogares en diferentes grados y circunstancias. Algunos no logran contener la agresividad que despiertan ciertas noticias y actúan con el ego dañado y distorsionado, buscan una revancha equivocada que sólo nos retrocede a nuestras acciones primitivas.

Hijos que denuncian a sus padres por herencias, les quitan sus bienes, los dejan en un asilo de ancianos por falta de tiempo para atenderlos, los tratan como estorbos, hasta los lastiman con palabras que quedan en el recuerdo como látigos que se activan con solo pensar. La familia ha perdido fortaleza, las excusas de la competitividad han desintegrado lo más preciado de la vida y de los que uno se aleja por los sueños sociales, y sólo al final del camino, en la vejez se extraña con gran nostalgia.

Nos esforzamos poco para tener mejores oportunidades y esperamos el momento de la gran suerte, rogamos que alguien aparezca y nos ofrezca algo que nos sume a la estadística de la corrupción, nos dejamos fluir por los patrones del confort que seduce la vanidad y la lujuria, y caemos rendidos y aprendemos las mañas del dinero extra y fácil, nos volvemos especialistas que sin la coima no hacemos nada ya que codiciamos los bienes de otros y como sea hay que conseguirlo.

Mentimos con facilidad, como salida de escape o como diversión para darle caramelos a nuestra frustración, no nos interesa las consecuencias, sólo lo que se puede conseguir en el momento, estamos tan desinformados que no captamos el poder de las palabras y lo que podría conseguirnos sí lo empleáramos adecuadamente.

Otra escenificación de nuestra conducta en manada es cuando el semáforo está en rojo, 3,2, y con tal que uno acelere y pase, el resto de la manada acelerará sin mirar y comprobar si es que el semáforo llegó o no a verde. Avanzamos guiados por otros, muchas veces en automático y sin darnos cuenta, seguimos las tendencias, la moda, las leyes que negocian los políticos, queremos la ropa de marca o actuar con tal estilo para encajar en algún grupo, los accesorios materialistas se vuelven indispensables para progresar en la realidad social que tenemos que vivir.

Nos asombramos y escandalizamos por ciertas situaciones que no terminarían siendo nada nuevas si conociéramos más sobre el pasado de dónde provenimos como especie. Los líderes de expresión en sus diferentes creencias direccionan formas de pensar y actuar en determinadas poblaciones que las personas ya ni siquiera investigan si es real o no lo que les dicen, y eso significa que sus ideas no son la verdad absoluta, más aún cuando esos personajes y o parte de su entorno cometen las acciones que dicen censurar, siendo ellos mismos parte de lo que critican hipócritamente, llevándonos siempre a la ambivalencia, a la doble moral, a esconder las debilidades en vez de enfrentarlas y obtener respuestas que podrían hacernos libres, pero eso no le conviene al sistema social.

Tal vez, si los mismos ejemplos de superación fueran más fáciles, más factibles que cualquiera se identifique con ellos, otra podría ser la realidad. Si conociéramos no sólo los logros maravillosos y aciertos inalcanzables de los héroes, reyes, famosos, artistas, políticos, empresarios, santos y lográramos que cualquier ser humano se identifique con los conflictos personales, amorosos, defectos, manías, vicios, carácter, pecados, que también padecieron aquellos seres que nunca fueron perfectos, y domaron al animal que les quería desviar, sí dejáramos de sentir lejanos a los que si triunfaron y lo empleáramos para motivarnos, tal vez podríamos mejorar.

Si viéramos como aprovechan esto los políticos electorales, como nos manipulan a su antojo, saqueadores como los alcaldes y alcaldesas, presidentes regionales, congresistas, presidentes del Perú y derivados, nos rebelaríamos, o eso creo, ellos saben que el pueblo se distrae y se pega en sus novelas, programas de farándula, programas de canto y baile, entre otros espacios que usan para alejar los pensamientos fiscalizadores del común denominador, distrae, destruye y condiciona las metas de las personas que se adecuan a lo que ofrece la grandiosa sociedad económica.

Hay que seguir buscando información, compartiendo conocimiento, las debilidades son parte de las fortalezas, pero no hay que detenerse, hay situaciones que no se llegan a comprender pero no se puede poner adjetivos como a la naturaleza que con un desastre mata a una población, tan complicado de entender como los celos, la envidia, el chisme, la traición que siguen vigentes en nuestras vidas, que se desenvuelven en la sociedad en crisis en donde estamos sin democracia y con interesantes apariencias que utiliza el poder para mantenernos como esclavos con libertad condicionada.