AMAZONÍA AMENAZADA

Por: José Álvarez Alonso

Algunos analistas afirman que la tercera guerra mundial no será entre el mundo occidental y el musulmán: ya se está produciendo, y es la que libra la humanidad contra el Planeta y su medio ambiente. El cambio climático es uno de sus efectos más conocidos, y una de sus primeras víctimas podría ser la Amazonía. La sequía que afectó a toda la Amazonía occidental –incluyendo Loreto- en meses pasados, ha devastado a la brasileña en las últimas semanas. Cuando ocurrió la extrema sequía del 2005 algunos escépticos afirmaban que era uno de esos eventos cíclicos que se producen una o dos veces cada siglo (aunque ya en 1998 se produjo otra sequía excepcional). Pero apenas han pasado cinco años, y de nuevo se han batido todos los récords de vaciante de los ríos: el Amazonas y algunos de sus afluentes, como el Marañón y el Rio Negro, tuvieron sus registros de nivel más bajos desde que comenzó a medirse su caudal. El patrón de lluvias de este año sobre la Amazonía está alarmando a los más escépticos: entre julio y septiembre ha llovido menos del 75%  que el promedio, y en extensas zonas menos del 25%.

Pero también en estos años se han batido otros récords: algunas regiones sufrieron el año pasado las peores inundaciones de la historia, y otras, a mediados de este año, el friaje más pronunciado y extenso, mientras que en algunos lugares (como Madre de Dios y San Martín) sufrieron a los pocos meses las temperaturas más altas de que se tiene memoria.

Los científicos predicen que las temperaturas se incrementarán en la Amazonía entre 3 y 5 grados para fines de siglo, dependiendo de las emisiones globales de CO2; sin embargo, según el Hadley Met Centre, que provee información meteorológica al Gobierno Británico, las temperaturas podrían elevarse hasta 8 grados centígrados para fines de siglo. En este escenario, es muy probable que el bosque tal como lo conocemos desaparezca casi en su totalidad y con él los ríos; y es poco probable que sea habitable una Amazonía sin bosques y sin agua.

Lo que es seguro es que las sequías serán cada vez más frecuentes y severas en el futuro, con incendios más catastróficos en las partes más secas de la Amazonía suroriental, y la posible muerte masiva de plantas y animales. La sequía del 2005 ya provocó la muerte de muchos árboles de dosel, de acuerdo con un notable estudio publicado en Science por O. Phillips y colaboradores (entre ellos algunos investigadores del IIAP). Este año probablemente sea peor, aunque todavía no se publican resultados; sin embargo, ya sabemos que los incendios arrasaron centenares de miles de hectáreas de pastos y bosques en el Mato Grosso de Brasil y otras regiones, matando miles de vacas y otros animales, y millones de peces murieron en ríos y lagos contaminando el agua que abastece a muchas poblaciones. Más de 40,000 cabezas de ganado murieron de sed en los llanos de El Beni, en Bolivia.

Hoy sabemos que la Amazonía no es el pulmón del mundo, como se decía, pero sí un “acondicionador de aire” absolutamente vital para mantener el equilibrio climático del Planeta Tierra: unos dos mil millones de toneladas de carbono son absorbidos caca año por los bosques y pantanos amazónicos. Sin embargo, durante la sequía del 2005 la Amazonía dejó de ser un sumidero de carbono para convertirse en un emisor neto, liberando a la atmósfera más CO2 que Europa y Japón juntos. Todavía no hay datos del 2010, pero se prevé que sea peor.

Se calcula que si se destruyesen los bosques amazónicos, verterían a la atmósfera un volumen de CO2 equivalente al que emiten todas actividades humanas durante tres lustros. Lo preocupante de esto es que el fenómeno podría producirse en unas pocas décadas, por el incremento de incendios catastróficos debido a las sequías. Sólo en el estado de Mato Grosso en Brasil este año se produjeron 36,800 incendios forestales (hasta noviembre), en comparación con los 8,135 del pasado año. El humo de éstos y otros incendios en otras partes de la Amazonía cubrió los cielos de la Amazonía peruana por semanas entre septiembre y octubre.

En los bosques de Loreto, debido a las altas precipitaciones, nunca se producen incendios en bosque primario. Hasta este año: en octubre se quemaron varios cientos de hectáreas de “bosque alto de tahuampa” (algo degradado por tala selectiva, pero bosque primario al fin) en el bajo Nanay, entre Santo Tomás y Llanchama. Hasta ahora se puede observar desde el avión el color pardo de la vegetación chamuscada por el fuego que arrasó el sotobosque cubierto de reseca hojarasca. Se ha comprobado en Brasil que un bosque sometido a dos de estos incendios en un lapso de tres años pierde la mitad de las especies y un tercio del carbono almacenado, creando condiciones más favorables para futuros incendios.

Los expertos afirman que la única forma de evitar que la Amazonía colapse como ecosistema es conservando más bosques primarios. Ya ha sido destruido el 20% de los bosques amazónicos, y buena parte de los bosques restantes está seriamente degradado por la tala selectiva. Si continúa expandiéndose la frontera agrícola y continúa la degradación de los bosques primarios por la tala ilegal, las condiciones serán cada vez más favorables para estas sequías y los incendios catastróficos asociados. Aunque se detuviese totalmente la deforestación ahora, los efectos del cambio climático sobre los bosques amazónicos todavía serían severos. Según algunos expertos, entre 35 y 45% sería el límite o umbral que podría soportar la Amazonía para que colapse como ecosistema: cabe recordar que aproximadamente la mitad de la lluvia es producida por el mismo bosque, y un 25% restante no se precipitaría si no existiesen bosques en la superficie amortiguando el calor del sol y favoreciendo la condensación de la humedad.

Deben ser descartados todos esos descabellados proyectos de carreteras de penetración con sus desfasados “planes de colonización” copiados de hace 30 años (cuando el pensamiento belaundista seguía a pies juntillas los mitos de la fertilidad y uniformidad de los suelos amazónicos, y del vacío amazónico); también debe ser frenado todo proyecto de promoción indiscriminada de monocultivos en Amazonía a costa de bosques primarios (incluyendo los nefastos agrocombustibles). En su lugar debe promoverse actividades de aprovechamiento y agregación de valor a productos del bosque en pie por las propias comunidades amazónicas, al tiempo que deben ser recuperadas las áreas ya degradadas con proyectos de reforestación o cultivos permanentes con alta capacidad de captación de carbono y producción de humedad.

El bosque amazónico es demasiado valioso para nosotros y para el Mundo como para permitir que se destruya para satisfacer la avaricia de unos pocos. Se espera que pronto los incipientes mercados de carbono ayuden a subvencionar la conservación de estos bosques; esperemos que sean las comunidades locales las principales beneficiadas, porque ya existe una carrera desenfrenada entre empresas privadas para apropiarse de grandes extensiones de bosques amazónicos.