Algunas reflexiones para iniciar el año 2011 en el hogar y en la sociedad.

Por: Luís Roldán Ríos Córdova. rioscordova2010@hotmail.com

Bueno. Ya pasó la fiesta de año nuevo, nos hemos divertido cada quien a la medida de sus posibilidades económicas, anímicas y de resistencia.

A la hora del «feliz año nuevo», algunos lloran al abrazarse, sabe dios acordándose de qué o de quién. La mayoría ríe, bebe, hace bromas, charla, es decir hay un desborde frenético de emociones, por supuesto mercantilizando las costumbres muy bien trabajadas por el comercio y la industria para celebrar el Año Nuevo.

Los amigos de las bebidas espirituosas se desbordan de entusiasmo, no hay tarjeta roja para nadie, cualquier exceso hasta puede  parecer poco para divertirse.

Las «enemigas del chisme» aprovechan para ponerse al día de algunos atrasos informativos de los asuntos familiares  o del barrio entero.

En medio de esta algarabía colectiva de personas y vehículos que parecen multiplicarse de la nada y que se convierte en temporada alta para los «amigos de lo ajeno, yo hasta ahora no se qué  celebramos, el fin de un año que ese día termina o  el inicio de año que al día siguiente comenzará.  Para algunos será las dos cosas. Para otros,  simplemente es la fiesta de fin de año y se acabó el asunto. Bueno, así está mejor, pero, para la próxima celebración me gustaría proponer una nueva actitud, es decir, celebrar la fiesta de fin de año, convirtiéndola en una especie de acción de gracias en la cual  todos los presentes unidos en el local donde hemos elegido pasar la fiesta, elevar nuestras oraciones, reflexionando por lo que fuimos y lo que queremos ser por Dios, la Madre Naturaleza y por todos los que nos acompañan a vivir este mundo desde el hogar. Luego del ritual de acción de gracias por el año que acaba de terminar… ¡Venga la jarana aunque no se coma mañana!….

Pero en fin ¡Que tengan un feliz año 2011!    Que Dios les dé éxitos en todo lo que hagan de buena voluntad.

No es mi intención parecerme al hermano Pablo pero no puedo dejar de hacer esta nota con el propósito de enviarles un mensaje a la conciencia, para ello quiero empezar pidiéndoles que a partir de este año 2011, no hagan bien las cosas para estar bien con mamá, papá, con el patrón o con el jefe. No…. Hagan bien las cosas para estar bien con su conciencia, porque ella es la embajada de Dios de quien cada uno lleva una oficina en su interior.

Si bien es cierto que cada uno es cada quien, no olviden que vivimos en función a los demás, vivimos en irrenunciable relación con los que nos rodean, de modo que los grandes no se crean los únicos, pues, siempre habrá alguien más grande que ustedes, los débiles levanten el ánimo, pues, siempre hay una oportunidad para crecer.

Comienza el nuevo año preguntándote: ¿Qué hice bien y qué hice mal el año que pasó? Normalmente creemos que todo lo que decimos, opinamos o hacemos es lo último, es lo irrebatible porque pensamos a pie juntillas que porque viene de nosotros  es lo más cercano a lo perfecto. Nada más equivocado.

¿Estarás actuando bien ante tus hijos, tu pareja, tus amigos y compañeros de trabajo?

Consúltale a tu conciencia, no lo preguntes a nadie que no seas tu mismo sobre tus obras y tu comportamiento frente al prójimo.

Tal vez la respuesta no fluya en el instante, pues tu yo interno lo va a procesar y la respuesta fluirá en la medida y en el orden de tu escala de valores  y de lo que en el camino has ido aprendiendo en concordancia con la ética y la moral de tu entorno y del entorno de tus propias convicciones.

En tu hogar. ¿Estás aprendiendo a escuchar más y a renegar menos?

¿Estás aprendiendo a dar más y pedir menos?

¿Cuántas reuniones de familia haz propiciado para entenderte mejor con tus hijos?  ¿Ninguno?… Hazlo este año. Pregúntales cómo te ven ellos a ti como padre (madre)  Si la respuesta es desalentadora para ti, muérdete la lengua aunque por  dentro tu orgullo de adulto se retuerza de dolor. Reflexiona……De repente no eres el padre (madre) perfecto que crees ser….Escucha a los demás, mejor si ellos son tus hijos.

En tu trabajo. ¿Has participado con entusiasmo de todas las actividades programadas? En las reuniones de trabajo,  ¿has aceptado críticas o  criticado sin ofender a nadie?

Tenemos muchas cosas para mejorar, aceptando las cosas que no podemos cambiar, luchemos por ser mejores cada día.

Trázate objetivos alcanzables para cada año, mide bien tus posibilidades, así tendrás logros de qué enorgullecerte siempre.

Renueva tus aspiraciones y tus convicciones. No seamos eternos. No tengas miedo de cambiar si eso te hará mejor persona. Avanza sin detenerte y sin apuros.

No te compares con el más rico ni con el más pobre, cultiva el justo medio en tu economía, ni mucho ni poco, sólo así tendrás tiempo para los demás y podrás gozar del sentido que debe tener la  vida.

Respetando el derecho ajeno, levanta tu estatura pisándote sobre tus propios logros, nunca sobre las debilidades del prójimo, mientras vas subiendo se amable con los que se van quedando,  puedes encontrarte con ellos al bajar.

No ambiciones descontroladamente tener más dinero de lo que las necesidades modernas nos exigen para vivir bien, si a la ambición no le pones freno, al final serás tan pobre que lo único que vas a tener es dinero.

Trabaja al ritmo de tus deseos,  con intenciones pero sin apego, porque la intención  es razón y el apego es pasión. La razón es el buen camino, la pasión es el camino malo, es el fin que justifica los medios y… «El mal nunca es camino al bien» dijo Juan Pablo II.

¡Buen Año 2011!   y como dicen que nadie tiene lo que no merece, que Dios les dé todo lo que  merecen!