Acción Popular y el Día de la Bandera

(El Ultimátum de la Merced – El Manguerazo)

García Belaunde y Melendez ZUmaeta

Por: Fernando Meléndez Zumaeta

Tecnócrata y Político peruano

 

Un  1º de junio como hoy, del año 1956, el Perú vivió -en Lima- una jornada cívica que recordamos con inmensa emoción cívica y patriótica; los peruanos, con gran entusiasmo e intensidad democrática demostraron que la voluntad popular está por encima de las maniobras y las triquiñuelas de los gobiernos dictatoriales y corruptos.
El 1º de junio de 1956, no solo es el recuerdo de la forja de un Partido Político como Acción Popular y de un líder democrático como Fernando Belaunde Terry, sino, además, la reivindicación histórica de los partidos y su vibrante contribución a la causa de las libertades ciudadanas. En aquel entonces, estábamos a pocos días para la realización de las elecciones presidenciales que deberían acabar con el Ochenio y la dictadura de Odría, y se buscó hasta el último momento que no se inscribiera la candidatura de Belaunde, por el Frente Nacional de Juventudes Democráticas, movimiento político que congregaba a la juventud peruana y ciudadanos de todas las razas, de todas las sangres y de todos los credos que pugnaban por un cambio profundo en el Perú.
Belaunde encabezó una marcha multitudinaria en la calle Tarapacá (Lima) hacia la Plaza de Armas. En el jirón de la Unión, esquina con la Merced, la policía y el rochabús intentaron cerrarles el paso.
Belaunde tomó la bandera y marchó solo. Increpó a la policía y dio un ultimátum de media hora para que el Jurado Nacional de Elecciones inscribiera su candidatura. Luego en la plaza San Martín se levantaron barricadas. La policía avisó a Manuel A. Odría, que se había levantado el pueblo. «Si no se inscribe a Belaunde -le dijeron- cae el gobierno». A los pocos minutos un patrullero con alta voz recorría la Plaza San Martín, anunciando: Por orden del general Odría, Belaunde ha sido inscrito». Renacía la democracia. Siete días después Belaunde presidía un mitin multitudinario.
La vida es una sucesión de interminables e innumerables experiencias. Pero hay algunas que por tener honda significación, por ser expresivas del país o de su gente, nunca se olvidan.
La noche del 1º de junio, es para los acciopopulistas, tal vez, la más emocionante y aleccionadora. El Perú luchaba contra una dictadura empeñada en desconocer la candidatura de Belaunde. Era un secreto a voces que, a último momento, iba a negar su inscripción, frustrando un movimiento juvenil que había despertado ferviente entusiasmo. A propósito, Belaunde se encontraba en Cajamarca y se proponía seguir viaje trasandino hacia Celendín, cuando fue informado que el gobierno pretendía provocar un derrumbe para postergar su retorno a Lima y, aprovechando su ausencia, expedir la denegatoria de su inscripción.
Siendo así, emprendió viaje de retorno en secreto, a media noche, ya no con rumbo a Celendín sino a Lima, burlando la severa vigilancia a que estaba sometido. En la capital convocó sin tardanza a una manifestación de protesta. El ambiente estaba caldeado, la gente acudió en gran número y con mucha decisión. Con un discurso elocuente y patriótico convenció al pueblo para marchar a Palacio de Gobierno a exigir la inscripción. Nunca se olvidará la actitud resuelta y valiente de esa multitud que aspiraba vivir en libertad, que luchaba por vivir en democracia. A la altura de la plaza La Merced se encontraban las Fuerzas de Asalto. El choque resulto inevitable. Llovieron las bombas lacrimógenas y los potentes chorros de agua de los rochabuses (A este hecho la prensa nacional lo tituló: El Manguerazo), los replegaron a la esquina de Emancipación, quedaron varios heridos en la calzada y el ambiente quedó irrespirable. Belaunde pidió a la multitud que le dejaran caminar solo por toda la calle La Merced, bandera peruana en mano (Cuando la policía preguntaba quién era el líder, el pueblo respondía: El Hombre de la Bandera). Su propósito era dar un ultimátum al gobierno; al llegar al frontis de la Iglesia La Merced, manifestó al jefe que comandaba esa fuerza que daba 30 minutos de plazo para que inscribieran su candidatura y, de no hacerlo  -les previno- marchamos a palacio (Por eso la prensa nacional, publicó en sus primeras planas: El Ultimátum de La Merced)
Siguieron tensos instantes con ocasionados encuentros y choques. Finalmente el Diario La Prensa, dio la noticia. ¡Está inscrita la candidatura! Un movimiento juvenil popular había triunfado sobre una dictadura férrea que se empeñaba en cerrarle el paso. Nunca olvidaremos la energía, el entusiasmo, la protesta y al mismo tiempo la alegría de ese conglomerado de gente idealista, dispuesta a todo. El triunfo de aquella noche fue del pueblo peruano a quienes nos debemos.
Este gestó marcó históricamente el fin de una era de desaliento. Ocho días más tarde el pueblo se congregó en otra grandiosa manifestación en la Plaza San Martín, las primeras palabras de Belaunde fueron: «¡Gracias pueblo peruano por inscribir mi candidatura a la Presidencia de la República!». La gratitud es un Valor.
Sin aquel 1º de junio de 1956, no habría  habido un 28 de julio de 1963, donde el gobierno de Acción Popular, devolvió a los pueblos su derecho a elegir a sus gobiernos locales; ni un 28 de julio de 1980, en que arrancamos la mordaza, restableciendo la libertad de expresión. Fueron los frutos sembrados por el pueblo el 1º de junio, frente a la Iglesia La Merced. ¡Honor y Gloria al valiente pueblo peruano! ¡Adelante!

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