02 de agosto de 1979

  • A los 38 años de la partida de Víctor Raúl Haya de la Torre

 

Por: Edgar Valdivia Isuiza

 

El 9 de julio de 1979 arribaba a la ciudad de Lima la delegación loretana que en comicios internos había sido elegida para participar en el X Congreso Nacional del Partido del Pueblo, cuya Comisión Organizadora por encargo directo de Haya de la Torre, presidía el joven trujillano Luis Alva Castro. La delegación lo presidía el c. Orison Pardo Matos y estaban integrado por el entonces aprista José R. Valera Suárez, Manuela Peixoto (QEPD), Walton del Águila, Remberto Tuesta Ríos, Eudoro Correa Ríos (QEPD), jóvenes apristas como el suscrito, entre otros calificados militantes. El Congreso Aprista coincidía con las horas culminantes de la elaboración de la nueva Constitución Política del Perú por parte de la Asamblea Constituyente, que era presidida magistralmente por Víctor Raúl Haya de la Torre, y que ante el apremio de su delicado estado de salud era conducida acertadamente por la inteligencia del Maestro Luis Alberto Sánchez.
La delegación loretana enarbolaba planteamientos fundamentales sobre el Plan de Gobierno de Loreto y la urgente necesidad de trabajar por cambios estructurales que modificasen la situación socioeconómica de la Amazonía. La intervención loretana generó un importante debate con la Comisión Nacional de Plan de Gobierno que conducía el Eco. Juan Candela. Los aportes fueron sustantivos. Pero el Congreso Aprista desde sus inicios estaba cargado de una profunda preocupación por la salud del jefe del Partido, cuya evolución pese a la reserva del caso, no evolucionaba positivamente. Los congresales apristas presagiaban que se avecinaba un duro golpe al corazón y al sentimiento del aprismo de base.
El testimonio de fuego que implicaba la suscripción del documento que promulgaba la nueva Constitución Política del Perú, “la Constitución del siglo XXI”, al decir visionario de Haya de la Torre, fue escrito con coraje de los hombres de fibra. El presidente de la Asamblea Constituyente logró su cometido, con la entereza y la perseverancia que siempre caracterizó su fructífera vivencia estampó su rúbrica en el texto constitucional, que abría nuevamente el camino para la restauración de la democracia en el Perú.
Los jóvenes apristas que conformaban la delegación loretana se apersonaron a los alrededores de la Plaza Bolívar, lugar donde se realizaban los actos de movilización ciudadana vinculados a la aprobación de la nueva Constitución peruana, en masiva marcha con otras delegaciones juveniles en forma ruidosa y entusiasta nos dirigimos al local del Partido del Pueblo de Alfonso Ugarte. Las emociones embargaban a todos los participantes. Es que había razones justificadas, el Perú entero ingresaba a un nuevo capítulo de su historia.
Culminó el Congreso con las tensiones propias que producía conocer que la salud del jefe del Partido estaba resquebrajada. Volvimos a Iquitos con mayores convicciones y nuevos proyectos para el quehacer partidario. Pero algo latía persistentemente, se nos iba Haya de la Torre. Muchos pensamientos cruzaban las mentes de quienes de alguna manera bebimos de las canteras del conocimiento hayatorreano. Hasta que llegó el día no esperado, el 02 de agosto de 1979, marcaban las 10.45 de la noche, Armando Villanueva del Campo, legendario líder del APRA, emergía en las puertas de Villa Mercedes para pronunciar: “Haya de la Torre ha muerto, viva Haya de la Torre”.
La noticia estremeció al Perú y el mundo entero. Fallecía uno de los políticos peruanos más calificados de la época contemporánea. Los medios noticiosos radiales y la comunicación telefónica se encargaron de hacer que el pueblo loretano tome conocimiento de tan dolorosa noticia. Orison Pardo, secretario general del Partido de ese entonces, anunciaba la estremecedora noticia y convocaba a los militantes a organizar la correspondiente capilla ardiente en el local ubicado en la cuadra 10 de la calle Arica, local de propiedad del c. Andy Chú Vela (QEPD). Lágrimas desesperadas de jóvenes apristas daban el marco de tristeza y pesadumbre. El escenario era abrumador y era imposible dejar de soltar una lágrima, por más esfuerzo que se hacía para contener las emociones propias. En forma inmediata apristas y ciudadanos que admiraban a Haya de la Torre se congregaron al local partidario para trasmitir sus condolencias y participar vivamente de los simbólicos actos fúnebres organizados por la dirigencia aprista. Durante varios días los apristas y ciudadanos iquiteños de toda condición social y generacional, hicieron guardia en torno a un féretro que simbólicamente guardaba los restos del jefe del aprismo.
Al día siguiente Orison Pardo fue convocado a la ciudad de Lima, en su calidad de secretario general departamental, para participar en los funerales del líder del aprismo continental, que congregaba a delegaciones apristas de todo el país y de muchos países del mundo. Mientras tanto en Iquitos, se organizaron intensas caravanas para resaltar la obra heroica e histórica de Víctor Raúl, culminando con una romería en el Cementerio General de Iquitos.
Al retorno del cementerio el silencio y el mutismo era casi total, las miradas se entrecruzaban entre quienes se rendían ante la egregia figura de Haya de la Torre. Al calor de las emociones y de una realidad objetiva, empezaba a construirse una nueva dimensión del pensamiento hayatorreano.
Han transcurrido 38 largos años desde entonces y ahí está vivo y latiendo con más fuerza el pensamiento telúrico del jefe y fundador del aprismo. Como mejor homenaje corresponde a todos los apristas leales y convencidos de su fe forjar y construir el aprismo del futuro.
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