¿Elecciones o chismes de callejón?

Ubicados ya casi en la línea de partida hacia palacio de gobierno o el congreso nacional, los políticos y los que no lo son, vienen ensayando temas y frases,  unas lisonjeras y otras peyorativas,  pero ninguna ubicada en la línea  de lanzamiento realmente político centrado en dicho tema.

Hasta aquí aceptamos la figura, sin embargo tenemos que deplorar que justamente en el ámbito donde debe primar el respeto mutuo, la palabra elocuente o la réplica decente, se barbarice el ritmo civilizado de un diálogo con frases disonantes, reñidas con el buen hablar y el bien decir, solo por causar mayor impacto en el ánimo de una sociedad expectante hacia lo que se espera sea una campaña civilizada por la presidencia del Perú.

Pero lo que causa  más desazón es que quienes han iniciado el quiebre político y decente del diálogo han sido precisamente dos personajes que en su momento ejercieron el mando de la nación y periódicamente se visitan entre sí mostrando, ahora se ve que hipócritamente, una afabilidad simulada que ha causado escozor entre los afines a los partidos que ambos lideran, cada uno por su lado.

Sin duda ambos han mostrado una doble conducta muy curiosa por cierto pues sus conceptos expuestos manifiestan un clásico modelo de antipolítica  que puede ser letal en un momento dado. Pues han evidenciado cuanto de politiquería hay en sus cerebros, recobrar sus potencialidades para liderar una campaña  sin duda será tarea difícil sobre todo para uno de los contendientes  que aspira volver a gobernar el país ya que el otro pasa a la quietud del descanso, eso permitiría decir que en la línea de resultados de la contienda antipolítica ganó el que se va y no pierde nada, mientras que el que se queda puede fracasar o no en su intento presidencialista.

Por último, a ambos contendientes, como ciudadanos que queremos creer en los políticos, les decimos que  la circunspección y la pulcritud en todos los actos de la actividad política, son vitales y confieren respetabilidad  quienes tienen el honor de ostentar la representatividad nacional. No hay que olvidar que la mejor voz de mando es el ejemplo y se  gobierna con él. Tengamos en cuenta que las acciones equivocadas o las conductas incorrectas inducen a  la pérdida del respeto por parte de todos aquellos que se quiere dirigir y gobernar.