Está terminando el mes de octubre y quizás muchos de nosotros estábamos a la espera de los milagros a los que se le atribuye este mes por la historia religiosa del Cristo de Pachacamilla, un retrato que tras un terremoto en Lima quedó intacto y todo destruido a su alrededor.
Es por ello que los fieles cristianos le confiaron sus más fervientes deseos, más que todo súplicas por temas de deteriorada salud personal, de algún familiar o amigo, dándose las sanaciones luego de las oraciones frente al Cristo de Pachacamilla, desde entonces El Señor de los Milagros.
Será la creencia popular, la fe, coincidencias, no hay respuesta exacta, queda en el sentir y en el corazón de los creyentes que como todos los años con mucha devoción participan de las procesiones con cantos, rezos, en un caminar que no se detiene ni por un lluvia simple o torrencial, igual es, los devotos siguen como ocurrió en Punchana el último sábado.
A nivel de la ciudad de Iquitos quizás el mayor milagro sería que las autoridades se sienten a dialogar y crear una mesa permanente de trabajo con objetivos comunes por el bien general, pero de verdad sin mezquindad política partidaria como si estarían en campaña electoral, cuando esto ya pasó y están en el ejercicio de gobernar.
Necesitamos muchos milagros, en realidad, que tal vez el Cristo de Pachacamilla se enojaría mucho con nosotros por la interminable lista, y tal vez nos podría hasta tildar de tóxicos, usando los términos de la temporada.
Pedir que la recesión de nuestra economía nacional no se agudice y que más bien se recupere, es un milagro que nos gustaría tener aún en contra de los indicadores que dice el primer trimestre del 2024, sentiremos. Pero, los milagros existen sin explicación científica, por eso no perdemos las esperanzas que, si en este octubre nos quedamos sin milagros, que se manifieste en el primer trimestre del próximo año con una economía estable para todos y todas.
Sin milagros
