Y van asomando.

La semana que pasó fue pródiga en sucesos de tipo político partidario, como por ejemplo las concurrencias masivas a las marchas de inscripción de  entidades políticas y de candidatos a los gobiernos locales y regionales. A ojo  de buen cubero podría decirse que las llamadas encuestadoras, aquellas que ubican  donde les viene en gana a tal o cual candidato, fueron desmentidas en sus apreciaciones, por quienes actuaron de observadores en tal feria electoral, ya que la posición de cada uno de los candidatos se dejó ver en el volumen de asistentes, aunque debe señalarse que en cada una de estas actuaciones, hay personas que acuden a todas las convocatorias  y eso permite yerros en la apreciación final.

En base a lo que nos tocó ver,  podemos señalar como apreciación muy somera, que en  estos momentos el único que cataliza a su favor el voto ciudadano, aunque muy medianamente es el líder de Fuerza Loretana, aunque  debe cuidar sus flancos pues a corta distancia se aprecia la figura del líder de Unipol que, al parecer, tendrá que bregar duro para poder quemarle el pastel a Fuerza Loretana.

Sigue con una también regular aceptación, el popular «gallito» que con su volumen partidario y apoyo de varias agrupaciones populares puede ser un «·gallito» de tapada, vistos como repetimos, el grado de aceptación  mostrado en  sus presentaciones en público como parte de su campaña.

Quizás  por razones de tiempo o de información a destiempo, no tenemos a la vista una radiografía del candidato del MIL,  tal vez  por ser una candidatura que ha sorprendido a muchos, dada la escasa trayectoria política del candidato a presidente regional, quien misteriosamente aparece con la segunda chance en una encuesta de dudosa veracidad.

Tanto «Loreto Restaurado» como «Mi Loreto», comparten intensiones de voto, pero no nos arriesgamos  a señalar un determinado porcentaje para  cada uno de los aspirantes a presidente regional, debido  que consideramos que exponer cifras obliga a un trabajo serio y muy profesional, para evitar estafas a un electorado que pugna por conocer mucho y más de cerca a sus candidatos.