Vida, pasión y muerte de la calidad de la educación.

Por: Luís Roldán Ríos Córdova rioscordova2010@hotmail.com

Anticipo. Este artículo no toca temas de carácter técnico pedagógico ni lo que entendemos como calidad de la educación. Sólo atravieso el terreno social y humano del docente, ahí donde germina la calidad.

El Perú «liberado» de España, inicia su docencia como un voluntariado de la filantropía de ese entonces, claro, no había pedagogos titulados, este oportuno desprendimiento y tamaña buenaventura de ciertos acomodados deseosos de hacer de la docencia un servicio social, ha ido cayéndoles en gracia a los sucesivos gobiernos de la reciente República. Hasta ahí, genial.

El problema es que los tiempos han cambiado arrasados por el capitalismo y la modernidad, sobreviviendo a este tsunami social la idea de ejercer la docencia como un apostolado, lo que quedó impregnado en el sentir del magisterio y de la sociedad, sentimiento aprovechado para mala suerte del Perú por gobernantes aventureros que vieron en la educación un gasto inútil  por cuanto los resultados son de largo plazo y no aseguran sufragios inmediatos, tomado así, claro que no conviene ver a la educación y al protagonista como una inversión que tiene la misma importancia que un parque industrial, o la de construir un oleoducto.

Hecha la mala costumbre. La docencia se ha convertido primero, en oportunidad laboral para egresados de primaria y secundaria, luego oportunidad para profesionales de otros campos, sin conocimientos pedagógicos; posteriormente se convierte en refugio económico de cuanto desocupado lo necesitaba y hoy, como única forma de sobrevivir para quienes siguieron (por presión familiar) la profesión aunque sea de maestro, con el perdón de los que lo hicieron por vocación.

¿Ha manejado el Estado la producción masificada de profesores con capitalista intención?  Como respuesta a la interrogante el sueldo se ha sometido a la ley de la oferta y la demanda y no a la necesidad de tener un maestro adecuadamente motivado. Por la pobre remuneración (bendecida por la creciente demanda de empleo y la  poca seriedad del Estado) el magisterio se convierte en un mercado de compra- venta de puestos de trabajo para corruptos y corruptores, o de ofrecer empleo a cambio de favores electorales, condición suficiente a mi entender, para darle al Estado el marco legal para deshacerse de los maestros que no quiere emplear sin perder los beneficios de la oferta y la demanda como instrumento del libre mercado, pues ello le faculta escamotear sueldos; entonces comienza por exigir título pedagógico, como esto no resuelve el problema, entra la Ley de la Carrera Pública Magisterial dejando en las manos del maestro la responsabilidad de la mejora o no de su condición salarial y profesional, de paso, debilitar a su sindicato. Triunfo del  Estado,  no de la calidad de la educación. Triunfo político pero no moral. Peor aún cuando remediar la pobre calidad de la educación es vista sólo desde la culpa del maestro y del SUTEP.

Someter el empleo docente a la calidad del profesor no está mal, siempre y cuando el docente inicie su Primer Nivel Magisterial con un salario suficientemente alto de manera que no necesite ocupación paralela para poder solucionar sus necesidades más comunes. No se puede asegurar que un maestro que tiene que dedicarse a otras actividades o ser docente en dos turnos no menoscaba la calidad de su docencia, de modo que el trabajo dividido (un turno por vocación y el otro por ocasión) siempre atentará contra la calidad de la educación y  el futuro nacional. Me atrevo a asegurar que ningún maestro labora en dos turnos por vocación. Lo hace por que las necesidades de su familia lo exigen y eso es culpa del Estado, no del maestro.

Lógica del capitalismo moderno.

1er. Paso.-   El maestro inicia su Primer Nivel Magisterial.   (Altamente  remunerado)

2do.Paso.-   El maestro es fuertemente exigido.                       (Buscando calidad total)

3er.Paso.-    El maestro es expectorado de la profesión            (No cumple, no rinde)

Lógica de un Estado tercamente fanatizado en sus antiguos errores. ( ¿? )

1er.Paso.-  El maestro es expectorado                                (No pasa la prueba. No rinde)

2do.Paso.- El maestro está siendo fuertemente exigido.         (No  busca calidad)

3er.Paso.-  El maestro inicia su Primer Nivel Magisterial.     (Mal remunerado)

«INCENTIVOS» PARA EL  ASCENSO DE NIVEL

Según  boleta de pago de una docente recientemente nombrada en el Primer Nivel, la diferencia es de 120 Nuevos Soles respecto a sus haberes como contratada sin nivel. Entendiendo que la 29062 tiene como objetivo paralelo la mejora de  sus ingresos. ¿Será esto un incentivo? Se que ya está recurriendo a préstamos lo que necesariamente le va a llevar a sumirse en un mundo de endeudamiento del cual si no se dedica a otras actividades, nunca saldrá, facilidades para el cual sirve el hecho de estar nombrada, pues, tal condición para «incentivar al docente» sólo se convierte en capacidad de endeudamiento.  ¿Será eso un aliciente profesional?

Se dice que el maestro debe aspirar vía superación su ascenso de nivel, correcto, de acuerdo, pero… ¿Cuánto tiempo tiene que esperar?… Veamos.

La profesora que hoy tiene 26 años, según esta  Ley 29062,  recién podrá postular a un ascenso dentro de tres años, entonces si no hubiera inconveniente en el camino recién estaría en el 2do. Nivel a los 30 años.  Hasta aquí todavía  parece alentador.

Siguiendo las «expectativas» de ascenso de nivel para «ganar mejor» basado en el mérito, estaría en el 3er. Nivel a los 36 años de edad con un sueldo que todavía no le alcanza para dedicarse exclusivamente al ejercicio de su profesión. Siguiendo el tiempo de permanencia mínimo en cada nivel exigida por esta ley estaría a los 43 años en el cuarto nivel. ¿Será esto motivador realmente? ¿Qué pasa si en el trayecto entra a tallar la no disponibilidad presupuestaria para ascensos? Mas aún conociendo los maestros, por experiencia propia, que el Estado cumple las ley cuando ésta no favorece al maestro. Lo cierto es que de no tener ningún contratiempo esta profesora a sus cincuenta años deberá estar llegando al quinto nivel, repito, si en el camino el gobierno de turno dice que no hay disponibilidad presupuestal para ascensos «prudentemente» prevista en la ley. Si eso se da que es lo más seguro ¿Llegará esta profesora al quinto nivel para mejorar su condición económica y profesional todavía en condiciones saludables y pujante de ánimos?  ¿Por qué su nivel tiene que estar arbitrariamente manipulada por la ley en cuanto a permanencia y no de acuerdo a la superación y calidad del docente?  ¿Se quiere o no tener profesores de nivel?

Bajo esta perspectiva a partir del 3er. Nivel las cosas ya no son alentadoras ni ofrece realmente un futuro promisorio como profesión, de modo que esta Ley sólo  servirá (principal desvelo del Estado) para pulverizar al SUTEP en grupos de docentes con intereses diferentes basados en falsas expectativas.

Sobre Remuneraciones, Incentivos y Estímulos.

En su Artículo 45. Remuneración por Niveles Magisteriales, si tomamos el mismo ejemplo, significa que en el tercer nivel a los 36 años de edad estaría recibiendo el 30% más que el 1er. Nivel o sea debe llegar a 1,860.00 n.s. aproximadamente y algo de 3,000.00 n.s. en el quinto nivel.  ¿Tendrá el mismo valor adquisitivo dentro de 20 años?   ¿Querrá un docente doctorado ganar ese monto a dedicación exclusiva en un mundo  inmerso en una sociedad de consumo?  Lo dudo.

Entonces, la prospectiva de la situación nos indica que nadie (es un decir) querrá abrazar la profesión docente y más temprano que a tiempo estaremos volviendo a poner la educación en manos de profesionales de otros campos como lo  pretende la Ley 29510 que acogerá en el magisterio a profesionales sin vocación ni formación pedagógica. En qué quedamos. ¿Queremos burlarnos de miles de pedagogos titulados y sin empleo?

Sobre el sueño y la realidad.

Se dice que las sociedades humanas no pueden  prescindir de sus héroes que nos inspiran, nos sirven de modelos y que en el caso de la educación los maestros que asumen su labor docente con absoluta entrega, sin reclamar mejoras salariales, sin protestar ante las injusticias del Estado explotador, es decir, aquel que acepta todo sólo por el noble deseo de educar, es el verdadero maestro. Es cierto, estos maestros existen, son héroes de la educación como existen héroes entre los militares, santos entre los sacerdotes. Pero no todos los militares son héroes ni todos los sacerdotes son santos. Nunca todos lo van a ser. Son genios que siempre admiramos, veneramos y que los tenemos de espejos para ornamentar la sociedad ¿Cuántos los imitamos? Sin embargo siempre van a existir. ¿Es lo divino y lo perfecto?  Aquí  entra como guante lo que alguien dijo: «Lo divino es una mentira institucionalizada para encubrir nuestras bestialidades, los hombres perfectos son pretensiones de seres imperfectos». ¿Cómo  pretender que haya más de 300 mil héroes o santos de la educación?  Esto es tan estúpido como pretender que el VIH se extinga  sólo con los consejos y las recomendaciones de la moral y la religión. El maestro aún siendo abnegado también se cansa de cobrar y no tener…cobrar y no tener…Este humano también es un producto social hundido en una sociedad de consumo, por tanto tiene aspiraciones que van más allá de su vocación. ¿En este contexto, puede ser modelo de juventudes un maestro resignado y sin  aspiraciones?

Pregunto. El maestro, aquel que se dedica a su docencia sin fijarse si le pagan bien o mal, aquel que ve, oye y calla ¿Será un modelo para los niños, teniendo en cuenta  que la historia social demuestra que la evolución de las sociedades no ha sido  el producto de ver, oír y callar?

Visto así, la pretendida intención de mejorar la calidad de la educación morirá al depositar la docencia  en manos de profesores que de tras de su «apostolado» seguirá teniendo otra actividad POR NECESIDAD, de modo que en la evaluación de la UNESCO para ubicarnos en algún lugar en materia de calidad, siempre estaremos llegando después del último, aún sin saber para qué educamos.