Vetusto oleoducto

Cuántos derrames de petróleo más tendrán que pasar para que se tome muy en serio un plan de mantenimiento o qué mejor de renovación del Oleoducto Norperuano construido en 1975. Y pensar que se paga por hacer uso de este «servicio», que está demostrado es malo porque mínimo le falta mantenimiento, a razón de la cantidad de derrames ocurridos.
Cuántas cochas, quebradas, lagos, ríos, vegetación, animales selváticos tendrán que afectarse, cuantas personas tendrán que seguir alzando sus voces para pedir que no sigamos malográndoles la vida. Pero sí puede ser bueno para todos, si se tomaran medidas preventivas. Se aminorarían los accidentes.
Esta vez es víctima una zona del distrito del Morona, provincial del Datem del Marañón (que también le azota la rabia silvestre). Son diez comunidades identificadas, según información procedente de la zona, y directamente la quebrada Cashacano, Asanchuma, Copales Unidos, que desembocan en el río Morona.
Las organizaciones indígenas han expresado su protesta y Petroperú ha oficializado la fisura de 55 centímetros en el lomo de la tubería, en el km. 26 del Oleoducto Norperuano y que ha puesto en marcha un Plan de Contingencia. Además que informaron a los organismos fiscalizadores Osinergmin  y Oefa.
Recordemos que anteriormente se ha puesto en duda lo accidental de este tipo de hechos, llegando a decirse que se sospecha de que algunos de estos «han sido provocados» por manos extrañas e intereses subalternos. Esto no se descarta. Todo cabe en las posibilidades mientras se realicen y no concluyan las investigaciones.
Lo que no se puede tapar el sol con un dedo es que el Oleoducto Norperuano es una instalación de muchos años y vale sea estudiado en la posibilidad de ofrecer garantías, en el sentido de que ocurrencias graves contra el medio ambiente, sean reducidas a la mínima posibilidad.