Un flagelo a combatir

Lo cierto es que la corrupción es el síndrome más fuerte que se tiene en el aparato estatal y todo hace indicar que estamos frente a un tema endémico, aquel que no puede ser erradicado por voluntad propia ni por sanción efectiva, mientras tanto veremos que todos se enriquecen indebidamente gracias a las grandes cantidades de dinero, favores, acciones deshonestas y demás elementos de generan más y más corrupción.

 

No sólo veamos lo que pasa en Ica, donde la lluvia de denuncias sobre hechos graves son el común denominador, sino que lamentablemente los parlamentarios no tienen la voluntad propia y directa de enfrentar este flagelo, ya que muchos de ellos, casi en su totalidad, sufren de la misma condición, favores que les hicieron no pueden ser destruidos fácilmente y tampoco pueden enfrentarse, todo enmarcado en un círculo vicioso de nunca romper y quebrar.

 

¿Hay esperanza?, claro que sí, todo debe comenzar en casa, en el seno de un hogar, porque ese es el único y sagrado templo de los valores, si no inculcamos verdad, honestidad, serenidad y prudencia, siempre veremos que nuestra sociedad cae de forma agresiva en las sombras de la deshonestidad y este signo aberrante que vive entre nosotros como es la corrupción.

 

Podemos crear un ambiente más saludable en la sociedad, está en nuestras manos y es nuestra oportunidad, somos los únicos, nosotros los peruanos, los que podemos enviar al «tacho» la corrupción en todas sus formas y lograr que como colectivo todos nos favorezcamos, teniendo un país más fuerte en valores y sobre todo digno.