Trato Humano

 

Dentro de los múltiples problemas que afrontan diariamente los pacientes que acuden a los servicios de salud, destaca por su dimensión,  la falta de un trato humano acorde con la gravedad del mal que aqueja a quienes acuden ansiosos de un tratamiento adecuado o de una orientación profesional sobre su mal.

Si bien el trato desusado es algo que merece corregirse, estimamos que también debe de encontrarse  la fórmula que permita impedir el avance de una medicina humana reduccionista, orientada principalmente a la cura técnica de la enfermedad biológica, como dice la especialista Pilar Frisancho, añadiéndose a esto el problema que viene desde la formación del médico y, sobre todo, del personal auxiliar, cuyo comportamiento deja mucho que desear.

Es usual escuchar testimonios de los pacientes de los servicios públicos de salud, quienes, en su desesperación, al no ser atendidos pese a mostrar signos visibles del mal que los aqueja, exigen que la persona que lo atendió a medias sea cambiada de colocación, pues muchas de las emergencias por su característica propia, requieren de atención inmediata y eso parece que no va con quienes  tienen la obligación de alertar al o los  médicos para que brinden su atención de acuerdo al grado de urgencia a tratar.

En cuanto a los médicos, con muy honrosas excepciones, los pacientes dicen “ese médico me trató muy mal”, o también “no me examinó, no me respondió a mis dudas y sobre todo lo noté muy indiferente a mi mal”.

Sin duda, dicho mal trato comienza  en los ambientes primarios de atención, donde atienden auxiliares  técnicos o enfermeros y enfermeras cuya visión del verdadero estado de ánimo del paciente es completamente nulo, lo que permite sugerir  que en las salas de emergencia, sea un médico el que atienda  y no cansadas  enfermeras, cuya edad hace que tengan reacciones casi violentas contra los pacientes, debería darse una ley que jubile a dicha clase laboral en la edad adecuada para reposar, recibiendo, mientras viva, todo el apoyo del Estado.

Todo lo antes dicho, hace que se rompa la confianza que debe existir entre el paciente y el profesional que lo atiende, de allí que se precise que al cuerpo médico y auxiliar de salud se le dicte academias y charlas  sobre la relación  médico – paciente, para lograr arribar a u entendimiento fluido y sereno entre ambos, y así hacer del campo de la salud un ambiente de respeto por toda la ciudadanía.