Semana Santa y Elecciones

  • Un momento de reflexión en esta perturbada carrera electoral:

Por:     Adolfo Ramírez del Aguila
    arda1982@yahoo.com

Semana Santa

A mis alumnos con quienes interactúo en el aula, les habían prometido escribir sobre la famosa alma iquiteña bautizada con el nombre de Azucena; están asustados y alborotados por tal fenómeno paranormal y creo que es pertinente expresar desde la fe cristiana un punto de vista. Mi compromiso quedará pendiente.
Más prioritario que la Azucena, es la Semana Santa, la fiesta religiosa más importante del año, aunque no lo parezca. Y esta «Gran Semana», como le llaman nuestros hermanos protestantes, se da en un contexto muy especial para la vida democrática de nuestro país: las Elecciones Generales. El ambiente está muy movido porque están aconteciendo situaciones increíbles.
Los obispos de nuestra patria, a través de la Conferencia Episcopal Peruana (una especie de colegiado de todos los obispos del Perú) han publicado un pronunciamiento muy reflexivo, como para meditarlo en esta Semana Santa, tanto desde nuestra condición de votantes como de candidatos.
El Mensaje de los Obispos empieza así: «Los peruanos nos encontramos ante el desafío de emitir nuestro voto en las próximas elecciones para la Presidencia y el Congreso de la República. Elegiremos a los representantes que nos guiarán hacia la celebración del bicentenario de la nación. Con esta elección se afianza una continuidad de procesos electorales, inédita en nuestra historia.»
Luego expresan con valentía profética lo que muchos no queremos reconocer en la encrucijada actual: «Esta satisfacción, sin embargo, viene empañada por una cierta tristeza y perplejidad, al ver cómo se viene desarrollando el proceso electoral. La conformación de las listas parece haber dejado de lado la propuesta programática; los planes de gobierno no aparecen como vinculantes ante la sociedad; algunos de los principales líderes están severamente  cuestionados y con procesos judiciales en curso; se dejan de lado honorables trayectorias en aras del pragmatismo…»
Efectivamente, por estar en estos legalismos puritanos, el debate de ideas y propuestas es lo que menos tenemos en este proceso en ciernes, primando los insultos, las observaciones, las tachas, y expulsiones como cancha. Y como para confirmar que la política pareciera ser el arte de tumbar al otro y no de buscar el bien común, los ciudadanos mostramos «escepticismo y desconfianza en este nuevo proceso electoral».
Ante este desalentador panorama, con olor a Viernes Santo, es misión de la Iglesia y de sus pastores alentar al Pueblo de Dios para levantar la mirada hacia el Domingo de Resurrección. Iluminados con la frase «Sabemos que las cosas pueden cambiar» (Laudato si´ 13) frase del papa Francisco en su primera encíclica, nuestros obispos nos alientan a redefinir la política como el arte de buscar el bien común.
Como para meditarlo en esta Semana Santa, los prelados nos lanzan las siguientes preguntas, he aquí alguna de ellas: «¿Cómo vamos a combatir la corrupción que afecta la sociedad, la política y la vida cotidiana, incidiendo gravemente en nuestro desarrollo? ¿Cómo se va a promover un comportamiento ético, acorde a la dignidad de todos y cada uno de los peruanos? ¿Cómo superar un crecimiento económico basado en el extractivismo y la mera exportación de materias primas? ¿Cómo vamos a lograr una representación política que acerque el Estado al ciudadano de a pie, de modo que éste sienta que sus derechos y deberes son debidamente promovidos y respetados?»
Finalmente, exhortan a rehabilitar la democracia y la política desde la ética. Si bien es cierto que la Iglesia Católica, en especial su jerarquía,  no se inclina por ningún partido político, es importante recalcar que es parte de su misión dar orientaciones generales para que los creyentes votemos con criterios mínimos de responsabilidad ciudadana como por ejemplo: «…obtener información veraz y completa sobre la hoja de vida de los candidatos; exigir un plan de gobierno realista; descartar a los postulantes corruptos y a los oportunistas; evaluar las promesas de campaña, así como las fuentes de financiación; verificar el compromiso de los candidatos por la defensa integral de la vida y el cuidado de la Creación.»
El mensaje termina con una interesante invocación: «…hacemos un llamado a los cristianos a participar en la acción política desde una actitud de servicio al bien común, propia de los valores evangélicos. No permitamos que la actividad política sea capturada por quienes solo se preocupan por sus propios intereses o los de su facción…Los pastores del Perú deseamos sumarnos a la construcción de un país más justo y equitativo, en el que todos podamos vivir con dignidad y en paz.»
Ya tenemos entonces insumos de reflexión para esta semana que empieza. No aceptemos voces que seguramente nos van a tentar a hacer una tregua por estas fiestas y olvidarnos de la realidad terrenal concreta para elevar nuestro espíritu hacia mundos celestiales alienados, ayunando y comiendo chonta. Nuestra realidad no se arreglará sola, necesitamos de ciudadanos y cristianos  comprometidos con una civilización del amor, y ese nuevo mundo lo queremos construir desde la cruz victoriosa de Jesús el Cristo. Elecciones y Semana Santa no deben de divorciarse.
Ojalá nuestros candidatos que aún compiten en este carrera, vayan a las celebraciones religiosos de estos días y confiesen sus graves pecados y hagan un propósito de enmienda ante Dios y ante este sufrido pueblo que tanto espera de ellos. Ojalá los votantes vayamos a pedir al Cristo crucificado, luces para elegir con responsabilidad a nuestras nuevas autoridades y que en el Domingo de Resurrección renazcamos hacia una nueva sociedad transformada por el Espíritu Santo.
¡Feliz Semana de reflexión y meditación santificando la política y la sociedad! Amén.