Ribera sin defensa

Fue en la década del 80, si recordamos bien, que se alentó toda una lucha a favor de la defensa de la ribera de Iquitos. Entonces se hicieron estudios y se empezó a reforzar esa frágil línea entre la tierra firme y las aguas del entonces río Amazonas que pasaba imponente frente a nosotros.
Desde entonces y desde hace mucho tiempo, sabemos de los deslizamientos de la tierra, y los muy antiguos loretanos o amazónicos jamás se ubicaban en esos espacios que sabían por experiencia que tarde o temprano esas tierras producto de la erosión iban a ceder hacia el río.
Es lamentable lo que ha sucedido en El Estrecho, lo que en otro momento sucedió en San Lorenzo, en Maypuco, en Santa Rita de Castilla, en la ribera de Iquitos, pero se pudo contener desviando la fuerza de la corriente hacia la zona de Nanay haciendo desaparecer el poblado de Santa María.
Así podríamos seguir enumerando cuántos pueblos de estas últimas décadas se ven afectados porque se niegan a convivir en armonía con la naturaleza y sus normas naturales. Y podemos enumerar pueblos que sí lo hacen como Alto Monte en el río Tapiche que para llegar al pueblo desde la ribera se tiene que caminar unos 20 minutos, similar tramo para llegar a Tierra Blanca en el río Ucayali.
Hacemos toda esta referencia porque este tipo de desastres se pueden seguir repitiendo porque no tomamos medidas de prevención y nos advierten, pero no hacemos caso ni a la autoridad política, y a la judicial no sabemos, ya que no recordamos a autoridad que haya hecho valer la seguridad con desalojos judiciales.
Otra ribera en riesgo es la curva de Moronacocha donde hay viviendas de familias que tienen negocios para subsistir. Están en todo su derecho, pero se han ubicado en una zona declarada en riesgo para viviendas u otro tipo de predios. Entonces todos debemos respetar y no ubicarse allí.
Lo ocurrido este fin de semana es una muestra más de cómo estamos en ordenamiento territorial, y en otro orden de cosas más, desacatamos las órdenes de quienes tienen y les hemos confiado la autoridad para gobernar. ¿Cuántas desgracias más tendremos que sufrir para comprenderlo?