Retórica política

El objetivo es el poder. La democracia en su esencia sigue fracasando. Sea de izquierda, de derecha, hasta de los más extremos y del centro, una vez sentados en la administración de un país, región, provincia, distrito o de alguna organización formal que se rija por elecciones «libres», poco a poco va ganando la soberbia, el endiosamiento del líder y del entorno. «Somos gobierno», se suele escuchar.
Desde esa frase ya se asimila una postura que se inclina a ciertas acciones dictatoriales. No en todos los casos, pero sí en un buen número. Entonces casi todo empieza a girar en base a los intereses del grupo que gobierna y la oposición es mirada como enemiga, incluso a la que hay que destruirla «literalmente», aunque por fortuna no sufrimos de mercenarismo político declarado. El gobierno para todos es retórica.
«Somos gobierno», un autoengaño que nos lleva a tener uno de los atrasos más vergonzosos de las últimas cuatro décadas, y es que nadie con una preparación y análisis mediano puede comprender, cómo es posible que no hayamos despegado en dar mejores condiciones de vida a nuestros pobladores.
Es que es difícil comprender teniendo tantos recursos naturales con grandes posibilidades de generar economía y bienestar. Es que se ha invertido en fierro y cemento en demasía, y casi nada en sembrar las bases de un auténtico desarrollo para la región y el país. El problema todos lo conocemos, esto último no trae rápidos gananciales para los que ostentan el poder.
Y es que ya no podemos estar a media voz, porque esto es un secreto a voces, sino, miremos un poquito del caso de corrupción Odebrecht en varios países de Latinoamérica, incluyendo el nuestro. Y seguiremos preguntándonos, por qué? Si acaso autoridades y funcionarios no gozan de importantes sueldos que hasta pueden ahorrar, porque en ejercicio la entidad a la que representan asumen gastos por la investidura. El sueldo sale entero.
Algunos analistas están convencidos y nosotros pensamos que debe ser así, que si hubiéramos apuntado a programas de desarrollo económico con gran intensidad, tendríamos menos pobreza, de hecho, y mejores oportunidades para centenares de jóvenes que se miran las caras en la calle y no saben qué hacer porque no pueden solventar sus estudios y el trabajo que consiguen apenas les alcanza para un bocado.
Esta es la sociedad que tenemos y que urge replantearse con nuevos líderes políticos, que más gente preparada sean jóvenes o adultos apuesten por un cambio profundo en nuestro país y regiones. Que la historia los recuerde en el libro de oro de las hazañas y que las nuevas generaciones se sientan orgullosas de este esfuerzo, quizás también sacrificio. Estamos convocados.