Reportes sin fin

Las desapariciones de menores de edad en el día a día van formando una larga lista en los reportes sin fin. En su mayoría son jovencitas entre 13 y 17 años, aunque también se sabe de otras un poco mayores. Mientras que los familiares, madres principalmente, salen a suplicar que retornen.
Si bien hemos disminuido en algunos porcentajes los casos de trata de personas en nuestra región. Las desapariciones que se publican responden también a muchachas que por problemas dentro de sus familias salen a otros espacios no precisamente recomendables para su etapa de formación.
Como sociedad existen lugares donde ellas puedan ir para un tratamiento psicológico, pero el gran problema es que las adolescentes huyen también y es como si optaran por andar a la deriva sin ningún tipo de apoyo, o prefieren confiar en alguien de su propia edad.
Estos signos de alarma que vamos dando como sociedad todavía no somos capaces de afrontar con resultados efectivos. Tenemos muchos enemigos como los que muestran antivalores en el entorno y a través de los diversos medios de comunicación.
Obvio que no se puede generalizar. Estamos hablando de un segmente de juventud que se va como descarriando a nuestra vista, lo que nos preocupa, pero también sentimos impotencia, porque las autoridades tutelares que deben dar la pauta, prefieren mirar por otro lado.
Y pensamos que si la salida a la calle sin retorno de estos jóvenes tiene que ver con un tema familiar interno, es fácil entender que la decisión de escape podría variar si se empieza a trabajar por el bienestar de las familias en forma global, buscando mecanismos que fortalezcan su integración.
No se trata de pensar en las familias tradicionales e ideales conformadas por papá, mamá y los hijos. Hay familias conformadas, o solo con la mamá y los hijos, o solo con el papá y los hijos, o los tíos con los hijos, o las abuelitas, o algún apoderado del menor. Estos modelos de familia tienen que fortalecerse con sus propias características.
Con esto no queremos decir que estas conformaciones de familias solo tienen problemas, para nada. Estas deben tener la misma atención, aprecio y valoración que el otro tipo de conformación familiar. Por lo que la idea de buscar vías de fortalecerlas no discrimina, y más bien busca reconocerse, descubrirnos y aceptarnos en una sociedad con sus matices.