Reordenamiento en el mercado de Belén

– Se deja sentir principio de autoridad

Por: El inspector
Al concluir las gestiones municipales anteriores, especialmente en lo referente al mercado de Belén, cuya administración y control es compartida con la municipalidad de Maynas, el caos y el desorden era el común denominador, destacando los vendedores ambulantes que se plantan en un mismo sitio, y los vendedores con puestos fijos que ponen sus ventas justamente delante de sus puestos, adicionándolos con mesitas, banquitas y hasta en el suelo, con lo cual impiden el libre transitar de las personas que a diario asisten a comprar sus productos, bien sea para su casa o para actividades comerciales de distintos rubros, a fin de buscar honradamente el pan nuestro de cada día. Esta situación permitía acrecentarse a diario los asaltos al paso, el pulular de gente de mal vivir, entre borrachines y ‘enfermos mentales’ al acecho de acercamientos indecentes que a veces no se pueden distinguir, amén de los montículos de basura por doquier que los responsables prácticamente ya habían ‘tirado la toalla’ al punto que la hediondez, las moscas y ratas y la presencia de los gallinazos era de lo más normal caminar entre ellos.

En la actualidad, a menos de cien días de gestión, en el mercado de Belén se aprecia que al fin hay algo del principio de autoridad, se nota que están impulsando un reordenamiento de los vendedores, así como un nuevo plan de limpieza que va superando el estado calamitoso de los acumulamientos de basura y por ende la menor presencia de olores fétidos, de moscas, ratas y gallinazos, los pasajes circundantes libres de vendedores que permiten hacer las compras con mayor comodidad y fluidez, todo lo cual es bien visto y apreciado por los parroquianos que a diario acuden al mercado. Esperando eso sí, que no vaya a resultar como aquello del dicho que escobita nueva barre bien.

Sin embargo, la misma autoridad, al parecer, tratando de congraciarse y ganar indulgencias plenarias con ave marías ajenas con esos pobrecitos vendedores, que siempre se han colocado en cualquier parte sin importarles si estorban o no para vender sus verduritas, camaroncitos, platanitos, refresquitos, toronjitas, limoncitos, pijuayitos, y tantos otros ‘itos’ más, les ha permitido que sólo un día a la semana (sábados) podrán hacer de las suyas, es decir vender a su libre albedrío donde quieran y como quieran, sin el control de ningún policía municipal ni del serenazgo. El gato en la despensa. Esperamos que el alcalde no se deje sorprender más porque no vaya a ser que como hoy les aceptó por un día su venta libre, mañana le toquen su corazoncito y le pidan que sea mejor dos días, y luego tres, y por fin toda la semana, y volveremos a lo mismo de siempre. No señor alcalde, dura es la ley pero hay que cumplirla por el bienestar del pueblo que lo ha elegido para, entre otras cosas, mejorar su calidad de vida.