Reconocido Zoocriadero arapaima gigas amenazado por invasores

-Un grupo de traficantes de tierras amenaza una de las experiencias de bionegocio más promisorias de Loreto

Por: José Álvarez Alonso

Luego de visitar el Zoocriadero ‘Arapaima Gigas’, de Santiago Alves, uno no puede dejar de pensar en el futuro: ése es el modelo que muchos han soñado para las familias campesinas e indígenas de la Amazonía baja peruana. Efectivamente, la pobreza y el hambre que ahora asolan la Amazonía baja disminuirían si miles de familias manejaran similares unidades de producción agropecuaria con especies nativas: una unidad que no sólo se autoabastece de muchos de los recursos (desde peces de varias especies y animales silvestres y domésticos, hasta frutas y verduras varias), sino que vende un buen volumen excedentes e incluso exporta al exterior, obteniendo ganancias.

Más de 200 ronsocos viven en semilibertad pastando bajo los frutales. "Pensaba ampliar el área para los ronsocos hacia la zona invadida, ahora ¿qué voy a hacer? Ya les queda pequeño el espacio", dice.
Más de 200 ronsocos viven en semilibertad pastando bajo los frutales. "Pensaba ampliar el área para los ronsocos hacia la zona invadida, ahora ¿qué voy a hacer? Ya les queda pequeño el espacio", dice.

Este ya famoso zoocriadero (antes conocido como Acarahuazú) es producto de la pasión y el esfuerzo de un hombre visionario que supo anticipar el futuro y cambiar a tiempo su vida de pescador de paiches y gamitanas a productor, no sólo de peces, sino de una multitud de otros animales y plantas. Santiago Alves Silva, «Pelé» para los amigos, no se ruboriza al contar que en el pasado fue ciertamente un depredador, ‘porque así era la vida entonces y lo permitía la ley’, aclara. Pero viendo el declive del paiche, la gamitana, el paco y la otras especies que pescó por décadas, se convenció que por ahí no iba el futuro de la Amazonía y se decidió convertirse en productor. Invirtió todos los ahorros de su vida, vendió sus redes, lanchas y motores, para comprar y acondicionar el fundo, y comenzar a criar, cultivar y producir. Sus inicios fueron muy duros, por las tremendas dificultades que encontró en la burocracia estatal para conseguir los permisos, y porque tenía que abrir trocha en un campo en el que no abundan las experiencias de éxito. Hoy se enorgullece, con razón, de que es uno de los pioneros, quizás ‘el pionero’, en la producción comercial de varias especies silvestres amazónicas.

El principal ingreso proviene del restaurante campestre donde, con la ayuda de su familia y algunos empleados, prepara sabrosos platos con diversos productos de su granja. Más de 1000 personas visitan a la semana su zoocriadero para disfrutar del riquísimo pescado envuelto en hoja, o de su cebiche de paiche fresco, o de una sarapatera de taricaya (manejada, ojo); gentes que reconocen la extraordinaria calidad de sus pescados criados en casi semilibertad y gustosos contribuyen al éxito económico y sostenibilidad del emprendimiento.

Exportando y generando divisas

Actualmente Alves está también exportando ejemplares de algunas especies producidas en cautividad («con todos los papeles», nos informa), lo que demuestra la formalidad de sus operaciones. Principalmente exporta alevinos de paiche y crías camaleón de cabeza roja, de mata mata y taricaya, entre otras especies. Son más de 10,000 las crías de taricaya que mantiene en diversos compartimentos a la espera de que alguien le compre a un precio razonable: «Me quieren pagar un sol, así no me resulta rentable. ¿Por qué el Estado no compra a los productores como yo para repoblar tantas cochas y ríos donde la taricaya ya desapareció? Espero que el Presidente Iván Vásquez cumpla su promesa que un día hizo en este sentido.»

Pero no sólo cría peces, taricayas, charapas y mata matas en su piscigranjas: cientos de patos deambulan por las orillas de las cochas, y más de 200 ronsocos mantienen controlado el pasto de sus varias hectáreas de frutales, al tiempo que proveen carne y cuero: «Acabo de exportar 20 crías de ronsoco a Estados Unidos. De Lima me han pedido 20 cueros mensuales para producir artículos de lujo» dice orgulloso.

No me cabe ninguna duda de que si hubiese unos cuantos miles como Don Santiago Alves, Loreto estaría mucho mejor, no habría tanta pobreza, hambre y desnutrición…

Invasores amenazan con destruir su sueño

Toda ese paraíso, esa maravillosa y modélica experiencia de bionenegocio rentable y amigable con el ambiente, está amenazada por un puñado de indeseables que se han propuesto lucrar con parte de los terrenos del fundo ‘Arapaima gigas’: desde hace ya casi tres años han invadido casi cuatro hectáreas de su terreno, y en la parte más crítica, en los ojos de agua de donde proviene el vital líquido que alimenta a sus piscigranjas. En esta parte Alves había sembrado decenas de aguajes para constituir un humedal natural, los que han sido talados por los invasores. «Mira su atrevimiento, me dice: han puesto una alambrada por medio de mi cocha y de mi propiedad, es inconcebible. Sus letrinas y su basura van todas a parar a la cocha, contaminando el agua de mis piscigranjas. ¿Cómo es posible que las autoridades no puedan defender al que produce, al que invierte de unos delincuentes como éstos?»

Se queja amargamente de la desidia de las autoridades para hacer cumplir la ley, y de las debilidades de la misma ley: «¿Cómo es posible que la ley diga que si no sacas a los invasores a las 24 horas de producida la invasión de una propiedad privada tienes que ir a juicio, sabiendo lo que toma un juicio en tiempo y recursos? Esto no es justo, la ley protege a los ilegales, a los destructores, así no va a haber progreso en Loreto, el emprendedor no se ve protegido y por eso nadie quiere invertir. Yo tengo mi título, pago autovalúo, derecho de agua. El Ministro Antonio Brack estuvo aquí hace poco y me dijo: esto es un auténtico santuario, el Estado debería ayudarte a protegerlo. Pues nada, el Estado parece que protege a los haraganes y ladrones. Llevo 22 años luchando por levantar mi granja y todo se puede ir al tacho por la debilidad e indecisión de los fiscales y jueces».

Lo increíble es que, a decir de Alves, la Municipalidad de San Juan dio ya a los invasores certificados de posesión. Si esto fuese así sería gravísimo. Pero los invasores no respetan ni a la Municipalidad: varias veces sus peritos se han ido a poner los hitos de la propiedad y los invasores los han destruido inmediatamente.

Vividores disfrazados de pobres

Don Santiago me dice que está más que demostrado que no se trata de humildes pobladores en busca de un lugar para vivir: la mayoría de los primeros invasores vendieron sus terrenos a terceros, y se fueron a invadir a otra parte, «a vivir del esfuerzo de otros y de la debilidad de la ley y de las autoridades.» Me dice: «Todas las semanas veo por aquí gente nueva, que compra un terreno y construye su casa. Al abogado que les defiende le han dado en pago una hectárea, una hectárea de MI terreno. Esto debería estar penado, esos malos abogados y los instigadores de invasiones deberían ir a la cárcel. Con esta inseguridad jurídica, ¿quién va a venir a invertir a Loreto?»

Los invasores no se han contentado con ocupar el terreno de Alves: le roban constantemente sus animales. «Más de 40 paiches, e innumerables taricayas, gamitanas, sábalos, me han robado ya esos indeseables, tengo que tener cuidadores día y noche en mi fundo y aún así me siguen robando. ¿Por qué crees que invadieron este terreno, si es bajial, habiendo buenos terrenos y planos más cerca de Quistococha? Porque saben que aquí hay peces, taricayas, y otros animales. Esta gente es haragana y quiere vivir del esfuerzo de otros.»

Santiago Alves ha recibido varias ofertas para que venda su fundo, «hasta 800,000 dólares me han llegado a ofrecer», dice. «Pero no quiero vender, es el proyecto de mi vida, por mi hijo Santi, que me dice: «¿Para qué estoy estudiando biología pesquera, papá». Por él voy a seguir luchando y defendiendo este proyecto.»

El juicio que entabló Don Santiago a los invasores está para sentencia. Esperemos que a los jueces no les tiemble la mano en defender la legalidad y proteger la inversión, el esfuerzo y el emprendimiento pionero de Alves. Deberían dar un castigo ejemplar a quienes roban y desincentivan la inversión y, por tanto, el desarrollo de esta región. Si se saliesen con la suya sería un gravísimo precedente y un mensaje doble, para los ladrones: («invadan, roben lo que quieran, se saldrán con la suya»), y para los inversionistas («nunca su esfuerzo y ahorro estará a salvo de los parásitos que quieren vivir de los demás»).

2 comentarios en “Reconocido Zoocriadero arapaima gigas amenazado por invasores

  1. ESTOS INVASORES ACAROS DE LA SOCIEDAD DEBERIAN TRABAJAR PARA QUE VEAN CUANTO ESFUERZO SE HACE PARA CONSTRUIR UNA EMPRESA DEBERIAN BOTARLEWS DE ESOS TERREROS PAR DE SINVERGUENZAS

  2. Estos promotores de invasiones deben estar todos en la carcel, es una verguenza que sigan impunes haciendo negocio con las propiedades de ciudadanos honestos y emprendedores como Alves. El poder judicial sigue siendo inoperante, aparte de corrupto, al no castigar con el peso de la ley este delito.

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