Realmente hay cosas en las que no debemos tener libertad.

Por: Luís Roldán Ríos Córdova rioscordova2010@hotmail.com

Para empezar, debo decir que la libertad no existe, es sólo un concepto que pertenece al mundo de las ideas, nace de un deseo del ser humano, por lo tanto es una idea que recorre por espacios gaseosos del comportamiento social; la idea de libertad la hemos creado para hacer lo que mejor nos parece o lo que más nos conviene, es decir es un producto social que deviene, por su naturaleza, en algo que nos sirve como referente entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo bueno y lo malo, es decir, la moral.

Bueno, antes de enredarme más y morir ahorcado junto al lector, voy a dejar para otra ocasión este asunto de que si la libertad como tal existe o no.

Lo cierto es que hay ciudadanos que tienen que entender por la razón o por la fuerza que no siempre se hace lo que se quiere, por lo tanto, hay cosas que se deben hacer aunque no se quiera y cosas que no se deben hacer aunque se quiera hacerlas porque se encuadran dentro del instinto de conservación de la vida y de la especie que es lo único que traemos codificado los humanos.

Ahora si vamos contra lo  único codificado que traemos, bueno ¿Qué nos espera?

Los menos entendidos opinan: «La ley dice que yo puedo hacer en mi casa lo que me da la gana»  ¡Es mi casa! Concluyen… Y no jodan, le agregan.   Sí, es tu casa, pero ese concepto está sacado sólo de una parte de la ley,  lo que pasa es que no la has leído toda,  es decir, siempre y cuando  lo que haces no perjudique a otras personas; por lo tanto, no puedes andar calato en tu casa si esa actitud ofende el pudor de tus hijos; no puedes hacer el ruido que te da la gana si ese ruido molesta a tus vecinos, por ejemplo. Por lo tanto la libertad no existe como tal, en este caso la idea de libertad es sólo un acomodo a tu falta de respeto a los demás.

Otros, cuya ignorancia les hace atrevidos, como yo cuando escribo, atraviesan su moto en la vereda o se plantan con sillas y mecedoras en animada reunión amical o familiar.  «La vereda es mía»  dicen.  Sí pues, la vereda es tuya, pero el espacio es público. ¿Es difícil entender eso?

No somos libres como quisiéramos, el ser humano es un ser social que no puede vivir solo ni aislado de los demás, lo que es bastante más que suficiente para entender que para relacionarnos en armonía haciendo posible la supervivencia de la especie, tenemos que someternos a normas convenidas por la sociedad a la que pertenecemos, lo cual diluye la idea de libertad que nos diferencia de los animales, cuyas reglas de comportamiento lo traen codificado.  Nosotros, no.

A la luz de esta premisa:

_ ¿Por qué tiene que haber libertad para poner talleres de mecánica o parchadores de llantas ocupando toda la vereda?

_ ¿Por qué tiene que haber libertad para  ocupar las veredas para la venta de  refrigerios al paso y ventas de comida como las del Mercado Central en la cuadra que da a la calle Sargento Lores?    Los peatones tenemos que hacer esfuerzos para abrirnos paso entre clientes, sillas y mesas o bajarnos a la calzada con el riesgo correspondiente.

Nadie tiene derecho  para darse esas libertades.

_ ¿Por qué tiene que haber libertad para hacer publicidad por las calles haciendo uso del perifoneo ensordecedor?

-¿Por qué los motocarristas, principalmente, tienen que gozar de libertad para hacer el ruido  que quieren?

Sabemos que el ruido más allá de lo aceptado por los sentidos terminan complicando la salud, propiciarlo es poco menos que decir, no me interesa tu salud ni la mía. ¿Por qué los cultores del ruido tienen la libertad de complicarnos la salud?

_ ¿Por qué algunos tienen libertad de no permitir entrar a su casa a los fumigadores para erradicar el dengue?

Me preocupa que haya moradores que tienen el derecho de decidir por la salud de los demás al no permitir fumigar el interior de su vivienda para erradicar al dengue.

_ ¿Por qué la mayoría de propietarios de perros tienen la libertad de sacar a la calle a su animal para hacer su cochinada?  Las calles son un asco, a tempranas horas de la mañana uno encuentra por todas las veredas algunos alcaldes, consejeros, regidores, policías, abogados y a todos los congresistas; por pedacitos  desaparecen cuando cada peatón va llevando un poquito de contaminación fecal a donde va.   No es justo.    Es un atentado contra la salud pública, la higiene y el DECORO URBANO.

¡CUANDO EL BENEFICIO ES COMÚN, NADIE DEBE TENER LIBERTADES INDIVIDUALES!              Eso es civilización.  Lo dice la ley… pero, no se qué es lo que pasa.  Aunque la respuesta parece estar en el pero.

Estos aprendices de ciudadanos, el que pone su Snack en la vereda, los talleres y parchadores de llantas, los que sacan sus ventas a la vereda, los que sacan a sus perros a hacer su cochinada en la calle. Si osas reclamarles… ¡Cada respuesta que te dan… Dios mío! «¿Acaso de ti es la vereda?» «¿Por qué no caminas por otra calle?»……

Les miro a la cara compasivamente y digo: «Si no fuera de la Sociedad Protectora de Animales…»

¿Cómo así podemos preciarnos de ser una sociedad del siglo XXI?

¿Podemos calificar como ciudad moderna con esta clase de ciudadanos «libres»?

Francamente yo no se quién permite estas libertades. ¿Las leyes?  O las autoridades que por un mal manejo de sus intereses electorales, terminan poniéndose uñas postizas y faldas con florcitas para gobernar.

Definitivamente, hay cosas en la que no debemos tener libertad.   Es más civilizado.