¿Quién verifica el estado de vehículos que circulan en la ciudad?

-Hay unidades que en ninguna parte del mundo podrían transitar, pero en Iquitos lo hacen

-Gran mayoría bota humo en cantidad y algunos presentan desperfectos

Cuando transitamos por nuestra ciudad, muchos nos hacemos una usual pregunta, ¿Quién controla el estado de los vehículos que circulan en la ciudad, si bien es cierto existe un Ministerio, en este caso en la región una Dirección regional de Transporte y Comunicaciones, que debería hacer respetar las normas técnicas de los vehículos que deben circular sin poner en peligro el medio ambiente  y por ende la salud de las personas.

En Iquitos es común ver, sobre todo, camiones (sean areneros, madereros, de remolque), ómnibus, así como algunas motocicletas que no tienen bien el funcionamiento de su unidad, provocando una mayor contaminación.

Más allá de las reglas que se deberían cumplir, está aquélla decidida de las autoridades por hacerlas cumplir así como la falta de sensibilidad y toma de conciencia por parte de la población.

Sin lugar a duda, coincidimos con varios expertos y explican que la contaminación vehicular es uno de los más grandes problemas que agobia a la humanidad y que queda aún por resolver, es la contaminación del medio ambiente, provocada, en gran medida, por el hombre mismo.

El aumento del consumo de combustibles por la industria, la concentración de la población en áreas urbanas, la continua y acelerada deforestación de bosques y tierras y el advenimiento de vehículos con motor de combustión, han empeorado el problema rápida y paulatinamente. Pero, sin lugar a dudas, el motor de gasolina ha sido y es el principal agente contaminador.

Los automóviles producen en los Estados Unidos de Norte América las ¾ partes del monóxido de carbono, casi todos los hidrocarburos, aproximadamente la mitad de los óxidos de nitrógeno y casi el 40 % de las emisiones tóxicas, incluyendo a las fuentes naturales, provienen del transporte automotor.

Los efectos de la contaminación ambiental sobre el ser humano y sobre los seres vivos son devastadores; las emisiones tóxicas de los motores de automóvil ocasionan desde problemas leves, como son dolores de cabeza, reducción de la capacidad de reacción y concentración, falta de visibilidad, ennegrecimiento de los edificios y monumentos, hasta serios trastornos en la salud y enfermedades crónicas de las vías respiratorias, pulmones, corazón, cerebro, sistema digestivo, auditivo, ocular, etc.

 

Los estudios relativos al tema han demostrado que el estado de los enfermos de asma, bronquitis, laringitis, faringitis, enfisema, entre otras enfermedades, mejoran cuando descienden los niveles de contaminación del aire, y que empeoran cuando éstos se elevan.

En todo el gran desastre producido por la contaminación del aire, el índice más elevado de mortalidad acontece en los grupos humanos más vulnerables: los niños, los ancianos y las personas que padecen de trastornos broncos pulmonares y cardiacos. Incluso, estudios e investigaciones serias dan indicios de la acción desencadenante de los gases tóxicos sobre el cáncer, leucemia, malformaciones óseas y genéticas en el feto humano.

Ciertamente, la humanidad ha tardado mucho en darse cuenta del daño, en muchos casos, irreparable que causa su actividad en el planeta, y recién comenzó a apreciar la atmósfera limpia estableciendo y practicando normas anticontaminantes. ¿Qué se hace por remediar? Atrás quedan  esas campañas o hasta compromisos asumidos por las autoridades y ciudadanía sobre la protección del medio ambiente, pero por lo visto queda en nada.

En nuestra ciudad, como se aprecia en esta foto, esta es la realidad, es lo que viene contaminando cada día nuestra ciudad y nos trae enfermedades broncopulmonares. (MIPR)