Prácticas obstruccionistas

A veces suena revolucionario ir contra la corriente, sobre todo cuando las bases del mismo pueden demostrar que es mejor el después, que el antes. Sin embargo, en estos tiempos de avances tecnológicos, de economías y sociedades en o rumbo a la globalización; acciones que busca el sistema autoritario resultan reprochables.
Lo que está pasando en Venezuela con la disolución de su Asamblea Nacional por parte del presidente Nicolás Maduro, nos hace recordar a lo sucedido en nuestro país cuando el gobierno de Alberto Fujimori disolvió el Congreso de la República. Pero el escenario es diferente en el sentido de que en nuestro país una mayoría ciudadana lo aprobó hastiada de una representación parlamentaria inerte. Pocos protestaron porque intuyeron lo que se venía: una dictadura ruin que tuvo logros, pero catastróficos desaciertos.
Esta práctica se replica hasta en pequeñas organizaciones de base como el bochorno protagonizado por dos grupos enfrentados de la dirigencia del Sute Loreto, pugnando por el poder de la asamblea general y del manejo de las economías, según se sospecha; el caso ha sido judicializado para determinar quiénes tienen la razón. Todo parece de cabeza.
Tampoco se exceptúan de prácticas amañadas para llegar al poder, las cúpulas enfrentadas de las organizaciones indígenas como lo sucedido recientemente con la Feconaco, que tiene dos directivas que esperan sea la Sunarp la que decida a cuál de las dirigencias inscribir, pero sucede que ambas tienen varias observaciones. Mientras la incertidumbre reina.
Esto nos demuestra que ningún sistema es perfecto y que quienes a la mala decidan mover las fichas a su favor, las condiciones no están dadas pero se generan con cierta facilidad. El problema en todos los casos llámese países, organizaciones gremiales, sindicales, indigenista, estudiantiles, etc. es que las prÁcticas obstruccionistas nos traen mucho atraso.
Y lo que es peor, quienes son parte de la misma sean los asociados, los miembros, los federados, el pueblo; son los que más se ven afectados por las consecuencias que curiosamente lo ocasionan quienes buscan su bienestar y desarrollo; así, los escenarios resultan dudosas las «buenas intenciones». Y la conclusión es que se trata de conflictos de intereses que solo se pueden manejar desde el poder.
Pensando en Venezuela su situación se agudiza y se espera que las naciones del mundo organizadas y que rechazan la medida extrema de Nicolás Maduro, orienten en lo posible a que no sean los pobladores quienes tengan que sentirse castigados por decisiones ajenas a su cotidianidad. Ya nuestro país ha retirado a nuestro embajador como una medida clara de rechazo. Suficiente.