Por andar con San José… ¿cuántos inocentes iremos a parar donde San Pedro…?

Por: Luís Roldán Ríos Córdova rioscordova2010@hotmail.com

No hay pena de muerte en nuestra legislación por el acuerdo de San José de Costa Rica firmado por el Perú. Claro, los que firmaron seguramente podían protegerse muy bien…. ¿Y la ciudadanía?

En las calles se mata a diario, se comete asesinatos a diestra y siniestra, casi al libre albedrío. Hasta podría decir que se perpetra sin ningún temor, da la impresión que se ejecutan con el visto bueno del sistema judicial, de la policía, fiscalía y de los defensores de los Derechos Humanos, estos últimos son los primeros en salir en defensa de la conmovedora fragilidad humana del pobrecito asesino que en ese momento no era «dueño de sí», poco más y los aplauden. No sería de extrañar que Van der Sloot termine ganándole el juicio al papá de Stefani Flores. Casos conmovedores, el asesinato de tres madres: la señora Fefer, la abogada y de aquella mamá que recibió 60 puñaladas…Todas en manos de las hijas.

Inocentes criaturas de tres, cuatro, cinco años, violadas y asesinadas. Otros, muertos por un vaso de cerveza, por intereses políticos….Algunos asesinados por alguien a quien simplemente se le pasó la mano pues… Resulta patético recordar esto ¿verdad?

No hay pena de muerte ni siquiera para castigar asesinatos donde- frente a los animales-  uno  siente vergüenza de ser humano.

LA JUSTICIA ES UNA VENGANZA LEGAL.  EL QUE MATA FUERA DE LA LEY DEBE MORIR DENTRO DE LA LEY.

«Dios nos ha dado la vida y sólo Él puede quitarnos la vida», dicen los religiosos.

Bueno, entonces que maten cuantos quieran matar, total,  es problema del asesino ante Dios ¿No es cierto?  Como humano pregunto: ¿Estos principios religiosos quitarán el inmedible dolor de los deudos, sólo por que Dios juzgará al asesino?..Yo no hallaría consuelo. Lo juro. Menos, cuando el problema se alimenta de estos pensamientos que sólo favorece a los asesinos.

Si la justicia es una venganza legal, la pena de muerte debe aceptarse como una expresión de ella, claro que no lo concebimos como una solución infalible y definitiva, sino, como concepto disuasivo que hoy debemos asumir por una necesidad de protección que seguramente va ir en contra de principios religiosos y humanistas que ya han dejado de protegernos hace mucho tiempo. Poco temor hay por el castigo divino. Como dice Mirko Lauer en su columna Observador:  «Cuando el riesgo de delinquir y el costo de ser capturado se reducen, es el momento de salir a asaltar a las calles» y concluye  afirmando que si el delito aumenta es porque su práctica se ha vuelto más atractiva y menos peligrosa. Yo agregaría a esta afirmación que a eso nos está empujando la descarada impunidad para castigar los delitos y la no pena de muerte que es una especie de impunidad para reprimir los asesinatos.

¿A quién defiende la no aplicación de la pena de muerte?

Sólo defiende la vida del asesino, no defiende la vida de las víctimas, lista en la que podemos estar cualquiera de nosotros, simplemente defiende la vida y los derechos humanos de aquel «pobrecito confundido» que probablemente, consciente de que no hay pena de muerte, se deshace de la manera más absurda de quien él piensa que debe morir.

¿Cuántas inocentes criaturas estarán en la lista de futuras violaciones y asesinatos de la manera más inadmisible? Asesinatos que han de cometerse  por el hecho de que el asesino sabe que su vida está protegida por una ley que no ha podido proteger la vida de su inocente víctima. ¿Valen más la vida y los derechos humanos de los asesinos que la vida y los derechos humanos de tantas víctimas y futuras víctimas inocentes?

Sabemos que la pena de muerte  no termina con los asesinatos, lo entiendo;  es cierto, la pena de muerte tampoco nos va a devolver la vida de nuestros seres queridos, pero, podemos entenderlo como una medida disuasiva que ha de comprimir el crimen reduciéndolo sólo a casos de extremados trastornos mentales que llevan al asesinato.

EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN DE LA VIDA PUEDE SER NUESTRA MEJOR DEFENSA

Desde el punto de vista del instinto de conservación de la vida, podemos ver que ante el dilema de medir cuál o qué asusta más y lo cuidamos mejor: PERDER LA LIBERTAD O PERDER LA VIDA, indudablemente y por que es natural asusta más perder la vida, de modo que aquello que lleva a la persona al temor a la muerte puede defendernos mejor que el temor a la cárcel que dicho sea bueno, ya no asusta, reduciendo el porcentaje de asesinatos, como repito, sólo a casos extremos de perturbaciones mentales que siempre van a existir. La mayoría pensará en su vida (es natural) antes de matar por una zapatilla, por un celular, por que no le invitaron una cerveza, porque el asaltado se defendió o sencillamente porque le miraron de mala manera, etc. la vida ya no tiene valor, se está asesinando por cualquier cosa.

La ausencia de la pena de muerte será legal pero no es justo, no es justo desde ningún  punto de vista que nuestra vida y peor aún la de niños indefensos esté bajo la decisión de alguien que ha considerado que mejor está en la cárcel, sabe que seguirá viviendo, la libertad nunca le dio satisfacciones, más aún si no tiene otra cosa que perder o que en todo caso aún con cadena perpetua vivirá con la  esperanza de salir algún día.

Amigo lector.  ¿Habrían sido asesinadas la señora Fefer, la señora abogada, la señora de las 60 puñaladas, la chica arrojada desde una Combi y otras absurdas muertes si se aplicara la pena de muerte?……Yo creo que no, con pena de muerte  por lo menos dos de aquellas madres, y muchos niños y adultos más incomprensiblemente asesinados estarían vivos… ¿Tú qué crees?.

Un comentario sobre “Por andar con San José… ¿cuántos inocentes iremos a parar donde San Pedro…?

  1. opino que la pena de muerte es una solución, pero el hcho de que ellos sean asesinos y anden matando por donde quiera no significa que nosotros tengamos que estar a su nivel y tambíen convertirnos en asesinos yo pienso que la violencia no se acaba con mas violencia.!!!

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