PIENSAS: Si escuchas podrías aprender

Fernando Herman Moberg Tobies
http://riendasciegas.wordpress.com
hmoberg@hotmail.comPiensas

La calle esta desolada, el sonido del vacío retumba en las paredes alumbradas por la luz artificial, la noche está en su máximo esplendor, todos descansan en sus hogares, Mateo maneja de regreso a casa, es más de media noche y la brisa fresca lo acompaña en el camino.
El semáforo está en rojo, se queda observando a una mujer que está barriendo la pista, tiene una gorra roja con el pelo recogido, las arrugas en la piel resaltan su avanzada edad, mueve la escoba de derecha a izquierda, mientras las lágrimas le bajan por el mejilla, dejando huellas, mirando fijo hacia el pavimento; la luz ya está en verde y no mueve el auto, Mateo intenta descifrar qué puede suceder a la señora que está a unos metros de él, ha captado su atención, acelera, se estaciona, coge un chocolate de la guantera del auto, lo pone en el bolsillo de su camisa, y baja.
La saluda, le ofrece el chocolate, ella suspira, agradece confundida, no entiende el porqué de la situación, se seca las lágrimas, se sienta al filo de la berma invitado por Mateo, sus pupilas están dilatadas, la expresión de sus pensamientos en su rostro es de sufrimiento, vuelve a agradecer por el gesto, Mateo le pregunta su nombre y por qué está llorando.
Marvina le responde que le arrancaron el alma, se llevaron a su nietecita que estaba criando, su hijo había muerto hace pocos años, encomendándole la responsabilidad que aceptó con mucho amor y condenándola a vender comida de día, pan de tarde y barrer de noche, para poder mantener su palabra y buscar una mejor oportunidad a su nueva hija. Hace ya una semana que la madre que nunca quiso a la pequeña, se la llevó, arrancándola del esfuerzo de quien no la pario pero dio más que la que nunca quiso ni amamantarla, una vez que nació, el hijo de Marvina enfermó y ella los abandonó, ahora se enteró de un programa social del gobierno, por unos míseros soles, apareció y se la quitó.
Marvina se desploma, se tapa la cara con las dos manos sucias, llora desconsolada, agacha la cabeza hacia sus piernas, Mateo le acaricia los hombros reconociendo su tenacidad; recuerda los problemas que tiene en su empresa, dinero e imagen, variables en las que se basan los conflictos con los que interactúa, se siente mezquino, van varios meses que no almuerza con sus padres, excusándose por la falta de tiempo que invierte en sus emprendimientos, contesta a las justas los mensajes de texto de manera fría y las llamadas con palabras escasas en automático, se siente miserable frente a esa mujer que aceptó tres trabajos para dar mejor educación a una persona que ni siquiera fue su concepción.
Estaba pagándole un colegio parroquial, por eso me saco el ancho, no tengo casa propia, cuidamos un local comunal, yo quería que mi hijita sea alguien, una profesional para que no tenga que llegar a mi edad y estar así de vieja, que te duele todo pero tienes que seguir haciendo las cosas, qué va ser de ella, ni siquiera está yendo al colegio y viven en las afueras de la ciudad, tú sabes cómo es la calle joven, sin cartón te maltratan, te denigran, te miran como si no vales nada, yo no quiero eso para mí chiquita, no quiero que nadie le haga sentir mal ni menos, ahora no sé qué voy a hacer; comenta Marvina sollozando, están los dos solos sentados en la avenida vacía, bajo la luz de la luna que aguarda las penurias y dilemas.
Mateo se siente pasmado, quiere llamar a su madre, agradecerle por conducirlo a lo que ahora es él, pero al mismo tiempo entiende que tiene mucho que recompensar. Abraza a Marvina, le dice que él pagará un buen abogado, que la ayudará a volver con su nieta, ella duda, vuelve a llorar, y él se ríe diciéndole: Marvina, tranquila mamita, me acabas de dar una lección, y yo también te voy a devolver tu tranquilidad, ahora somos amigos, come tu chocolate, mientras escribo un mensaje: FELIZ DÍA A TODAS LA MADRES LUCHADORAS, llenan el mundo de energía positiva que contrarresta tanta injusticia y maldad.