PIENSAS: Me voy hoy, para volver mañana

Por: Fernando Herman Moberg Tobies
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hmoberg@hotmail.com
@FernandoMobergT

 

Estoy sentado nuevamente en un avión, los tres últimos años los he pasado en vuelos relativamente seguidos, viajes de representación académica, capacitaciones y planificación de proyectos de la universidad, mi paso por Lima es mínimo, a veces algunas horas y con suerte una noche libre de agenda que la uso para disfrutar de mis mejores amigos que viven en la capital fría y calculadora de la cual alguna vez yo también fui parte. Mis prácticas laborales me sobrecargan emocionalmente y necesito aclarar algunas dudas con personas que me aman, por eso no me incomodó animarme a comprar dos días atrás los boletos para asistir a una reunión donde estarán las personas con las que compartí y enterré algunos de mis sueños.
Envío mensaje de texto a mis hermanos pactados por encima de la sangre, cada uno me responde a su estilo, recuerdo los detalles que fortalecieron nuestra amistad, el cariño reflejado en la preocupación y el respeto. Sergio cierta vez cuando vine solo a una reunión con un empresario millonario que apoyaría un proyecto social que estaba armando, me preguntó si iría vestido con lo que estaba puesto, me cuestionó dónde es el almuerzo y con quién, al escuchar el nombre del club en Miraflores y el apellido del tío, me miró, sonrió, me dijo que mi espíritu libre revolucionario no podría reunirse con personas con pensamientos muy ortodoxos, que no funcionaría el negocio, yo le insistía como siempre que hoy en día las poses, máscaras, estilos de vida fuera de algo más natural, real, me aburrían y que mi cerebro era lo que realmente debía ser admirado, no le interesó, me resistí, pero fui, Sergio no iba a cambiar de idea; y lo interesante era que yo sentía que solo me estaba protegiendo, por eso dejé que manejara hasta la tienda de su tío, me vistiera con más de mil soles, como regalo sin opción a decir no, ahí entendí que mi hermano, quería que siga creciendo bajo los preceptos que él maneja, y que a veces uno olvida como jugar en el sistema social cuando intenta hacer el bien para la gente que necesita, donde mi trabajo me llena y no necesito ropas que me den estatus; llegué al club, los empresarios quedaron impresionados desde la vestimenta casual elegante, hasta las ideas transformadoras, yo entré en la ropa, en el personaje, en el ambiente, los miraba y me decía que tan alejados a veces estamos de la esencia real solo porque tenemos que conseguir algo.
La hoster me ofrece algo de tomar, respondo que todo bien, no deseo nada, sigo viendo por la ventana hacia el imponente cielo que distancia a las personas, quiero mucho a mis amigos, vivo agradecido de su tiempo e interés, quería estar con ellos hace mucho, pero no podía o no me permitía, las cosas en las que ando hoy en día son muy diferentes al mundo que ellos siguen construyendo y solíamos disfrutar, pero el sentimiento no cambia, ni varía, se vuelve más sólido, siempre han estado atrás mío dando alas a mis inspiraciones, han sido el escudo de las tempestades que querían desorientarme, son parte de lo que soy. Luis mi otro gran hermano, siempre que lo visito, me cocina, pone música que me gusta y la disposición de su carro y tiempo para acompañarme a mis reuniones, atiende a algunos asuntos que requieren de su asesoramiento, y resuelve conflictos con los que me interesa lidiar.
El avión llegó a la hora, salgo sin esperar maletas ya que solo me vine por una noche, el chofer de Adriana me saluda y avanzamos hacia la camioneta, el tráfico esta pesado, avanzamos lento, observo las calles, los edificios, los autos, las luces, las casas, las empresas, todo siempre está en actividad automática, parametrados a un sistema que vuelve a los humanos artificiales e infelices sin que se den cuenta, tienen momentos de alegría que dura poco y actúan basados en normas que ni las cumplen pero fiscalizan severamente; me divierte la forma cómo ahora miro los mismos lugares donde antes jamás aparecerían estas ideas, las personas podemos tomar diferentes métodos para buscar algo que nos llene completamente, y ese es el viacrucis de la vida que se hace más ameno si tienes personas con quienes cargar la cruz.