Piensas: Lecciones norteamericanas

Por: Fernando Herman Moberg Tobies
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hmoberg@hotmail.com
@FernandoMobergT

 

Salir del país es interesante y motivador, si analizamos más allá del turismo y la emoción de estar en el primer mundo podríamos sacar algunas lecciones para mejorar o divertirnos. Empezamos desconectándonos de las responsabilidades que nos generan estrés o preocupación, como me pasó al olvidarme de escribir la columna la semana pasada, desperté lunes y me sorprendió que después de más de un año consecutivo de compartir ideas por este medio, no había enviado nada al editor, no recordé mi apasionada obligación.

Una de las primeras cosas que captó mi atención fue que las personas no andan preocupadas en cómo se visten, hacen o dicen los demás, no intentan demostrar con críticas o palabras que son superiores, no pierden el tiempo en gastar su atención o palabras, pueda que algo no les agrade, pero siguen de largo, el materialismo es tan marcado que los sueldos del tercer mundo por el cual varios se alucinan, queda sólo en chiste y tienen que seguir viendo la forma de conseguir más y más.

La política también es un circo de intereses maquillados, pero las leyes y normas se cumplen, no hay la criollada de que si nadie me mira hago mi travesura, nada, te cae la sanción. A pesar que también sus representantes venden sus almas, al menos intentan mejorar la cultura y la educación de su gente, invierten sin estar jalando por lo bajo o inflando sin beneficiar a largo plazo. Es una cachetada que en sus museos tengan mejor información de la historia de Latinoamérica de lo que nosotros conocemos, no miden el dinero en estas inversiones ya que saben que egresará a las arcas públicas cuando su población produzca calidad.

El tráfico es más decente, no existe eso que sacas tu mano e impones doblar sin que importe el que esté atrás, no hay la chabacanada de que doblo donde quiero y hasta me voy en contra unos metros para no dar una vueltaza, respetan al peatón que en su mayoría son turistas, que consumen y mueven la economía.

A pesar de todo su avance existe discriminación, pero elevada al silencio del pensamiento de cada uno, pero lo más divertido es que el latino es el que más discrimina al mismo latino. En la mayoría de restaurantes los que atienden al público son latinoamericanos que cuando ven a uno que no habla bien el inglés no quieren ni atenderlo, porque no dejan la propina jugosa y paneadora de los de primer mundo que les encanta mostrar sus estatus no solo en su vestimenta, parece que se olvidan que sus hermanos de tercer mundo no ganan los sueldos decentes para ese tipo de vida, ya que te aplican mínimo el 15 por ciento.

Otro punto divertido, tengo que repetir esta palabra ya que es la más decente, es que los de tercer mundo aprovechamos en comprar las cosas de marca que pasaron de temporada y las venden más barato que en nuestro país y cuando regresamos, algunos, no mi caso, se jactan de tener todo nice, y hasta ponen tiendas que la gentita que se alucina lo que quisieran ser, van y compran discriminando nuevamente a los que no pueden ni siquiera acceder a esa mentira.

Las personas caminan más, tenemos el privilegio de que cueste barato la moto, eso hace que los índices de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, sean más frecuentes por nuestra falta de movimiento corporal, pero, pero acá las personas consumen más productos químicamente manipulados, lo que nos pone en igualdad al destruir nuestra salud.

Me sorprendió que eso que los de primer mundo ya no tienen naturaleza, es un mito que les beneficia, no son tontos, tienen ríos tal cual como el color de los nuestros, tienen zonas verdes tan extensas que hasta me hace recordar a mi amada selva peruana, pero ya no la destruyen, se han dado cuenta a tiempo y eso de escupir, quemar la basura, arrojar cosas al río quedaron atrás, y buscan a nuestros presidentes vendidos y desesperados por encajar al sistema del primer mundo, donde todo es dinero y no bondad, les compran la dignidad con cifras millonarias y destruyen el ecosistema de los que andan preocupados en la novela, en el chisme, en el raje, en tonterías que solo nos siguen dejando a tres pasos de diferencia y añorando todo por internet o televisión.

El dinero lo es todo, no tratan de llenar los vacíos de fe pueblerina, sino con motivación al emprendimiento, si tienes money eres superior, no existe nada de que eres churro o mamacita y que eso es suficiente para mantener bien a tu autoestima.

Las iglesias, algunas ya han evolucionado, son gayfriendly, ponen banderas donde llaman a todos a recibir el mansaje del Dios que escogen, creen, no alejan, ni hacen correr a quienes buscan algo de paz, y yo me sigo preguntando si es mejor hacer abortar, golpear a la pareja, y ser recontra infiel para ser mejor que una persona que por circunstancias de la vida necesita el amor de alguien de su mismo sexo.

En Gringolandia todo es pose, que hasta la conservación del ambiente es parte del show, te piden que ahorres esto y el otro, que no se desperdicie tal cosa, pero a todo te enyucan el impuesto y muy aparte que ciertos servicios son caros y la rebajita solo queda en nuestro país.

Lo más resaltante y recalco insistentemente es que perdemos el tiempo pensando que lo que hacemos está bien, y que cómo somos, nos tienen que querer y aceptar, error distractor, no podemos cambiar el sistema que impone el mundo, que desgraciadamente no es ni religioso, ni espiritual, los amigos curitas tienen carro, moto, buena casa, comen rico, viajan bacán en avión, etc, todo se consigue con dinero, entonces no hay que desperdiciar nuestro potencial, busquemos el conocimiento y seremos libres, hay que leer más y recién encajaremos en el modelo que nos han impuesto desde el inicio de la sociedad, y al cual todos aún sin que lo digamos por orgullo, deseamos. Y así dejar en alto el nombre de la hermosa isla bonita donde nacimos, Iquitos.