PIENSAS: Lecciones del tiempo

Fernando Herman Moberg Tobies
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hmoberg@hotmail.com
@FernandoMobergT
El tiempo es interesante, se lleva todo sin dejar nada más que los recuerdos, y nos distrae de la esencia de la cual provenimos, intentando siempre llenar esos vacíos que a veces pasan, y a veces jamás se dejan de cargar.
Llego cansado a casa de mis abuelos, que son como mis padres. Desde que empezó el año no he dejado de correr en mis proyectos como siempre, me prometí que este año sería distinto, más pausado, más calmado, pero no se pudo, no sé cómo detenerme. Los beso en la frente, ambos están sentados en las eternas mecedoras bien conservadas que acompañan sus esfuerzos, me siento en medio de ellos, los cojo de las manos mientras conversamos de todo, ya están viejos, algo enfermos, y me siento inútil de no poder hacer nada por las personas que más amo, ya no sé qué más hacer para que se sientan felices de lo que formaron, no sé cómo devolverles la salud que invirtieron para dar futuro a los suyos, no depende del dinero, ni de los sentimientos, es el tiempo que nos recuerda que ya se van agotando. Trato de no derramar ni una lágrima, mi abuela me conversa mientras mis pensamientos vuelan de ansiedad, me narra algunas de las historias que vivimos juntos cuando yo era niño.
«Te acuerdas hijo, cuando nos íbamos a Caballo Cocha, estábamos en la lancha, y habías visto un pelejo, y gritabas, saltabas, diciendo que por fin tu sueño se había cumplido, en conocer un oso perezoso. ¡¡¡Que linda vida era!!! lindo el río, los árboles, la tranquilidad, no como en la ciudad, maldad, delincuencia, accidentes, a mí me gustaba vivir en la Isla del Tigre, mil veces mejor que acá, la vida era linda. Recuerdas hijo cuando andabas en la canoa con tus amigos que habías hecho en el pueblo, y una araña estaba en la popa, saltaste de miedo al agua con todo y ropa desesperado… ¡¡¡Hay qué recuerdos!!! Qué pues vale ahora, todo es celular, televisión, vicios que destruyen a las personas ¡¡¡Mi chacra era hermosa!!! Ibas creciendo y ya no querías o no podías acompañarnos en tus vacaciones, ya te ibas a Lima o a otros lugares, ahora ya ni tiempo tienes, pero así es la vida, todo cambia, todo se vuelve diferente. Siempre es bueno hijo que cuando hagas las cosas, nunca hagas el mal a las personas por favor, siempre piensa en tu abuela y tu abuelo cuando quieras caer en tentación.»
No sé qué responder, a veces nos alejamos de los que más amamos para encajar en las oportunidades, sofisticamos nuestras educación para conseguir dinero y estatus, y dejamos de compartir pureza, y cuando queremos volver, ya el tiempo nos recuerda que el pasado es ajeno.
«Hay hijo, te acuerdas que siempre me seguías a rezar a la virgen, cargabas el altar y rezabas todo el rosario ¿te acuerdas? Eras un buen muchachito, bueno, lo sigues siendo, pero ya casi no te vemos, te gustaba estar con nosotros, pasar el tiempo… ¡¡¡Ya estamos viejos, cansados, todo nos duele!!!
La miro sonriendo, le digo que son los mejores recuerdos, que gracias a ellos, siempre tengo presente la importancia de la humildad y la perseverancia, que son una gran influencia en las cosas que hago y por consecuente que consigo, que gracias a su amor y oraciones, yo sigo avanzando. Mi abuelo, mi Dios, con sus lentes de sol puestos por la operación, suspira y habla.
«Mi pacuchito, como me querías hijo, te desesperabas cuando no me veías un día, no te ibas de paseo los fines de semana si yo no iba, no actuabas en el colegio si yo no estaba presente, todos en la escuela ya me conocían. No dormías si yo no te rezaba en tu cama, si ibas a algún lugar a comer con otras personas siempre me traías algo, tengo que llevar para mi Papá Herman, decías ¡¡¡Lindos recuerdos hijo!!! Ahora que ya estoy viejo y no tengo nada más que hacer, me sirven para recordar lo hermoso que fue mi vida, nuestra vida juntos. Te llevaba tus panes con tortilla a la pagadita, siempre me decía que mi hijo podría tener hambre, y me iba a esperarte. Nunca ha sido una molestia poder engreírte, hacerte tus gustos, yo era feliz cuando podía contentarte con lo que estaba a mi alcance y tú te contentabas, mi pacuchito, ahora hijo tienes metas más grandes que cuando sufres por no conseguirlas, yo también sufro ¡¡¡Pero vas a llegar lejos hijo, vas a ver, paciencia, vas a ser grade!!!
Ya no pude soportar, estoy llorando, lavando con mis lágrimas mis errores y renovando mis orígenes, he olvidado que antes solo me importaba el amor de mi familia y eso era suficiente, pero ya soy un hombre, necesito dinero para poder sobrevivir, conquistar el mundo que ha dejado de ser natural y todo es materialismo, tengo que jugar las reglas del sistema económico esclavizador, que complicado «vuelven» a la vida del hombre.
Mi abuelo, mi Papá Herman, es la persona que más amo y admiro, todo mi éxito lleva el sello de su amor y la luz de sus consejos. Cuando me enteré que estaba perdiendo la vista, sabía que ya no iba a poder leer mi columna, ni verme en la televisión local, ni ver las fotos de cuando tenía mi tiempo solo para él y parábamos juntos, muchas de las cosas que hago, en su momento casi se extinguen de interés, pero él, no permitió, a pesar que pueda tener miedo, impone su serenidad, no me permitirá detenerme, y yo llevaré su nombre a todo el mundo, como lección de que aún el amor cambia al ser humano.
Nos quedamos los tres en silencio, balanceándonos en la mecedora, mirando al cielo, sí, si quisiera volver a empezar todo y quedarme eternamente estancado en el tiempo, aunque sea pobres pero felices, sin poses pero con tranquilidad, sin envidia pero con sonrisas, sin prejuicios pero con atención, pero siempre junto a ellos.
Escuchamos el bombo baile en la calle, mi abuela se levanta, se pone a danzar, me jala, bailo con ella, cierro mis ojos, no puedo dejar de llorar, ella me mira con un brillo que refleja sabiduría, bondad y resignación, de ella aprendí a amar mi tierra, la Amazonía, a que no me interese qué ropa usar después de mis responsabilidades, a honrar la comida de los vendedores de las calles de mi ciudad y disfrutarla, a regalar ropas a quienes lo necesitan, a dar sin esperar nada a cambio, y a compartir mi tiempo. Bailamos en la magia del perdón, siento que mi corazón se fortalece, siento que tengo que evolucionar las lecciones de estos grandes hombre que vinieron desde abajo y permiten que siga hacia arriba por el camino menos fácil, pero el más digno, sin venderme, ni pisar a nadie, lento, cansado, pero honrando el amor de quienes me formaron. La abrazo, y camino hacia mi padre, mi abuelo, mi Ángel, y me recuesto en su hombro, recibiendo la motivación que necesito para continuar.