Pescador de hombres

En menos de una semana nos encontramos con dos fechas centrales de actividades, el 24 de junio la fiesta patronal de San Juan Bautista y hoy 29 de junio el Día de San Pedro y San Pablo, también deriva con el Día del Pescador en honor al pasaje bíblico cristiano de la multiplicación de los peces para que Jesús diera de comer a miles de personas.
De este episodio cristiano sale la frase de «Pescador de Hombres», cuando Jesús dice que luego de haber pescado gran cantidad ahora es la misión, pescar hombres, conquistar corazones, hablarles de la buena nueva y que se bauticen para ser creyentes cristianos y cumplan con la palabra del Señor que va resumida en los Mandamientos de la Ley de Dios.
Y hay un mandato que se vuelve muy actual con lo que vivimos en nuestra sociedad iquiteña, loretana, peruana y mundial: «No robar». Actualmente nuestras leyes la llaman `peculado´. No sabemos a quién se le ocurrió esa palabra y tampoco sabemos si fue para disimular el acto delictivo o para suavizarlo al momento de acusar.
Lo cierto es que a lo largo de los más de dos mil años del mensaje cristiano, sí que los apóstoles han regado en todo el mundo el mensaje y han ‘pescado hombres´ (hombre, mujer), pero la parte de cumplir con la palabra de Dios, nos queda demasiado grande, y sentimos que es la causante de muchos males en nuestras sociedades.
¿Qué hacer? Hacia dónde queremos llegar y empujar a nuestras actuales y futuras generaciones. Hay mucho de qué hablar. Empezando por nuestra situación de creyentes, que las fechas mencionadas la avivan. Pero, como nos comentaba una vecina sanjuanina, por ejemplo, la procesión, la misa y la velada contó con poca gente. Sí eran creyentes animados y felices, pero faltaron muchos más, muchos.
Entonces las fiestas religiosas nos revelan un alejamiento de los propósitos de Dios, parece contradictorio, pero para muestra tenemos las dos fiestas que nos han conducido a resaltar más momentos de diversión, desvelos, paseos, viajes, bailes, festivales que está bien. Lo que se observa es que la esencia religiosa de las fechas debería ir creciendo año a año, ese fervor de hermandad, de solidaridad, de amor al prójimo, del compartir, del respetar los bienes ajenos y no sustraerlos, más aún, el bien común, los recursos de todos, el dinero de todos.